Cherrie Austin, de 28 años de edad, se desmayó después de haber hecho una profunda limpieza en su casa. La joven acababa de pasar la aspiradora, poner la ropa a lavar y cambiar la ropa de cama cuando empezó a sentirse mareada y fue a acostarse. Ella pensó que el cansancio extremo se debía al trabajo duro, sin embargo, no fue así.
Cuando su pareja, Jonny Morcam, regresó del trabajó la encontró acostada en el piso de su habitación “rodeada de enfermeros”. Lo siguiente que ella recuerda es despertar de un coma y estar completamente paralizada.
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A raíz de esto, Jhonny la llevó escaleras abajo desde su departamente en el primer piso en Weymouth, Dorset, y le pidió a un extraño que lo ayudara a subir a su novia al auto porque estaba “con peso muerto” y no dejaba de gritar de dolor.
Finalmente, una ambulancia la llevó rápidamente al hospital de Dorchester, donde una radiografía reveló que Cherrie tenía un pulmón colapsado y los médicos “no tenían idea de lo que había sucedido”.
Horas después, la mujer fue inducida al coma, intubada para ayudarla a respirar y le colocaron una sonda de alimentación. La familia de Cherrie y sus amigos cercanos fueron llamados al hospital para despedirse ya que los médicos temían que ella “no sobreviviera la noche”.
Después de nueve días de estar en coma, milagrosamente se despertó, pero quedó paralizada del cuello para abajo tras sufrir un derrame cerebral.
Similares a los accidentes cerebrovasculares que ocurren en el cerebro, pero mucho menos comunes, los accidentes cerebrovasculares espinales ocurren cuando el flujo sanguíneo a la columna se bloquea debido a un coágulo o sangrado.
La interrupción del suministro de sangre puede causar lesiones o daños a los tejidos y puede bloquear los mensajes que viajan a lo largo de la médula espinal. Los médicos, incluso, le dijeron que no volvería a respirar por sus propios medios.
A pesar de este mal pronóstico, Cherrie siguió luchando y logró que le quitaran el tubo de intubación después de 13 días. Incluso, aprendió a respirar de forma independiente nuevamente.
Ahora está aprendiendo a mover los dedos de los pies y espera seguir haciendo avances en su recuperación. Los médicos están desconcertados.
Antes de esto, Cherrie entrenaba cuatro o cinco veces por semana como boxeadora, además de sus sesiones diarias en el gimnasio. También daba clases individuales de boxeo y clases de defensa personal en el gimnasio MMAX en Dorchester.