El volcán Fagradalsfjall entró en erupción por primera vez en 800 años. Ubicado a 40 km de Reikiavik, la capital de Islandia, el lugar se convirtió en un enorme escenario de lava incandescente. Miles de personas comenzaron a llegar tímidamente al lugar para observar de cerca el fenómeno. La erupción comenzó lentamente, hasta que la lava abarcó casi todo el valle de Geldingadalur.
“Es absolutamente espectacular”, reconoce Úlvar Kári Jóhannsson, un ingeniero de 21 años que vino el domingo a la zona. “Huele bastante mal, pero lo que más me sorprendió fue el tono del color naranja: mucho más profundo de lo que te imaginas”, declaró a los medios de prensa locales.
Esta es la impactante galería, con las 15 fotos más increíbles del volcán.
La lava sale de una pequeña cúpula, y se acumula en la cuenca, transformándose poco a poco en negro basalto a medida que se enfría. Los geofísicos estiman que el volcán ya escupió 300.000 metros cúbicos de lava.
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“Lo que me llamó la atención sobre todo fue la temperatura: cuando nos acercamos a la lava que se derramaba sobre el suelo, subió 10-15 ° C y teníamos la frente roja”, explica Émilie Saint-Mleux, una estudiante francesa que vino con unos amigos. Cuando se produjo la erupción se prohibió el acceso, después se desaconsejó y desde el sábado por la tarde se toleran las visitas.
Vigilancia al volcán y gases tóxicos
“Solo vigilamos que la gente no se acerque demasiado a la lava y si hace falta les pedimos que retrocedan, verificamos que todo esté bien”, explicó Atli Gunnarsson, un policía de 45 años, con casco amarillo y máscara de gas al alcance de la mano por si la necesita.
Los socorristas están muy pendientes de un pequeño pitido incesante que proviene de los dispositivos que detectan la presencia de gas, principalmente el temido dióxido de azufre, pero el fuerte viento limita el riesgo.
Las erupciones en Islandia son frecuentes (una cada cinco años en promedio) pero suelen producirse lejos de las ciudades y en ocasiones en zonas muy inaccesibles. Y otras son demasiado peligrosas como para que se permita el acceso.
Esta vez se puede disfrutar del panorama tras una caminata de seis kilómetros desde una carretera cercana al puerto pesquero de Grindavik, la localidad más próxima (3.500 habitantes), cerca de los famosos baños termales de la “Laguna Azul”. En las últimas horas, la avalancha de visitantes ya había despejado un camino a través del musgo volcánico hasta el valle de Geldingadalur.
Volcán, asombro y turismo
Muchos de los que lograron llegar, prefirieron dejar de lado la caminata cerca de la lava y recorrerla desde el aire, con varios servicios de helicópteros que sobrevuelan habitualmente la zona. Esta vez, el paseo tenía un condimento especial: el volcán en tiempo real.
El turismo en Islandia, que representa representar más del 8% del PIB, se ha desplomado por la pandemia de coronavirus, pero desde hace unos días las autoridades intentan promoverlo reabriendo el país a los visitantes que demuestren que se han vacunado o ya han tenido el COVID-19.
Es poco probable que pueda disfrutar de este espectáculo por mucho tiempo. Según los vulcanólogos, la hipótesis más probable es que la erupción se debilita rápidamente, al cabo de unos días.
