La relación entre el Reino Unido y la República Argentina acompañó toda la historia independiente de nuestro país. Es cierto que, sobre todo en los tiempos posteriores a la guerra de 1982 por las islas Malvinas y hasta ahora, se hace hincapié en los aspectos conflictivos de los 210 años de contacto entre los dos estados, más que en los hechos de amistad y colaboración.
Pero desde 1806 (fecha de la primera invasión a Buenos Aires por tropas británicas), gobernaron el Reino Unido diez monarcas, contando al novel Carlos III, y en ese tiempo la Argentina tuvo una Junta Gubernativa, una Junta Grande, dos triunviratos, seis directores supremos, dos presidentes legales, dos presidentes de la Confederación y cuarenta y cinco presidentes constitucionales.
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Jorge III
Vamos a recordar en este recorrido cronológico como se vivió en el país la muerte de los monarcas británicos. El 29 de enero de 1820 moría en el castillo de Windsor Jorge III, reinado marcado por la pérdida de las colonias norteamericanas y las guerras contra Napoleón Bonaparte.
Mientras tanto las Provincias Unidas del Río de la Plata estaban en guerra civil contra la Liga de los Pueblos Libres y el triunfo en la batalla de Cepeda el 1° de febrero del mismo año del santafesino Estanislao López sobre el porteño José Rondeau causó la disolución del gobierno central. Por esa razón no hubo ningún tipo de homenaje por el rey muerto, a pesar que por entonces los británicos eran la mayor comunidad extranjera en el río de la Plata.
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El 12 de mayo de 1825 los gobiernos de las Provincias Unidas y del Reino Unido dieron vigencia al Tratado de Amistad, Comercio y Navegación, primer acuerdo diplomático que firmaba nuestro país con una potencia extranjera, aún vigente. El rey Jorge IV aceptaba la independencia proclamada el 9 de julio de 1816 y fue fundamental el rol del canciller británico George Canning. Es interesante transcribir el artículo 1° de ese tratado: “Habrá perpetua amistad entre los dominios y súbditos de S. M. el Rey del Reino Unido de la Gran Bretaña, e Irlanda, y las Provincias Unidas del Río de la Plata y sus habitantes”.
Jorge IV
En 1830, en su tarea de restaurador de las leyes, que eran las del liberal Bernardino Rivadavia, y con el fin de garantizar la libertad de cultos, el gobernador Juan Manuel de Rosas entregó a la comunidad británica un terreno que había pertenecido a la Orden Mercedaria para la construcción de la que sería la primera iglesia protestante en Sudamérica: la catedral anglicana de San Juan Bautista en la porteña calle 25 de mayo 276 inaugurada en mayo de 1831. Por esos tiempos moría en Windsor el rey Jorge IV, por lo que se improvisó un funeral en la capilla del antiguo cementerio británico, ubicado en un terreno lindero a la iglesia del Socorro cerca de Retiro.
Guillermo IV
En 1837 moría Guillermo IV, el rey que abolió la esclavitud en el imperio británico. Era una época de buenas relaciones entre el Reino Unido y la Confederación Argentina, por lo que el gobernador Rosas, quien transitaba su segundo período de gobierno, asistió a los solemnes funerales que se celebraron en la Catedral de San Juan Bautista, además de decretar duelo oficial y cese de todas las actividades.
A partir de entonces Rosas ordenó celebrar cual feriado nacional el cumpleaños de la sucesora, Victoria. Luego vendrían los tiempos borrascosos del bloqueo anglo – francés, que desembocaron en el combate de la Vuelta de Obligado en 1845, pero finalmente cuando Rosas fue vencido en la batalla de Caseros en 1852, el restaurador eligió vivir su exilio en Southampton, en el sur de Inglaterra durante un cuarto de siglo. Sin duda, Rosas se sintió siempre cómodo con los británicos.
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Victoria
El larguísimo reinado de Victoria, que duró casi 64 años, iba a ser testigo del fin de las guerras civiles argentinas, la sanción de la Constitución Federal de 1853, la unión nacional y las presidencias organizadoras y fundadoras del estado moderno. Cuando murió en 1901 gobernaba el país Julio Argentino Roca y tuvieron lugar en Buenos Aires los funerales reales más imponentes que se recuerdan en la Catedral anglicana, que contaron con la asistencia del vicepresidente Norberto Quirno Costa y miles de personas que colmaron las calles del centro.
Eduardo VII
Eduardo VII recibió a Roca en su castillo en 1905 y tuvieron un delicioso diálogo a raíz del mal inglés que hablaba el argentino. El rey le dijo que había tenido “a bad professor” (un mal profesor) y le recomendaba “a bed professor” (una profesora de cama), es decir que le sugería recurrir a una amante para mejorar su pronunciación. La muerte del rey Eduardo se produjo el 6 de mayo de 1910 en el Palacio de Buckingham (fue el único rey en morir allí hasta hoy) y fue un dolor de cabeza para las autoridades en Buenos Aires.
Cuando varias delegaciones europeas habían partido hacia el país para participar del Centenario de la Revolución de Mayo, el telegrama desde Londres que anunciaba el deceso real cambió todo. Varios dignatarios extranjeros ordenaron virar sus naves rumbo a Gran Bretaña y los porteños debieron consolarse con unos funerales porteños de Eduardo VII que pasaron desapercibidos al coincidir con las grandes fiestas celebradas en la capital.
Jorge V
El siguiente rey en morir fue Jorge V en 1936. Eran buenos años en la relación entre la Argentina y Gran Bretaña, poco tiempo después de la firma del discutido pacto Roca – Runciman. Gobernaba el general Agustín P. Justo, quien participó de los funerales georgianos en San Juan Bautista. La abdicación de Eduardo VIII, disimulada en un tema de amor pero en realidad una forma elegante de sacar del medio a un monarca con simpatías nazis, fue ignorada por todos y quedó limitada a los medios del corazón.
Jorge VI e Isabel II
El último funeral celebrado en la Argentina fue el de Jorge VI en 1952. Lo organizó la comunidad británica ante la indiferencia oficial del gobierno de Juan Perón. En estos días seremos testigos de los funerales de homenaje a Isabel II. Fue la reina que estuvo en el trono más tiempo en la historia, ya que el francés Luis XVI, si bien ciñó la corona un año y medio más, en el inicio de su reinado era menor de edad y contó con su madre como regente. Este 22 de septiembre, luego de setenta años, la Catedral porteña de San Juan Bautista volverá a ser el escenario de una conmemoración solemne. Tal como reza el dicho monárquico: “Muerta la Reina, Viva el Rey”.
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