Los restos óseos de una mujer neandertal fueron encontrados en una cueva del Kurdistán iraquí en el 2018. Después de un arduo trabajo de científicos y especialistas en la materia, lograron reconstruir su rostro y revelar cómo se veía.
Se trata de una muestra de una persona de unos 40 años de edad que había sido enterrada hace 75.000 años. La sorprendente recreación fue relatada en el documental “Secretos de los neandertales” producido por la BBC y agregado al catálogo de Netflix esta semana. Actualmente, se encuentra en el Top 10 de películas más vistas en Argentina.
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Los científicos reconstruyeron el cráneo a partir de 200 fragmentos de hueso, un trabajo minucioso que les llevó nueve meses. En el proceso usaron los contornos de la cara y el cráneo a modo de guía para comprender cómo podría haber sido en la realidad.
Los expertos la llamaron Shanidar Z y establecieron que se trataba de una neandertal, un tipo de humano antiguo que desapareció hace unos 40.000 años. Esta especie se veía diferente a la actual, el Homo sapiens, sus cráneos eran distintos, tenían cejas pronunciadas y carecían de barbilla.
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La Dra. Emma Pomeroy, paleoantropóloga y profesora asociada del departamento de arqueología de la Universidad de Cambridge, fue la encargada de desenterrar el esqueleto y aparece en el film de plataforma streaming. Ella sugirió que las mencionadas diferencias podrían no haber sido tan marcadas en la vida.
En cuanto a la reconstrucción, Pomeroy afirmó que: “Hay cierta licencia artística ahí, pero en el fondo está el cráneo real y los datos reales sobre lo que sabemos sobre estas personas”. Y agregó: “En realidad, tiene una cara bastante grande para su tamaño”, agregó.
A su vez, detalló que “tiene cejas bastante grandes, que normalmente no veríamos” y se animó a afirmar que “vestida con ropa moderna probablemente no mirarías dos veces”.
El análisis del ADN de los humanos actuales reveló que las especies de neandertales y Homo sapiens se cruzaron durante algún tiempo. Los neandertales vivieron en las montañas de Europa, Oriente Medio y Asia Central durante unos 300.000 años y se estima que durante los últimos 30.000 años se superpusieron con los humanos modernos.
