Iberá estaba en mi lista de destinos pendientes desde hacía ya tiempo. Venía postergando el destino porque creía que era más inaccesible en términos, justamente de accesibilidad geográfica de lo que realmente es. Junio fue el mes elegido y todo resultó espectacular. Sobre todo, porque fue un viaje con sentido.
Desde hace tiempo, no viajo porque sí. Los lugares me tienen que dejar algo en términos de naturaleza, de cultura, sembrar algo en mi alma. Los Esteros del Iberá tienen toda esa magia, potenciada por almas que se dedican a la conservación.
Iberá, agua que brilla
Eso quiere decir Iberá en guaraní. Los Esteros del Iberá están en Corrientes. El segundo humedal más grande de América del Sur es uno de los destinos más elegidos por los viajeros del mundo interesados en la naturaleza, la biodiversidad y los paisajes. Muchos argentinos se enteraron de su existencia por los incendios voraces y me apena reconocer que este tipo de regiones suela ser más apreciado por personas que viven en el exterior que por muchos de los locales.
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El Iberá recibe sus aguas de las lluvias que, por cierto, son cada vez menos abundantes. Los ambientes naturales más populares son los ríos, esteros y lagunas. En las tierras más altas, hay pastizales, palmares y montes nativos.
La fauna es un festival de diversidad y colores. Vi decenas de yacarés, carpinchos por cientos, ciervos de los pantanos, corzuelas, zorros grises, monos carayás y aves de todas las especies y colores. Gracias al trabajo de Rewilding Argentina se han reintroducido especies extintas o casi en extinción como el guacamayo rojo, el oso hormiguero, el aguará guazú y el yaguareté.
Son más de trescientas las especies de aves que hacen de los Esteros una de las mecas de los “bird watchers” del mundo. El parque está dentro de la llamada Reserva Natural del Iberá, creada en 1983, que abarca 1.300.000 hectáreas. Hay varios portales de acceso con ingresos independientes: Cambyretá, San Nicolás, Laguna Iberá y Carambola.
Los antiguos mariscadores (que en Corrientes cazaban fauna autóctona) fueron convocados hace años para resguardar los recursos naturales. Muchos de ellos son hoy guardafaunas y los principales centinelas del ecosistema.
Qué hacer en los Esteros del Iberá
Los días transcurren en la placidez natural de un ecosistema único. Trekkings sin demasiada dificultad, paseos en kayak o lancha por la laguna Iberá, cabalgatas (no es mi opción, pero muchos visitantes las toman) y mateadas eternas con chipá y mbeyú. Y, me atrevería a decir, de los mejores atardeceres que he visto en mis viajes.
Es este un destino para amantes de la naturaleza y la contemplación. Adoradores del consumo, abstenerse. No es el lugar para ir “de shopping” aunque las artesanías de los emprendedores locales son una tentación. La señal de Internet puede fallar en muchos lugares y es allí justamente en donde radica el encanto.
En la reserva provincial, hay un centro de interpretación que provee al visitante de un marco referencial. Siempre es bueno recorrer con guías, que conocen la zona al dedillo y ven lo que los foráneos no solemos ver. Los senderos son excelentes y están bien demarcados. En el portal Laguna Iberá, hay que abonar una entrada que sirve para ingresar varios días. Hay descuentos para jubilados y estudiantes.
La navegación por la laguna en lancha es el Disney de los animales. La profusión de fauna deja con la boca abierta. También es muy agradable recorrer la laguna en kayak. No ofrece casi riesgo pues sus aguas son amables y, al estar el caudal de agua tan bajo, las profundidades no asustan.
Mi viaje a los Esteros del Iberá
Llegué a Mercedes después de 9 horas de viaje en ómnibus. Si las compañías de micros se comportan correctamente y llegan en horario (no fue el caso al regreso, pero sí a la ida), esta es una de las mejores opciones para llegar. Luego sigue otro tramo al portal Carlos Pellegrini, el pueblo con mejor infraestructura para el visitante. Abundan allí posadas y facilidades de alojamiento para todos los presupuestos. También, un camping municipal en perfecto estado.
