El empleado de una funeraria en Kenia se llevó un tremendo susto cuando estaba preparando un cadáver y, al hacerle una incisión en la pierna para inyectarle productos para embalsamarlo, el “muerto” se despertó y gritó de dolor.
Según indicó el diario británico The Mirror, el hombre se llama Peter Kigen, tiene 32 años y sufre una enfermedad crónica que lo obliga a permanecer postrado. Kigen se desmayó en su casa este martes y fue llevado al hospital de Kapkatet, donde fue declarado muerto.
// Estaba "muerto", se despertó en la morgue y volvió a la fiesta donde se había pasado de alcohol
“Kigen sufría de una dolencia de estómago que nos obligó a llevarlo al hospital”, dijo su tío Denis Langat al canal Citizen TV.
Langat dijo que la enfermera que recibió a Kigen en el hospital lo revisó casualmente antes de declararlo “muerto”.
Después fue llevado a la morgue del centro hospitalario, donde permaneció durante cerca de tres horas. Cuando el empleado funerario se preparaba para inyectarle formaldehído, Kigen abrió grande los ojos y gritó de dolor.
Según medios locales, el empleado conmocionado inicialmente huyó pensando que había sido “resucitado” antes de llevarlo a las urgencias para que recibiera los primeros auxilios, despierto y consciente.
La familia del paciente acusó al hospital de negligencia y ahora exige justicia. Según el Mirror, el hombre ha declarado que está feliz de seguir vivo y que quiere “dedicar su vida al evangelismo”.
Un caso similar en Rusia
Una situación muy parecida se vivió en agosto pasado en el distrito de Gorshechensky, en Rusia, cuando una mujer de 81 años se despertó en la morgue. La anciana, Zinaida Kononova, se había sometido a una operación para eliminar una obstrucción intestinal que salió mal y los galenos la declararon muerta.
No obstante, unas ocho horas después, se despertó y se cayó de la camilla al intentar levantarse, dándole el susto de su vida a un pobre empleado de la morgue.
¿Y en Argentina?
Otro caso tuvo lugar el año pasado, pero mucho más cerca, en la ciudad de Chacabuco. El empleado de una funeraria se dio cuenta de que María Muñoz, una mujer de 85 años dada por muerta en el Hospital municipal, aún respiraba cuando preparaba su cuerpo para el velatorio.
Según contó entonces su hija, Gladys, la mujer ya había sido colocada en un ataúd. “Lo que más me impactó fue ver a mi mamá en el cajón con los ojos abiertos”, dijo con indignación.
La anciana, que estaba gravemente enferma, finalmente murió una semana después.