Los salones dorados de una gran casa del siglo XVIII fueron el lugar sagrado para el desfile de Valentino -una oda al negro- en la Semana de la Moda de París.
El diseñador Pierpaolo Piccioli dijo que “se acercó al negro como un lienzo, un punto de partida sobre el cual construir... siluetas que podían moverse mientras buscaban luces a su alrededor, para empaparlas y reflejarlas”.
El modisto quedó fascinado por las contradicciones de este color: utilizado para uniformar e individualizar, representa sobriedad y exuberancia, carece de luz pero absorbe reflejos, y así creó #VALENTINOLeNoir.
Así, con un tinte del apogeo y el glamour de Valentino de los años 80, los looks completamente negros recorrían la pasarela, mientras la ropa de día y la de noche se hacía indistinguibles debido al intenso atractivo del color.
Los looks característicos de la casa se reinventaron con un toque moderno: una voluminosa roseta negra que adorna una manga, la seda escalonada, las faldas de corte A acentuadas con volados tubulares.
Las plumas, los cueros, las lentejuelas y los encajes sumaron texturales sutiles para que la colección no cayera en la monotonía. La serie de vestidos que terminaron el desfile fueron un estudio de elegancia.
Todos los accesorios fueron negros, incluido los labiales de las modelos. Y Piccioli rescató algunos diseños de Valentino Garavani para rejuvenecerlos, como el icónoco #LocòBag, con un complejo bordado de flores.
