El expresidente francés Nicolas Sarkozy fue condenado este lunes a tres años de prisión por corrupción y tráfico de influencias. El tribunal de París dictaminó que hubo un “pacto de corrupción” entre el mandatario de 66 años, su abogado habitual Thierry Herzog y el exmagistrado Gilbert Azibert, que fueron sentenciados a la misma pena.
Sarkozy, de 66 años, operó en 2014 para obtener informaciones confidenciales de parte de un alto magistrado en otra investigación abierta contra él a cambio de conseguirle un puesto en Mónaco.
Para la Fiscalía no hubo dudas de que el expresidente, su abogado y el alto magistrado Gilbert Azibert hicieron “un pacto de corrupción” para obtener beneficios en otra investigación, el llamado “caso Bettencourt”. En ese expediente judicial se incautaron sus agendas en el Elíseo y Sarkozy buscaba recuperarlas, para lo que acudió a Azibert, a quien, según la acusación, prometió ayudar a conseguir un puesto judicial en Mónaco.
“Nunca he cometido el menor acto de corrupción. Nunca he traficado una influencia, pretendida o real”, clamó el exjefe de Estado, el primero en Francia que se sentó en el banquillo de los acusados.
“Lo haré ascender”, le dijo Sarkozy a su abogado en una de esas conversaciones intervenidas por los investigadores, que tenían pinchado su teléfono dentro de la causa por la presunta financiación irregular de la campaña presidencial de Sarkozy en 2007 con dinero del régimen del entonces líder libio Muamar Gadafi.
Sarkozy se declaró inocente y negó las acusaciones
Durante su presentación ante la justicia, en noviembre y diciembre, Sarkozy negó las acusaciones, mientras sus abogados trataron de invalidar las escuchas telefónicas, a su juicio protegidas por el derecho a la confidencialidad entre un cliente y su abogado.
A través del fallo condenatorio, el Tribunal también precisó que el expresidente tiene dos años exentos de cumplimiento, y que el tercer año de prisión firme puede ser convertida en detención domiciliaria o vigilancia con un brazalete electrónico.
Sarkozy, quien dirigió Francia de 2007 a 2012, negó las acusaciones y se declaró víctima de una caza de brujas por parte de fiscales financieros que, según él, usaron medios excesivos para investigarlo. Retirado de la política pero aún influyente entre los conservadores, Sarkozy tiene 10 días para apelar el fallo. Se convierte así en el primer exmandatario francés en ser sentenciado a una pena de cárcel.