Los aeropuertos principales (Posadas y Corrientes) se encuentran lejos de los esteros y hay un tramo largo de ruta que termina casi equiparando el tiempo de viaje al del colectivo + transfer a la Colonia.
Me alojé en dos de las estancias de Rewilding Experience, Rincón del Socorro y Estancia Iberá que destinan los fondos de sus dos emprendimientos hoteleros a la encomiable tarea de conservación del medioambiente.
Las 3 formas de llegar a los Esteros del Iberá
- En vehículo propio, el camino desde Mercedes es completamente transitable. Desde la ciudad, son 90 kilómetros hasta Rincón del Socorro, de los cuales los primeros 50 son de asfalto y los 40 restantes de ripio (que se ponen algo difíciles para un vehículo común si es que llueve).
- Tomando un vuelo doméstico a Corrientes o Posadas. Lo que comentaba antes: hay muchas horas de viaje por tierra si uno llega a los aeropuertos de las grandes ciudades. Tanto como para dar un ejemplo, hasta Rincón del Socorro hay aproximadamente cinco horas de viaje. Para llegar a otros alojamientos en Colonia Carlos Pellegrini, por ejemplo, se pueden contratar transfers en las ciudades de Corrientes, Posadas o Mercedes.
- En Rincón del Socorro, hay pista de aterrizaje privada y se ofrecen traslados aéreos.
Un aparte para el puente que cruza a Colonia Carlos Pellegrini. Fue construido provisoriamente hace más de 50 años y su estado es lamentable. Es el único acceso al Portal Laguna Iberá y al pueblo. Actualmente lo están reparando y eso hace que haya horarios en que el acceso al parque provincial esté cerrado.
Es importante averiguar los horarios de reparación –que son cambiantes– para no “clavarse” y perder alguna excursión o peor aún un avión de regreso a casa.
Rewilding o volver salvaje
Mis viajes, te contaba, suelen tener un “para qué”, algo que me llegue al corazón o tenga una causa detrás, más allá del turismo propiamente dicho. En este caso, conocer mejor el concepto de rewilding (en español “volver salvaje”).
Las estancias en que me alojé destinan sus ingresos a la restauración de ecosistemas. Se busca que los ecosistemas –en este caso los de los Esteros del Iberá- vuelvan a ser funcionales, a través de la reintroducción de especies nativas extintas –o en proceso de extinción- y que se regenere el hábitat e degradado por la explotación sin límite de los recursos naturales.
Es una tarea que requiere de equilibrio y sensibilidad y de la gestión conjunta con las comunidades locales para lograr un balance entre desarrollo económico y turístico y conservación de la biodiversidad. El actor clave fue la anteriormente llamada CLT -Conservation Land Trust-, ahora Rewilding Argentina, fundada en 1977 por el filántropo Douglas Tompkins.
El modelo es la compra o restauración de territorios y su posterior donación al Estado nacional con el compromiso de protección por parte del mismo. Esta labor filantrópica lleva millones de hectáreas restauradas en la Argentina y Chile y pese a la nobleza de su fin, no ha carecido de resistencias durante décadas. ¿Por qué? Simplemente porque frena la impunidad de, por ejemplo, ciertos emprendimientos productivos que, en pos del lucro, destruyen ecosistemas.
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La reconstrucción de Iberá comenzó en 2018 y algunos de los animales reintroducidos son los osos hormigueros, tapires, pecaríes y la estrella, que ya circula en libertad por la isla San Alonso de los Esteros tras más de 70 años de extinción: el yaguareté.
Hoy, Iberá es uno de los destinos de naturaleza más admirados del mundo.
Algunas sugerencias extra sobre los Esteros del Iberá
- Tres o cuatro noches alcanzan para llevarse un buen panorama de los Esteros.
- Para un descanso total, quizás extender la estadía un poco más.
- En solo cuatro días viví temperaturas invernales y veraniegas, lluvia copiosa incluida.
- Moraleja: llevar abrigo, remeras, impermeable y botas de trekking en lo posible.
- Infaltable el repelente de insectos pues los mosquitos son voraces.
(*) Valeria Schapira es escritora y creadora de #ViajoSola. Instagram y podcast.