Nadie ignora que el tango “La Cumparsita” es el más representativo de nuestra música popular. También es sabido que su autor fue Gerardo Mattos Rodríguez, que era uruguayo.
Pero no todos conocen que Mattos Rodríguez no sabía música inicialmente. Que fue un estudiante de más vocación por las noches de bohemia, que por los planos. Que posteriormente dirigió fugazmente su propia orquesta típica.
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Creó Mattos Rodríguez otros tangos muy conocidos como “Che, papusa, oí” –su preferido-. También “La Muchacha del Circo”, “Canto por no Llorar”, “Mocosita”. Unas 70 piezas en total con milongas y chacareras incluidas, aunque mayoritariamente, creó tangos.
Una versión sobre el origen de La Cumparsita
Hay distintas versiones sobre La Cumparsita, en cuanto a su fecha exacta de creación y a la de su grabación y también sobre las distintas letras que acompañaron su bellísima melodía.
Seguiré la opinión de la mayoría de los estudiosos. Durante la Primera Guerra Mundial, que duró de 1914 a 1918, el tango era casi una mala palabra en ambas márgenes del Plata.
Es muy conocido el hecho que Mattos Rodríguez integraba, como estudiante de Arquitectura, la Federación de Estudiantes del Uruguay. Con esfuerzo, habían alquilado un modesto local y comprado un piano de cierta calidad.
Por falta de pago de los alquileres, habían sufrido el embargo de todos sus muebles, el bonito piano incluido, hecho que fue lo que más les dolió. Alquilaron entonces otro piano, muy destartalado. Y allí el 20 de diciembre de 1917 -Mattos Rodríguez tenía 17 años- creó y ejecutó por primera vez, los compases de una marcha –aún no era tango- que llamó “La Cumparsita”.
Luego Roberto Firpo, al que el joven Mattos Rodríguez le llevó su pieza, le agregó compases; y recién entonces se transformó en un tango.
Y fue Firpo el casual destinatario inicial de la partitura de “La Cumparsita”, porque el músico argentino estaba actuando en esa época en Montevideo, en la famosa confitería “La Giralda”.
Por qué se llama “La Cumparsita”
Es muy conocido el origen del título La Cumparsita. Pero lo repetiré. Los estudiantes uruguayos preparaban una comparsa para los carnavales de 1918, que se avecinaban. Esa comparsa entonó por primera vez por las calles de Montevideo, esta composición, ya inmortal.
La historia de esta pieza musical cambió radicalmente. Siete años después, en 1924, en una obra teatral, que el actor Tomas Simari representaba en el teatro Apolo, se cantó precisamente La Cumparsita.
Después, la grabaron Gardel, Charlo, Mercedes Simone, Azucena Maizani, Libertad Lamarque y cien cantores más.
Una pequeña orquesta dirigida por un famoso bandoneonista uruguayo, que después actuó con Canaro, Minotto, Enrique Dilillo, su nombre verdadero, fue quien la grabó por primera vez.
Siete años después, en 1931 la apoteosis. La llevó al disco un tenor de fama mundial: Tito Schipa.
Otras composiciones de Mattos Rodríguez
Pasaron los años. Mattos Rodríguez –que no se casó nunca- era cónsul uruguayo en Alemania.
En 1931, colaboró en la musicalización de una película filmada en Francia por Carlos Gardel: Luces de Buenos Aires. En la misma, Gardel cantaba una canción también de Mattos Rodríguez con letra de Manuel Romero “El Rosal”, aquel de: “Al pie de un rosal florido…”
Y también con Manuel Romero compuso “La Muchacha del Circo”. Pero creó más de 70 composiciones, entre ellas: “Che, papusa, oí”, a la que puso la letra Enrique Cadícamo.
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El día que Mattos Rodríguez –de salud frágil- cumplió 47 años, un amigo le preguntó: “¿Tenés algún deseo especial?”. Y le contestó Mattos Rodríguez: ”¿Quieres saber mi deseo?, querría llegar a cumplir 48 años”.
¡Una verdadera premonición! porque nueve días antes de cumplirlos, el 25 de abril de 1948 murió Gerardo Mattos Rodríguez, un grande del arte que derribó todas las fronteras. Encontró, como todo gran creador, precipicios y montañas. Pero él tenía alas…
¡Pensar que escribió su tango inmortal a los 17 años!, ratificando, que la creación no necesita años. Lo que siempre necesita es talento.
Y quiero dedicar a Mattos Rodríguez un aforismo, que creo en justicia, le corresponde:
“La eternidad sólo pertenece a los creadores”.