En noviembre de 1924, en un hospital de Bruselas, la capital de Bélgica, operaban de cáncer de garganta a un hombre italiano de 66 años. Se trataba de un famoso compositor de óperas. La operación parecía exitosa, pero un ataque cardíaco pocas horas después preocupaba a los familiares de Giacomo Puccini.
Los médicos le recomendaron absoluto reposo. Pero el músico desobedeció las órdenes, porque él sólo encontraba paz en la acción.
Leé también: Greta Garbo, la diva que entendió temprano que quien se siente Dios suele estar muy lejos de Dios
Puccini estaba escribiendo los últimos compases de una ópera. Se llamará Turandot. Ese esfuerzo –en su débil condición física- le acercaba el fin. Morirá en un extraño sanatorio de un –para él- casi desconocido país como Bélgica.
Puccini, en la cúspide de los operistas italianos
Puccini es considerado uno de los diez grandes operistas italianos junto a Verdi, Rossini, Mascagni, Leoncavallo, y también Donizetti. Escribió muchísimas operas, pero 3 gozan de un gran renombre universal.
- La primera se estrenó teniendo Puccini 38 años y se llamó “La Boheme” y la dirigió en febrero de 1896, nada menos que Arturo Toscanini.
- Exactamente 4 años más tarde, pero también en febrero de 1900, se estrenó la opera “Tosca”.
- Pasaro otros cuatro años y en febrero, ahora de 1904, se escuchó en la Scala de Milán “Madame Butterfly”.
El compositor asiste a este último estreno en un sillón de ruedas, consecuencia de un accidente con su automóvil de vapor, precursor de los actuales. Este detalle, el automóvil, indica la solvencia material de Puccini. Porque era un lujo casi oriental poseer un automóvil en esa época. ¡Estoy aludiendo a 1904!.
El organista que devino compositor
Él era realmente un famoso y valorado compositor y había quebrado una tradición familiar.
Puccini había nacido en la localidad de Lucca, cercana a la ciudad de Pisa. Su bisabuelo, su abuelo y su padre habían sido organistas en Lucca. Su destino parecía fijado: organista en su pueblo natal.
Pero una circunstancia imprevista torció –favorablemente- su destino. Cuando tenía 13 años, Giuseppe Verdi era el compositor más famoso de Italia. El jovencito Puccini lo tenía como su ídolo.
Se enteró por casualidad que en la ciudad de Pisa a 20 kilómetros del pueblo de Luca donde residía con sus padres, se iba a representar después de haberse estrenado en El Cairo, Egipto, la última ópera del gran Verdi: “Aida”. Ya se había ejecutado también y con gran éxito en el famoso teatro La Scala, de Milán.
Giacomo Puccini pidió permiso a su madre para asistir. Tenía como una premonición.
- ”No Giacomo, son 20 kilómetros y no tienes con quién viajar. Además, la representación es de noche y no podrías regresar en la madrugada solo y sin vehículo. ¡No irás!”.
El joven no le contestó dada la férrea negativa de su madre. Horas después, y como Giacomo no regresaba a cenar, la madre fue a la habitación del joven y encontró unas líneas, escritas por este. Decían:
- ”Madre, fui a ver la ópera “Aida”. Haré los 20 Km y volveré a pie. Perdón Mamá”.
Esa noche quizá nació como compositor Giacomo Puccini. Quedó embelesado escuchando la ópera. Sintió que sería otro Verdi y no se equivocaba. Y escribió, años después, que ni se dio cuenta cómo recorrió en una madrugada invernal, los 20 Km de regreso a su hogar. Sólo recordaba que tarareaba todo el camino la ópera “Aida”.
El estreno que le dio fortuna
Puccini pasó penurias económicas hasta los 33 años. Pero el estreno de una de sus primeras óperas, “Manon Lescot” cambió su vida. Y la sensación que sintió aquel chico de 13 años en un teatro de Pisa, de que sería otro Verdi, se cumplió.
Millones de amantes de la música clásica así lo consideran hoy. Giacomo Puccini murió en noviembre de 1924. Tenía 66 años. A pesar del lujo que lo rodeaba, fue un melancólico que disimuló siempre su inexplicable tristeza interior, con una sonrisa exterior. Y las tristezas dibujan marcas, que las sonrisas no borran.
Y un aforismo final para este genio musical al que fama y dinero no lograron darle felicidad.
“La sonrisa puede ser el disfraz de la tristeza”.