El 3 de marzo Sarah Everard, de 33 años, caminaba hacia su casa desde la casa de un amigo en Clapham, un suburbio residencial próspero de Londres, cuando el policía Wayne Couzens la secuestró en un vehículo que había alquilado.
El cuerpo de la mujer fue encontrado una semana después en un bosque cerca de Ashford, en Kent, a metros de un terreno que era del oficial. Según confirmó la biopsia, el agresor la había violado y estrangulado hasta matarla.
Este viernes, Couzens, de 48 años, se declaró culpable del crimen y será sentenciado el 29 de septiembre.
La comisionada de la Policía Metropolitana de Londres, Dame Cressida Dick, estaba en la corte y dijo que se sentía “enferma, enojada y devastada” por el asesinato.
“Todos en la policía se sienten traicionados. Sarah era una joven fantástica y talentosa con toda su vida por delante y eso le ha sido arrebatado”, aseguró en una conferencia de prensa.
La noche del secuestro, Couzens condujo fuera de Londres hasta Tilmanstone. Los investigadores pudieron rastrear la ruta que tomó el asesino usando las cámaras de seguridad e identificaron al conductor a través de la empresa de alquiler de vehículos.
El agente de policía había hecho la reserva a su nombre, recogió el Vauxhall Astra la tarde del crimen y lo devolvió a la mañana siguiente.
Fue detenido el 9 de marzo, pocos minutos después de haber borrado los datos de su celular.
En su entrevista con la policía, Couzens dijo que se había metido en problemas con una “pandilla de proxenetas europeos del este” que lo amenazaron a él y a su familia.
Según su versión, le exigieron que entregara a “otra chica” después de no haberle pagado a una prostituta unas semanas antes. Aseguró que secuestró a Everard, la llevó fuera de Londres y la “entregó” tres hombres en una camioneta mientras ella estaba “viva e ilesa”.
Sin embargo, la policía descubrió que la víctima apareció muerta en una propiedad que estaba a nombre de Couzens. “Le mintió a todos cuando arrestado. Aún no sabemos qué lo llevó a cometer este espantoso crimen”, recalcó el fiscal.
Un historial oscuro
Warwick Lewis, de 48 años, un excompañero de clases del policía lo describió como “un matón que disfrutaba de lastimar a los demás” mientras crecían en Dover, Kent.
Para ejemplificar su conductora, recordó un momento siniestro en el que Couzens, que trabajaba en la unidad del Comando de Protección Parlamentaria y Diplomática, metió una pistola de aire comprimido en la escuela, disparó a todas las ventanas del aula e hirió a un amigo en los genitales: “Nadie podía creer lo que estaban viendo, todos estábamos jugando y de la nada simplemente toma el arma y le dispara. Fue la cosa más extraña y vino de la nada. Le disparó solo por diversión.”
Sorprendentemente, Couzens no fue investigado cuando se unió a la Unidad de Protección Parlamentaria y Diplomática de la Policía Metropolitana de Londres en febrero de 2020.
Esto ocurrió a pesar de que sus colegas de la Policía Nuclear Civil, donde trabajó antes de la Metropolitana, lo apodaron “El Violador” ya que las mujeres de la unidad lo calificaban de “inquietante”.
Además, en 2015, fue acusado de conducir desnudo. La policía no investigó tampoco esa denuncia realizada por un automovilista.
Finalmente, 3 días antes de que Sarah desapareciera, fue denunciado por dos incidentes separados de “exposición indecente” en un local de comidas rápida.
A pesar de que los empleados entregaron los registros de las cámaras del circuito cerrado de seguridad como pruebas, tampoco la policía tomó medidas disciplinarias.
