El estado de Georgia aspira a integrarse a la Unión Europea (UE), pero de manera vergonzante, ya que este estado tiene como tradición el rapto de novias menores de edad para obligarlas a casarse. Tamar Dekanosidze, coordinador para Eurasia de la organización de defensa de los derechos de la mujer Equality Now, aseguró que “estamos en el segundo lugar después de Moldavia en Europa por secuestros de novias, algo que no puede ser motivo de orgullo”.
El Ministerio del Interior aseguró que en Georgia se raptan de promedio a unas diez niñas para obligarlas a casarse, por mes. Es decir, el 20 % de las cuales abandona los estudios.
Goga Jatiashvili, experto en el tema, afirmó que las causas principales de este problema son por un lado, “el modo de vida patriarcal que se conserva en la periferia y la desigualdad de género, y por el otro, los problemas socioeconómicos que aquejan al país, a la par de las carencias en educación y prevención”.
Pese a que esta problemática se presenta en todo el estado, es especialmente grave en las localidades donde viven de manera compacta miembros de minorías étnicas, como la aldea Changuilar, la cual está habitada mayoritariamente por azerbaiyanos, situada a unos 60 kilómetros al noroeste de Tiflis.
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Feridé Babáyeva, autora de una investigación sobre matrimonios precoces en Georgia, dijo: “Me quedé helada cuando hablé con la gente de allí. Me dijeron que sus hijas y nietas de 10 o 12 años no tenían por qué estudiar, que lo importante era casarse a tiempo, ¡y ‘a tiempo’ para ellos es a los 12 o 13 años!”.
“Nunca olvidaré los ojos de esas niñas, que lloraban cuando nos hablaban del miedo que sentían por su futuro”, agregó.
En las escuelas de Georgia, por instrucción del Ministerio de Educación, las niñas de los cursos superiores se les imparten conferencias sobre los riesgos de los matrimonios precoces y sus derechos.
“Los matrimonios precoces prácticamente excluyen la posibilidad de recibir formación y esto significa que las chicas quedan en una situación de dependencia y vulnerabilidad”, afirmó por su parte la experta y autora de un informe sobre esta problemática para la Universidad Estatal de Tiflis, Elena Mamédova.
