En marzo, cazadores furtivos mataron a la única jirafa blanca de Kenia y su cría, y dejaron al padre de la familia completamente solo. Ante esta situación, un grupo de proteccionistas decidió colocarle al último espécimen un rastreador GPS para poder saber sus movimientos minuto a minuto y protegerlo de la muerte a mano de los humanos.
La organización sin fines de lucro Ishaqbini Hirola Community Conservancy, que supervisa la vida silvestre en el área, aseguró que el dispositivo de rastreo fue conectado a uno de los cuernos de la jirafa el 8 de noviembre.
En un comunicado emitido este martes en su sitio web, el grupo proteccionista indicó: "El dispositivo de rastreo brindaría actualizaciones cada hora sobre el paradero de la jirafa, lo que permitiría a los guardabosques mantener al animal único a salvo de los cazadores furtivos”.
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El lider de la ONG, Mohammed Ahmednoor, agradeció a los proteccionistas por su ayuda en la protección de la jirafa y otros animales salvajes. “El área de pastoreo de la jirafa ha sido bendecida con buenas lluvias en los recientes días y la abundante vegetación es un buen augurio para el futuro del macho blanco”, dijo en el mismo comunicado.
La Sociedad de Vida Silvestre de Kenia, el principal organismo de conservación en el país del este de África, manifestó su felicidad por ayudar en los esfuerzos para proteger “una vida silvestre única como la única jirafa blanca conocida”.
Las jirafas blancas fueron avistadas por primera vez en Kenia en marzo de 2016, aproximadamente dos meses después del primer descubierto en Tanzania. En 2017, las jirafas blancas volvieron a aparecer en los titulares, después de que la madre y su cría de la reserva en el condado keniata de Garissa fueran captadas por una cámara.
Lo particular de la jirafa blanca es que no se trata de una raza, sino que es un espécimen común pero con una rara condición genética llamada leucismo, que causa la pérdida de pigmentación de la piel.
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Originarias de más de 15 países africanos, las jirafas son los mamíferos más altos del mundo y los cazadores furtivos las matan por sus pieles, su carne y varias partes del cuerpo. Alrededor del 40% de la población de jirafas ha desaparecido en los últimos 30 años y tanto la caza por diversión como el tráfico de vida silvestre contribuyeron a esta disminución, según Africa Wildlife Foundation.
Por esta razón, las jirafas son consideradas como especies vulnerables en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), con una población estimada de 68.293 en todo el mundo.