En Wenzhou, "capital mundial del calzado", las fábricas funcionan a media máquina debido a la epidemia de coronavirus, que dificulta el regreso de vacaciones de los obreros que quedaron confinados en sus provincias de origen.
En este periodo del año, la fábrica de calzado Xuda suele estar a pleno rendimiento, después de que los empleados hayan regresado de las vacaciones del Año Nuevo chino.
Pero la epidemia de COVID-19 frenó parte de la maquinaria tan bien engrasada de la planta, en la que trabajan un millar de personas, en Wenzhou, ciudad costera orientada a la exportación, a unos 450 km al sur de Shanghái.
Sólo un tercio de la mano de obra sigue trabajando en la fábrica, mientras que el resto de empleados están bloqueados por las restricciones a los transportes, medidas de cuarentena o por el miedo a viajar en un periodo de contagio potencial.
En China hay unos 240 millones de trabajadores migrantes, campesinos empleados en las regiones industrializadas del este y del sur del país. Estos suelen volver a sus casas por el Año Nuevo chino, que este año cayó el 25 de enero, justo cuando empezaban a aplicarse las primeras medidas de cuarentena en Hubei (centro), donde emergió la epidemia.
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Ahora, la neumonía ha infectado a casi 80.000 personas en China continental, donde fallecieron casi 3.000 enfermos, y a la fábrica Xuda le tomará semanas recuperar su capacidad de producción anual de 7 millones de pares, admitieron los directivos de la empresa.
Ciudad fantasma
La situación es particularmente tensa en Wenzhou, pues es una de las ciudades más afectadas fuera de Hubei, con un muerto y 500 casos de contagio. El ayuntamiento de la ciudad, que cuenta con unos 3 millones de habitantes en su zona urbana, impuso a principios de febrero medidas de confinamiento muy estrictas y restringió la circulación.
"Las fábricas que quieren arrancar no tienen mano de obra suficiente. La economía de la ciudad sufrirá, necesariamente", observó Yang Wenjiang, uno de los jefes de Xuda. "Sin obreros, no podemos producir y si no podemos reanudar la actividad, no podemos aceptar pedidos", explicó a AFP.
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La actividad manufacturera en China cayó en febrero a un nivel nunca visto, según un indicador publicado el sábado. Pero es que ni las cifras hacen falta: un simple paseo por las zonas industriales de Wenzhou, cuyo tejido industrial está especializado, además del calzado en la moda y la industria óptica, basta para ver que la economía china está enormemente paralizada.
Por la avenida Capital del Calzado, decenas de fábricas especializadas en ese sector están cerradas o trabajando a muy bajo rendimiento. El ambiente recuerda al de una ciudad fantasma.
Colectivos para ir a trabajar
En Xunda, para incitar a sus trabajadores a que acudan a trabajar, la empresa alquiló colectivos para que recojan a los empleados, a veces a más de 1.000 km de distancia.Es el caso de Wang Changwen, de 28 años, feliz porque la semana pasada pudo regresar a Wenzhou desde su provincia, Guizhou, en el suroeste.
A los obreros que no retoman el trabajo no se les paga, por lo que las familias estancadas en zonas rurales están perdiendo mucho dinero."En mi pueblo, la gente está preocupada. Los ingresos están bajando", explicó Wang.
Según Pekín, la mayoría de las empresas industriales reanudaron la actividad, pero según analistas independientes, sólo un tercio de los obreros se ha reincorporado a sus puestos de trabajo.
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Wang Jin, propietario de una fábrica de gafas, Azure Eyeglass Company, asegura que su empresa ya alcanzó el 50% de su capacidad de producción y que, para finales de mes, rendirá al 90%."Si limitamos las pérdidas al 15% anual, estaremos contentos", señaló.
Sin embargo, Chris Schell, director para China de Sourcing Allies, un gabinete sueco que ayuda a las empresas a encontrar productores en China, apuntó que la epidemia podría disuadir a los compradores de viajar al país para hacer encargos.
Aún así, matizó, la caída no debería prolongarse, porque China "está tan metida en la senda del éxito que un viaje de menos no la hará tropezar".
*AFP