La infancia de Evelyn en Tarentum, Pennsylvania, un lugar de minas de carbón y acerías, habrá durado hasta los diez años, cuando su papá, el abogado Winfield Scott Nesbit, de 40 años, murió de repente. Ocurrió apenas un año después de que la familia se hubiese mudado a la cercana Pittsburgh, en 1893. Su madre, que le puso a su hija su mismo nombre, Florence Evelyn, y su hermano Howard, dos años menor, se quedaron solo con deudas. Fueron desalojados de su casa y la mamá, desesperada, vendió casi todas sus pertenencias y se mudó con sus hijos a Filadelfia porque le habían dicho que allí podría hacer dinero como diseñadora de moda. En esta ciudad, obtuvo algo más modesto: un puesto como vendedora en uno de los locales de las grandes tiendas Wanamakers.
La preocupación para la señora Nesbit consistía en emplear a sus hijos, pero eran menores. Mintió sobre sus edades y los tres comenzaron a trabajar en Wanamakers. Su hija Evelyn ya entraba en la adolescencia, era una belleza que atraía las miradas de todo el mundo, incluso de las mujeres. Tenía ojos grandes y oscuros, una piel que parecía de loza blanca y una carita que mezclaba inocencia y mundanal experiencia, realzada por su cabellera color cobre. Tenía 14 años y parecía mayor. Mientras atendía en el mostrador, un artista local le propuso modelar para él. Su madre y Evelyn aceptaron y al poco tiempo ya fueron varios los artistas que la solicitaban.
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Florence Evelyn Nesbit, la modelo del glamour
Su madre, de inmediato, se dio cuenta de que ese era el camino hacia una vida más confortable, y se dedicó de lleno a representar a su hija. Arregló las cosas para triunfar donde había que triunfar: Nueva York. Para ello mantendría a rajatabla que Evelyn era ya mayor de edad modificando su fecha de nacimiento para eludir las leyes laborales. Lo demás estaba bajo su control, o sea, tenía una hija hermosa y seductora y varias cartas de recomendación de artistas de Filadelfia.
En 1900, al llegar a Nueva York, Evelyn trabajó como modelo para Frederick Stuart Church, Herbert Morgan, Gertrude Käsebier, Carl Blenner y Rudolf Eickemeyer Jr. Se transformó en la modelo del glamour; su imagen era reproducida en masa y pasó a formar parte de la cultura popular. Se convirtió pronto en la “it-girl”, es decir la chica del momento y, como no podía ser de otra manera por esos tiempos, también fue una de las Gibson girls o “la” Gibson girl. Charles Dana Gibson fue un ilustrador de revistas populares cuyos trabajos tenían una trascendencia enorme; muy reconocido y adulado, sus creaciones poseían su propio merchandising. ¿Cómo debía ser una chica Gibson? La pregunta estaba hecha para que Evelyn la respondiera. Alta, independiente, divertida, con un chispazo de picardía. El público comenzó a amar a Florence Evelyn Nesbit.
Gibson trabajaba para las principales publicaciones de Nueva York, en especial para Vanity Fair, Harper’s Bazaar y también para Life. Hizo un dibujo de Evelyn que tituló “The Eternal Question”, un retrato de perfil, con su abundante cabello formando un signo de interrogación. Evelyn también posó para el escultor George Grey Barnard, a quien inspiró para tallar su estudio Innocence, actualmente expuesto en el Museo Metropolitano de Arte. El triunfo de Evelyn llegó a un punto tan alto que, si se debiera comparar con el suceso de las mejores modelos, sin dudas fue la primera supermodelo de la historia.
Florence Evelyn Nesbit, actriz
Estaba en la cima del mundo cuando se le ocurrió ser actriz. Había una obra musical de argumento pobre pero muy de moda llamada Florodora. Evelyn integró el coro de seis muchachas que desfilaban en el escenario. La obra arrasó en Broadway y Evelyn, con 16 años, feliz, aumentó su caudal de admiradores y recibía propuestas de obsequiosos caballeros. Solo uno logró que ella aceptara su invitación, acaso a causa de su imagen paternal y a la vez dicharachera, un hombre de 46 años −diez más que la madre de Evelyn−, un reputado arquitecto llamado Stanford White.
Casado y con un hijo tres años menor que Evelyn, Stanford era un declarado calavera. Tenía enormes bigotes horizontales que sobresalían a ambos lados de su cara como dos espadas, que se volvieron entrecanos como sus cabellos. En 1900, buena parte de su obra había sido cumplida. Construyó el fabuloso Arco de Washington Square, el Bowery Saving Bank, y el Madison Square Garden, concebido como un gran centro de entretenimiento, para conciertos, bailes, obras de teatro, restaurantes, con una torre coronada por una estatua de Venus desnuda disparando una flecha con su arco. Era el arquitecto más famoso del país.
