Vestida de negro, en un tono sobrio y con una emoción visible, una conductora de la cadena pública BBC fue la encargada de anunciar la noticia que conmovió a miles de británicos: la muerte del príncipe Felipe, duque de Edimburgo y esposo de la reina Isabel II de Inglaterra.
La periodista leyó en vivo el comunicado oficial del Palacio de Buckingham. “Estamos interrumpiendo nuestra programación para darles un importante anuncio. Están viendo BBC News desde Londres. Hace un breve rato, el Palacio de Buckingham anunció la muerte de su Alteza Real, el Príncipe Felipe, Duque de Edimburgo. En un comunicado, el Palacio dijo: ‘Es con profundo pesar que su Majestad la Reina anuncia la muerte de su amado esposo, Su Alteza Real, el príncipe Felipe, Duque de Edimburgo. Su Alteza Real murió pacíficamente esta mañana en el Castillo de Windsor. Se harán más anuncios a su debido tiempo. La Familia Real se une a personas de todo el mundo para lamentar su pérdida’”.
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El príncipe tenía 99 años y estuvo casado durante más de siete décadas con la reina Isabel II. “Es mi roca. Ha sido mi fuerza y mi sostén”, dijo una vez la monarca, poco proclive a hacer demostraciones de cariño en público.
Su vida abarcó casi un siglo de historia europea: comenzó con su nacimiento como miembro de la familia real griega y terminó como el consorte británico más longevo durante un reinado turbulento en el que la monarquía de mil años de antigüedad se vio obligada a reinventarse para el siglo XXI.
Era conocido por sus ocasionales declaraciones racistas y sexistas, así como por participar en más de 20.000 compromisos reales para impulsar los intereses británicos dentro y fuera de su país. Encabezó cientos de organizaciones benéficas, fundó programas que ayudaron a los niños británicos a participar en aventuras al aire libre y tuvo un papel prominente en la crianza de sus cuatro hijos, incluyendo su hijo mayor, el príncipe Carlos, el heredero del trono.
Consorte, un cargo que no existe
Felipe, que recibió el título de duque de Edimburgo poco antes de su boda, consideraba que su función era apoyar a su esposa mientras ella enfrentaba cambios en las obligaciones de una monarca constitucional que comenzó su reinado cuando Gran Bretaña se retiraba de su imperio.
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La posición de Felipe era un reto; no hay un papel oficial para el esposo de una soberana y su vida se vio marcada por contradicciones extraordinarias entre sus deberes públicos y privados. Al casarse con Isabel, tuvo que renunciar a su carrera militar. Siempre caminaba tres pasos detrás de su esposa en público, como muestra de deferencia para la monarca, pero era el jefe de familia en privado. A pesar de esto, su hijo Carlos, como heredero al trono, tenía un ingreso mayor, así como acceso a los documentos de alto nivel del gobierno que Felipe no tenía permiso para ver.
Felipe a menudo abordó con ironía su inusual lugar en la mesa real. “Constitucionalmente yo no existo”, dijo alguna vez. “No había precedentes’', dijo acerca de su posición en una inusual entrevista con la BBC para celebrar su cumpleaños 90. “Si le preguntaba a alguien `¿qué esperan que haga?’, todos se quedaban en blanco”, agregó.
