La república de El Líbano es un pequeño país árabe, bañado por el Mar Mediterráneo. Muchos de sus habitantes son de religión musulmana, aunque hay un alto porcentaje de cristianos maronitas. Y a esta última comunidad perteneció Khalil Gibrán, un profundo pensador nacido en diciembre de 1883.
Cuando él nació, El Líbano pertenecía al imperio turco. En su niñez, Gibran oía y analizaba, con su mente lúcida, comentarios que su padre y otros patriotas expresaban, en cuanto al deseo de tener su patria, El Líbano, libre de todo poder extranjero.
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Pero a los 11 años, con su madre y tres hermanos, se radicó en los EE.UU. Buscaban una vida mejor, cambiaron de cielo, pero no modificaron su situación económica. Y a los 14 años estaban otra vez en Beirut, donde Gibrán yerminaríaí el colegio secundario.
Los comienzos de Khalil Gibrán: de exiliado a excomulgado
Comenzó en ese momento a mostrar grandes condiciones para la pintura. Sintió la necesidad de ir a París, para conocer Montmartre, donde acudían los grandes pintores y escritores del momento.
A los 18 años, ya estaba en Francia, alternando en tertulias literarias con Anatole France, con Romain Rolland, con André Gide, el autor de “Sinfonía Pastoral” y otros grandes escritores. Pero también, con pintores de primer nivel.
La muerte de su madre y dos hermanos lo golpearon profundamente y decidió volver a EE.UU., donde escribió su primer libro: “Las Ninfas del Valle”, un alegato contra la corrupción del clero maronita en El Líbano. Ejemplares de ese libro fueron quemados en las plazas de Beirut, por lo que se transformó de exiliado en excomulgado: ya no quería ni podía volver a su tierra
El Profeta
A los cuarenta años, publicó su obra cumbre. La tituló “El Profeta”, que en cuatro o cinco años se tradujo a 20 idiomas. Sólo en EE.UU., donde ya residía definitivamente Gibran, se vendieron siete millones de ejemplares.

La gloria, ese esquivo elixir, que suele visitar a los que no lo buscan, “tocó” a Gibran. Y con “El Profeta” cambió su vida. La fama lo acarició y ya no tendría penurias económicas.
Hay un aspecto en que se lo puede comparar con Lin-Yutang. Este, hizo conocer la cultura china a occidente y a los occidentales les hizo comprender la cultura china. Gibran también fue un verdadero puente en ese sentido, ayudando a sus hermanos árabes a comprender el mundo occidental y a estos a entender mejor a los árabes.
Creo que este aspecto de su tarea fue el más importante. Porque considero que conocerse es el primer paso para comprenderse.
Escribía Gibran que los hombres estarán separados mientras los cañones sean más fuertes que las ideas y la diplomacia, más eficaz que la verdad; mientras lo grosero sea presentado como gracioso; lo decadente, como ascendente y lo perverso, como moral.
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Gibran murió el 10 de abril de 1931. En sus breves 47 años, dejó el sello de su talento, de su nobleza y de la fuerza de sus sentimientos. Y querría cerrar esta nota de hoy con una reflexión de este singular pensador libanés. La he extractado de su libro más conocido, El Profeta.
“Vuestros hijos no son vuestros hijos.
Son los hijos y las hijas de vuestras ansias de vida.
Vienen, si, a través de vosotros.
Podéis darles vuestro amor, pero no vuestro pensamientos.
Podéis hospedar sus cuerpos, pero no sus almas.
Sois solamente el arco mediante el cual vuestros niños, como flechas vivientes, son impulsados hacia la vida.
Pero tomarán siempre su propio impulso.
Porque esos hijos no son nuestros; son solamente de ellos mismos.”
Y un aforismo final para Khalil Gibrán:
Saber no siempre significa sabiduría. Pero sabiduría... siempre significa saber.