Evelyn lo tomó como un papá, al menos al principio. No se le cruzó por la cabeza que las intenciones del buen señor fueran las de pretender su maravilloso cuerpo. White hizo lo del pedófilo con dinero, le dio regalos carísimos, y con el consentimiento de su madre, llevó a Evelyn a fiestas de la alta sociedad, le presentó a multimillonarios, condes, políticos, gobernantes, ayudó a su familia, es decir le dio mucho dinero a la mamá de Evelyn y pagó la educación de su hermano en una escuela privada. Al tiempo, le sugirió a la señora Nesbit la idea de visitar a sus familiares de Pittsburgh, sobre todo para contarles sobre el presente venturoso de sus hijos. A la mujer le agradó la idea.
La “invitación”
Stanford le manifestó que él mismo y su personal se encargarían de cuidar de Evelyn. Era el principio de 1901. Apenas la señora partió, White invitó a Evelyn a su departamento en la torre del Madison pues iba a organizar una de sus lujosas fiestas. Evelyn se sorprendió al llegar porque no había más invitados. Stanford le dijo con una sonrisa y dos copas de champán en sus manos que había recibido noticias de que la mayoría, por diferentes razones, no podía asistir. Pero estaban allí y qué mejor, entonces, que beber champán. Tendrían un banquete para ellos solos. El cenaría con la modelo más hermosa del mundo. Evelyn se sonrojó. Estaba un poco desilusionada. Stanford era bueno, pero ella quería divertirse con sus amigas. Esperaba no aburrirse. Él le había ofrecido tres copas de champán Piper-Heidsieck mientras hablaban de futuras presentaciones de la chica.
A la quinta copa, Evelyn estaba mareada y poco le importaba que Stanford le dijera que estaban bebiendo el champán preferido de la reina Victoria. Stanford le dijo que le iba a mostrar el departamento. Tomó la botella y le ofreció su otra mano y ella, risueña por la champaña, la apretó como si lo saludara. El arquitecto la impulsó con suavidad para que se levantara del sillón. Cuando Evelyn se incorporó, le dio de beber de su propia copa y ella tomó la cintura de Stanford para no caerse.
El arquitecto la llevó hacia una habitación-dormitorio que quedaba en un piso superior. Ella le preguntó si el edificio llegaba hasta el cielo y él le respondió que llegaba hasta donde ella quisiera. Evelyn emitió esa risita que provocaba en Stanford un entusiasmo que lo llevó por primera vez a apretar la cintura de Evelyn. Cuando entraron, él le dio otra copa de champán. La chica vio que los cortinados eran verdes y que la habitación estaba llena de espejos, en todos lados, de todos los tamaños. Se estaba por quedar dormida. Apenas divisó la cama, se acostó.
A Stanford White, le pareció que sus propias manos temblaban cuando desnudaba a Evelyn, totalmente relajada; cada prenda que quitaba lo encendía más. Cuando Evelyn despertó, estaba junto a Stanford, ambos desnudos, y vio un poco de sangre en las sábanas. Evelyn comenzó a llorar y él le dijo: “No llores, gatito, ya todo ha terminado”. Y le alcanzó un kimono. Diría la modelo años después: “Me llevó a la habitación, recuerdo que bebí mucho champán y al otro día ya no era virgen”.
White se disculpó, pero le dijo que todo estaría bien siempre y cuando no le contara a nadie, especialmente a su mamá. Y Evelyn obedeció. Ella entendía que Stanford había hecho algo contra su voluntad, sin embargo, al referirse a su historia nunca habló de violación.
Durante seis meses, ellos se vieron casi todos los días. Para su cumpleaños número diecisiete, en diciembre de 1901, Stanford le regaló un collar de perlas auténticas, tres anillos de diamantes y un conjunto de pieles de zorro blanco. Evelyn, en ese lapso, se hamacó las veces que quiso en el columpio de terciopelo rojo, semivestida o desnuda, con el engranaje de la hamaca dispuesto para que saliera de la silla directamente caminando sobre la cama. Fue una relación de medio año durante el cual Stanford casi no visitaba a ninguna otra chica.
Cuando terminó la obra Florodora, Evelyn ganó un papel en The Wild Rose, que acababa de llegar a Broadway. Stanford movió sus contactos y el mecanismo de publicidad comenzó a funcionar. Evelyn, a esta altura, ya se había dado cuenta de que iba quedando atrás la ardiente relación sexual con Stanford, que ella ya no era la única que salía con el arquitecto –había ido anotando los nombres de las amantes en un cuadernito negro−, pero también entendía que él era un tipo que no olvidaba.
