Un leopardo pasó 90 minutos intentando saciar su hambre con un puercoespín. Sin embargo, nada resultó como el felino esperaba que terminó por abandonar su idea de devorarlo luego de que fuera atacado insistentemente por las púas del animal. La batalla, cuerpo a cuerpo, fue fotografiada durante una hora y media por una profesional de la imagen que se encontraba justo en el lugar.
El particular hecho ocurrió en Sudáfrica ante la cámara de Mariette Landman, de 57 años. Fue ella la encargada de inmortalizar el momento que se convirtió en viral en pocos minutos. Las fotografías fueron tomadas durante una visita que realizó en el Parque Nacional Kruger. Cada segundo quedó plasmado por la lente de la mujer que quedó sorprendida ante lo que vio.
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“Esto era algo que nunca había visto antes. La pelea duró unos 90 minutos”, explicó Landman luego de publicar las imágenes que recorren el mundo. Agregó que una vez que el leopardo se dio por vencido y comprendió que hoy no era el día de comer puercoespín “simplemente se fueron. Definitivamente fue una experiencia única en la vida”.
Otra feroz pelea en el Parque Nacional Kruger
Esta no es la primera pelea entre animales que es grabada en el Parque Nacional Kruger. Una lucha a vida o muerte también había sido viralizada hace unos años atrás. Fue en marzo del 2018 cuando el video de una hiena y una manada de licaones, conocidos como perros salvajes, dio la vuelta al mundo luego de que se enfrentaran en una dramática lucha por comida.
El particular suceso fue captado por un turista que recorría el lugar en búsqueda de poder fotografiar leones y elefantes, especies muy comunes de encontrar allí. Koert Grobler quedó sorprendido al verse atrapado, a muy pocos metros de distancia, de la escena.
Su cámara captó la espeluznante lucha entre los dos bandos que se atacaban unos a otros. El derroche de agresividad quedó registrado por la lente del turista. El animal muerto fue descuartizado en pocos minutos. Sus músculos y huesos quedaron desparramados sobre el asfalto en donde todo aconteció.
Todo comenzó cuando los perros salvajes fueron atraídos por el olor de un animal muerto que devoraba una manada de hienas. Pese a que no superaban en número a los carroñeros decidieron que era el momento de atacar y quedarse con el platillo que ya era devorado. Fue así como se aferraron al cadáver y comenzaron a arrastrarlo. La situación enfureció a los licaones que encararon el ataque para quedarse el motín.
Luego de unos minutos comprendieron que no lograrían hacerse con la presa y simplemente se alejaron para que las hienas completaran el trabajo que habían comenzado.
