El exsacerdote chileno Fernando Karadima, condenado en 2011 por el Vaticano por abusos sexuales, murió a los 90 años. El llamado “caso Karadima” destapó un escándalo de abusos a menores perpetrados por numerosos clérigos de la Iglesia de Chile, y acabó con la renuncia en bloque de 34 obispos.
Karadima murió la noche del domingo en la residencia de ancianos San Juan de Dios, en Santiago, a causa de una “bronconeumonía, insuficiencia renal, diabetes melitus e hipertensión arterial”, según consigna el certificado de defunción.
Su caso salió a la luz en 2010 cuando las víctimas Juan Carlos Cruz, James Hamilton y José Andrés Murillo contaron los abusos que sufrieron en un reportaje de televisión.
En 2011, Karadima fue condenado por la Congregación para la Doctrina de la Fe de la Santa Sede a “una vida de oración y penitencia” por los abusos sexuales cometidos contra menores en las décadas de 1980 y 1990 y se le prohibió tener contacto con antiguos feligreses o realizar cualquier acto eclesiástico de forma pública.
Fue finalmente expulsado del sacerdocio por el Vaticano en 2018, la mayor condena aplicada dentro de la Iglesia católica. La medida drástica fue tomada tras un polémico viaje a de Francisco a Chile y después de que los 34 obispos del país le presentasen su renuncia en un hecho sin precedentes en el mundo.
El “cura de la élite”
Karadima no era un cura cualquiera, sino que gozaba de una enorme influencia en la Iglesia chilena. Conocido como el “cura de la élite”, Karadima forjó durante años sólidos nexos con las altas esferas políticas y económicas de Chile desde la parroquia santiaguina de El Bosque, situada en un barrio acomodado de la capital
Karadima formó a numerosos religiosos, entre ellos cinco obispos, y fue confesor y consejero de personalidades públicas de Chile, uno de los países más católicos de la región.
La Justicia chilena lo investigó pero como las acusaciones en su contra se remontaban a los años 80 y la primera mitad de los 90, determinó que los delitos habían prescrito, pese a dar por válidos los testimonios de las víctimas.
Sin embargo hace dos años ordenó a la Iglesia local pagar una indemnización de 450.000 dólares por “daño moral” a tres de sus víctimas: el médico James Hamilton, el filósofo José Andrés Murillo y el periodista Juan Carlos Cruz, quienes encarnan la defensa de las víctimas de abusos sexuales cometidos en el seno de la Iglesia chilena.
La sentencia judicial consideró que la Iglesia local fue negligente al no investigar las denuncias de abusos y acreditó el “daño psicológico” que sufrieron Hamilton, Murillo y Cruz, los tres demandantes que abrieron en 2010 con su denuncia la caja de pandora que sacó a la luz pública la “cultura de abusos” en la Iglesia chilena que fue reconocida por el papa Francisco.
“Ha muerto Fernando Karadima, exsacerdote católico que abusó sexual y espiritualmente de muchas personas, entre ellas, nosotros. Todo lo que teníamos que decir de Karadima está dicho. Él era un eslabón más en esta cultura de perversión y encubrimiento en la Iglesia”, dijeron en una declaración pública los tres demandantes.
“Nosotros estamos en paz y solo nos mueve seguir luchando para que estos crímenes no vuelvan a pasar y por tantas personas que lo han vivido y que aún no tienen justicia”, agregó la declaración.
En agosto de 2019, impulsada por este caso, se promulgó en Chile la ley que declara “imprescriptibles” los delitos sexuales contra menores de 18 años.
De acuerdo a cifras oficiales, hasta 2019 más de 200 miembros de la Iglesia chilena fueron investigados por más de 150 casos de abusos sexuales, mientras que se identificaron a más de 240 víctimas, de las cuales 123 eran menores.
En un comunicado, el Arzobispado de Santiago sostuvo que siguen “luchando para que estos crímenes no vuelvan a pasar y por tantas personas que lo han vivido y que aún no tienen justicia”. “Acompañamos de cerca a las víctimas sobrevivientes y a sus familias, pidiéndole a Dios misericordioso que pueda sanar el dolor causado a todos quienes han sufrido”, agregaron.