Todo el mundo estaba enamorado de Florence Evelyn Nesbit
Los hombres que iban a ver The Wilde Rose lo hacían para admirarla. Ramos de flores y regalos llegaba al camarín. Uno de esos hombres le envió flores las cuarenta noches que duró la obra en cartel, además de cartas de amor, anillos, vestidos, siempre con una cartita en la cual le expresaba que la amaba y que quería llevarla donde ella quisiera. Las cuarenta noches la respuesta amable de Evelyn fue que no. Este señor excéntrico o, para muchos, desequilibrado, era Harry Thaw, de Pittsburgh, heredero de una familia dedicada al negocio del carbón y los ferrocarriles, con una fortuna de 40 millones de dólares.
Según su madre, Mary Sibbet Copley Thaw, Harry fue un dolor de muelas desde que nació. Era sádico, violento y envidioso. En Nueva York, la popularidad de Stanford White y su destreza con las damas provocaron celos y paranoia en el heredero. White lo consideraba un desequilibrado mental y lo ignoraba. Thaw le tenía un odio feroz.
Thaw perseguía hasta el cansancio a Evelyn, proponiéndole no ya que aceptara una invitación para ir a cenar sino, directamente, matrimonio. En 1902, al fin Thaw tuvo recompensa a su insufrible insistencia y logró, por un intermediario, que Evelyn aceptara conocerlo. Sería en un restaurante, para merendar. Thaw entró en el salón, se arrodilló a los pies de Evelyn y besó el dobladillo de su vestido. A Evelyn, no le caía ni bien ni mal. No le caía. Era un tipo neurótico, poseedor de una figura insulsa. Ella no quería saber nada con Thaw y sus ojos desorbitados. La madre de Evelyn pensaba otra cosa. Le dijo a su hija que un casamiento con Thaw les aseguraba el porvenir.
En 1903, Harry invitó a madre e hija a realizar un largo viaje por Europa. La señora Nesbit regresó sola y cansada a los Estados Unidos. Evelyn y Harry quedaron solos en París ¡Qué mejor ciudad para pedirle la mano a la mujer amada! Eso fue lo que hizo Thaw y Evelyn le dijo que no. El le suplicó que le diera las razones de su negativa y ella le contó toda su relación con Stanford White, incluso sobre aquella noche que perdió la virginidad. Thaw exclamaba a cada rato: “¡Oh, pobre niña!”.
Semanas después visitaron un castillo en Austria. Ellos tomaron el tour que incluía pasar una noche en ese lugar. Evelyn dormía cuando de golpe se despertó por una presencia aterradora a su lado. Era Thaw, con los ojos fuera de sus órbitas, desnudo y con una fusta en la mano. Quitó las sábanas que cubrían a Evelyn y le pegó con la fusta hasta hacerle sangrar las piernas, luego la violó mientras insultaba a Stanford White por pervertido.
El casamiento de Florence Evelyn Nesbit
Después de esto, nadie pensaría en un matrimonio entre Evelyn y Harry. Durante dos años, Thaw le hizo regalos fastuosos a la madre de la joven y cambió radicalmente su actitud hacia Evelyn. El 5 de abril de 1905, Evelyn y Harry se casaron y se mudaron a una mansión en Pittsburgh con la madre de Thaw. A los largo de los siguiente 14 meses, Evelyn se sintió como una prisionera y no se cansaba de arrepentirse de haberle hecho caso a su madre.
En 1906, la pareja decidió visitar Inglaterra. Ella estaba contenta porque saldría de su “prisión” de Pittsburgh. Incluso convenció a su marido de pasar una semana en Nueva York antes de partir. Al anochecer del 25 de junio, fueron a cenar con dos amigos. Harry les comunicó que había comprado entradas para ver luego un musical, Mam’zelle Champagne, en el Madison Square Garden.
Al llegar al Madison, Harry se enteró que Stanford White iría a ver el espectáculo. A eso de las once de la noche, apareció el arquitecto, casi sobre el final de la obra. Se sentó a cinco filas del escenario. Evelyn, nerviosa, dijo que ya era hora de retirarse y se dirigió hacia la salida junto con sus amigos, pero Thaw fue corriendo a la mesa de Stanford, se paró a tres metros y sacó un revólver. Disparó y dio en el hombro del arquitecto. Thaw se acercó a menos de un metro y disparó dos veces más; ambos disparos dieron en la cabeza de Stanford. Thaw gritaba con gran excitación: “¡Lo hice porque arruinó a mi esposa!”.
