El padre del australiano Leo Fincher, de 7 años, tuvo que ver Up (2009) decenas de veces por la obsesión de su hijo con la película de Disney Pixar, una de las más exitosas del estudio.
Por lo tanto, no es poca cosa que Scott Fincher estuviera dispuesto a pasar miles de horas más construyendo una réplica de la icónica casita de la película, que se eleva al cielo y da inicio a una aventura luego de que le ataran miles de globos en el techo.
En concreto, Fincher pasó los últimos 15 meses trabajando en la colorida réplica en el patio trasero de la vivienda de la familia en Conder, en la ciudad de Canberra.
Leo, que encuentra la casa “bastante cool y asombrosa”, está seguro de que es el niño más afortunado de Australia. “Es un padre tan bueno. Me siento muy afortunado de que construyera toda esta casa para nosotros”, dijo Leo al diario ABC News.
Fincher recordó que todo comenzó con la obsesión de Leo con la película. “Como padre, por lo general terminas viéndola muchas veces”, dijo Scott. “Él me venía pidiendo que construyera algo para él en ese momento, así que pensé: ‘OK, ¿hasta dónde debo llegar con esto?’”. Y llegó hasta el final.
“Realmente me encantó la arquitectura de la casa en la película y quería hacer algo similar pero más simple. Pero el perfeccionista en mí quería construir una réplica que fuera fiel a la película, así que esto es con lo que terminé. Fue un gran esfuerzo”, explicó.
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Fincher, un consultor informático, utilizó “los mismos materiales que usaría cualquiera en una obra normal”. “Está construida como una casa y pesa entre tres y cuatro toneladas. Creo que es más sólido que nuestra propia casa”, bromeó.
¿El precio? “Tiene que rondar los 10.000 dólares”, estimó.
“Tiene un valor aproximado de $1.500 en techos, un par de miles de dólares en pino estructural y, por supuesto, terminé aislándolo y tuve que ponerle mi toque agregando Wi-Fi para que los niños pudieran ver películas cuando tenían algún pijama party. Todo eso suma”, señaló.
Fincher no llevó un recuento, pero estima que pasó “miles de horas” trabajando en el proyecto. Sin embargo, su hijo insiste en que le dio una mano. “Ayudé mucho. Le pasé muchas cosas como sus herramientas y sus martillos”, dijo Leo.
Si el nene se saliera con la suya, probaría cuántos globos se necesitarían para que la casa despegara y levantara vuelo como en la película.
Pero después de todo el tiempo, dinero y la energía invertida, su papá prefiere que la obra maestra se quede firme donde está...