Una mujer británica de 65 años, llamada Diana Keys, recibió un diagnóstico devastador después de que sus síntomas fueran atribuidos erróneamente al estrés generado por su divorcio. Lo que parecía ser una simple respuesta emocional a la ruptura de su matrimonio de 35 años resultó ser una enfermedad incurable que cambiaría su vida por completo.
Todo comenzó en 2020, cuando Diana notó que el habla se le deterioraba y sufría caídas inexplicables. Tras consultar con un médico, le dijeron que su cuerpo estaba reaccionando al impacto emocional de su separación. Sin embargo, ella estaba convencida de que algo más ocurría. Tres años después, en mayo de 2023, finalmente obtuvo una respuesta: padecía la enfermedad de la neurona motora (EMN), un trastorno degenerativo que debilita los músculos de manera progresiva.
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El impacto de la enfermedad en su día a día ha sido profundo. Actividades cotidianas como preparar una comida, sostener una taza de té o incluso sacar su tarjeta de crédito de su cartera se han convertido en desafíos. A pesar de ello, Diana no se ha dejado vencer y ha encontrado en su experiencia una razón para concientizar sobre la EMN, especialmente entre las mujeres.
“No hay una fecha de caducidad, así que sigo adelante”, afirmó con determinación. Su actitud estoica y su humor la han ayudado a sobrellevar el diagnóstico. Aunque la enfermedad no tiene cura y su expectativa de vida se estima entre dos y cinco años, ella se enfoca en vivir plenamente cada día.

Diana recuerda lo desconcertante que fue experimentar sus primeros síntomas. “Me caía sin motivo aparente y eso era aterrador”, contó. Después de un episodio en el que golpeó su cabeza contra la ducha, decidió buscar ayuda profesional. Fue entonces cuando le realizaron una electromiografía (EMG) para evaluar la actividad eléctrica de sus músculos. Pese a sus insistencias, los especialistas inicialmente insistieron en que su problema era emocional, hasta que los estudios confirmaron lo contrario.
El diagnóstico fue un golpe duro. “Me dijeron que no había cura y que me quedaban pocos años de vida. Fue desgarrador”, recordó. Sin embargo, ha aprendido a adaptarse a su nueva realidad. Ha modificado su hogar para hacerlo más accesible y busca maneras de mantenerse activa dentro de sus posibilidades. Además, se ha convertido en una vocera para la comunidad de pacientes con EMN.

“Una vez que recibís una noticia tan traumática, no es el final, sino el comienzo de un nuevo camino”, concluyó. Su historia es un recordatorio de la importancia de escuchar al propio cuerpo y luchar por una atención médica precisa.