A las tres de la mañana del día 26 de junio, Thaw entró en la prisión acusado de asesinato. Evelyn escapó de la prensa y estuvo dos días en la casa de un amigo sin pegar un ojo. Además, se separó de su madre y durante muchos años no le habló más.
Florence Evelyn Nesbit y el primer juicio del siglo
Los periódicos sensacionalistas machacaban sobre los detalles sórdidos de la relación de Evelyn con White y Thaw. La atención fue tan grande y el público estaba tan hambriento de cualquier detalle relacionado con este asunto que se preveía un juicio sensacional. Se lo llamó “El juicio del siglo”. Fue la primera vez que se utilizó esta expresión.
Mientras Evelyn y su mamá se separaron, Harry y la suya se unieron. Mary Sibbet Copley Thaw se dispuso a defenderlo a cualquier costo. A sus abogados, les puso una condición de hierro: de ninguna manera aceptaría que a su hijo lo declarasen loco. Lo deberían librar de prisión pero con otra estrategia. No podía permitir que se dijera que los millonarios Thaw eran una familia de locos. Sólo admitía que se alegara que Harry había tenido un rapto de locura, que era diferente.
También Mary le hizo una oferta a Evelyn: seguridad financiera a cambio de que ella declarara que Stanford White era un pervertido abusador (esta acusación era cierta) y presentara a Harry como un caballero con todas las letras (esta afirmación era falsa). La señora, además, le advirtió: si su hijo era condenado, ella no recibiría un solo dólar, y por eso su testimonio debería ser muy convincente. El juicio comenzó el 23 de enero de 1907.
El 12 de abril, el jurado informó que estaba estancado: siete jurados encontraban a Thaw culpable de asesinato, cinco votaron por no culpable por razón de locura. Se debía hacer un nuevo juicio, que comenzó el 6 de enero de 1908.
Esencialmente los mismos testigos, incluida Nesbit, testificaron como en el primer juicio. Sin embargo, esta vez el jurado, el 1º de febrero de 1908, después de menos de cuatro semanas, encontró a Thaw no culpable por razón de locura. El juez Victor J. Dowling envió a Thaw al asilo para criminales insanos en Matteawan, Nueva York.
El 25 de octubre de 1910, Evelyn tuvo un hijo al que llamó Russell William Thaw. Afirmó que la criatura era hijo de Harry Thaw, concebido durante una visita conyugal mientras Thaw estaba en el Hospital de Matteawan. Thaw nunca lo reconoció como suyo. La familia de Harry dejó de darle apoyo financiero a Evelyn. La pareja se divorció en 1915.
Harry Thaw pasó el resto de su vida entrando y saliendo de manicomios. Se escapó del Matteawan y huyó a Canadá, pero pronto lo atraparon y lo enviaron a Nueva York. Liberado brevemente de los asilos por la actuación de innumerables abogados que aún conservaba su madre, Thaw fue arrestado en 1917 por secuestrar, azotar y violar a Frederick Gump, de 19 años, casi hasta la muerte, en la ciudad de Kansas City. Su relación con Gump venía desde 1915. Thaw se había ganado la confianza de la familia Gump con el pretexto de que Frederick fuera a Nueva York para inscribirse en el Carnegie Institute. Hasta le había reservado una habitación en un hotel. El New York Times informó que apenas llegó el chico, Thaw, armado con un látigo corto y fuerte ‒como el que había utilizado con Evelyn en París unos años atrás‒, lo golpeó y violó.
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Después del asalto, Thaw huyó, pero fue capturado. Lo declararon un sátiro chiflado y lo confinaron en un asilo. Recuperó su libertad en abril de 1924. Desde entonces, apareció cada tanto en las noticias en relación con fiestas descontroladas y brutales o demandas de coristas que lo acusaban de haberlas golpeado y azotado. Siempre le preguntaban sobre el crimen de Stanford White y siempre respondía lo mismo: “No estoy arrepentido en absoluto. En las mismas circunstancias, lo mataría mañana”. Murió a los 76 años en 1947.
Evelyn tuvo un modesto suceso trabajando en vodevil y películas mudas; al menos en seis de ellas lo hizo con su hijo Russell. Se volvió a casar con el bailarín Jack Clifford, pero él no soportó la fama de Evelyn y la dejó en 1918. Ya en los años veinte, dirigió un salón de té en Manhattan, pero se volvió alcohólica y drogadicta. Se supo de ella muchos años después, ya en los `40. Vivía en Los Ángeles y enseñaba cerámica y escultura. Evelyn Nesbit, la primera supermodelo de la era moderna, murió en un hogar de ancianos en Santa Mónica, California, en 1967, a los 82 años.