Un agricultor ideó una máquina para cosechar nueces en la copa de árboles a 30 metros de altura. La altura complicaba la tarea de muchos cosechadores que debían trepar a pulmón para alcanzar el fruto.
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Esto incrementaba los costos de la cosecha en la que cada temporada varias personas arriesgaban su vida intentando extraerlas. La situación motivó a Ganapathi Bhat a diseñar una silla elevadora para conseguir el objetivo de forma rápida y segura. En cinco segundos el equipo es capaz de subir 20 metros. Gracias al diseño mecánico se volvió mucho más fácil la colecta de las codiciadas nueces de betel o nueces de areca.
La máquina cuenta con un pequeño motor, un volante de moto, un asiento pequeño y un juego de ruedas, además de un contrapeso. De esta manera, los cosechadores logran elevarse a toda velocidad sin hacer esfuerzo como sucedía décadas atrás. La persona se ata a la silla, con un arnés de seguridad y va dejando caer el fruto. Abajo hay otras personas listas para recoger todo lo que va cayendo.
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Una estudiante de diseño creó una pistola que convierte lágrimas en balas
En Holanda, una estudiante taiwanesa de diseño creó una pistola que recoge las lágrimas, las congela y las utiliza como balas. El invento le pertenece a Yi-Fei Chen, de la Academia de Diseño Eindhoven y data de hace algunos años atrás. Pese a haber creado este dispositivo en 2016, el reconocimiento a nivel mundial llegó este año, luego de que una publicación en la red social Twitter diera a conocer la innovación.
Gracias a su iniciativa las lágrimas no solo saldrán de los ojos en sinónimo de tristeza, emoción, felicidad o frustración, sino que también podrán ser usadas para atacar o hasta como un mecanismo de defensa. La idea surgió como una obra conceptual en la que pretendía mostrar su frustración al sentirse incomprendida en un hábitat que no era el suyo.
