Hay una regla no escrita que, sin embargo, suele cumplirse con bastante exactitud: las modas resucitan cada veinte años. En el imaginario colectivo, más de dos décadas es vintage y menos nos resulta demasiado reciente. De ahí la disección, casi pieza por pieza, de toda la moda de los noventa. En los últimos años, hemos revivido el grunge, los trajes de chaqueta de Clueless y la logomanía chandalera. Ahora que se cumplen 20 años del estreno de Matrix, le toca el turno al cuero, a las botas militares y al negro de pies a cabeza.
Ya poco después de su estreno (la película recaudó 463 millones de dólares en todo el mundo) las pasarelas sucumbieron al look distópico. Tras el desfile de Dior Alta Costura de otoño del 1999, John Galliano afirmaba haberse inspirado en la película. “Tienen que tener un lado romántico, por las clientas, pero los vestidos se proponen reflejar la maldad”, decía el diseñador.
El inicio del siglo XXI fue el del cuero negro en largos abrigos, pantalones y hasta camisas firmados por Yves Saint Laurent (con Hedi Slimane al frente) o Balenciaga. Raf Simons diseñaba el nuevo uniforme del techno; y en las colas de clubes -como el mítico Berghain- aún pueden verse colas de jóvenes disfrazados de Neo. “Eran los ’90, todo era monocromático y el mundo era desapacible. Supongo que sin tener en mente crear moda, conecté de algún modo inconsciente con aquella época”, contaba recientemente la estilista de la película, Kym Barret, a Vulture.
Pero aunque vivimos una época igual o más incierta que la de hace dos décadas y la distopía, de algún modo, es tendencia, la culpa del regreso de Matrix a los armarios no la tuvo una reflexión social (eso vino después), sino un email. El correo que Kanye West le envió a Kim Kardashian hace un par de años y que la estrella recordó en un episodio de su reality: “Kanye me ha dicho, ‘Tira las gafas grandes, Ahora se llevan pequeñas”. El resto es historia.
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Porque, aunque no se sabe qué fue primero, si la tendencia o la influencer, lo cierto es que, desde aquel momento, esa población de Instagram que imita a las celebridades, empezó a llevar las gafas minúsculas que creó el diseñador Richard Walker para los protagonistas de la película. Balenciaga, en su desfile de verano de 2017, les dio el estatus de objeto de deseo y la tendencia todavía sobrevive y sobrevivirá este otoño.
Esta vez, además, y por si quedaba alguna duda de la referencia de origen, las minigafas se combinan con cuero. No solo vuelven los abrigos largos, también los pantalones de polipiel y las botas de inspiración industrial. Al menos, eso creen nombres tan dispares como Alexander Wang, Bottega Veneta, Prada o Roberto Cavalli. Si insignias de estilos tan distintos están de acuerdo, será por algo.
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Barret explica cómo se inspiró en su momento: "La idea del utilitarismo que asociamos a la ropa del futuro. El abrigo largo funciona con el movimiento igual que una capa de superhéroe”. En realidad, hasta la forma de vestir el futuro sigue sus propias modas. Si en los sesenta y setenta el cine de ciencia ficción se vistió con prendas minimalistas blancas o plateadas, en los noventa, la distopía se sumó a la estética cyberpunk, es decir, a la ropa negra de inspiración industrial. Matrix fue, en este sentido, la más influyente, aunque no la primera: antes estuvieron, entre otras, Demolition Man (1994) o El Cuervo.
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¿Volver a Matrix en 2019? A fin de cuentas, en lo social, poco o nada ha cambiado. La incertidumbre y la alerta a corto plazo son más flagrantes que nunca. En lo estético, que siempre va unido a lo social, el chandalismo es ya demasiado ubicuo como para durar mucho más. Y la ley del revival a los veinte años siempre se cumple: desempolven sus abrigos de cuero.