Carolina Herrera se presentó en la Semana de la Moda de Nueva York con una colección de otoño-invierno inspirada en la emperatriz Sisi de Austria (1837-1898), caracterizada por las prendas joya, las siluetas femeninas y los colores de las piedras preciosas.
La casa fundada por la diseñadora venezolana, que cedió las riendas creativas hace unos años a Wes Gordon, volvió a recrear un salón aristocrático en el Hotel Plaza y desplegó medio centenar de conjuntos en los que predominaron los vestidos para todo tipo de ocasiones.
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Entre sus propuestas, para el día se destacaron varios minivestidos, como uno de tweed blanco en manga corta recubierto de joyas plateadas y verdes en el pecho, el cuello y la cintura, y otro de color rosa fucsia en manga larga y líneas de pedrería bordadas en el mismo color.
Para las galas de noche, Gordon invitó a la mujer a lucirse con vestidos de cuerpo entallado y falda voluminosa, como uno en seda lila con volado y escote de tul negro, pero también túnicas ajustadas lisas en satén de color lima o fresa, con capas hasta el codo.
Manteniendo el maquillaje y el peinado simples y apostando por el taco aguja y los bolsos pequeños en todo momento, la casa de modas dio espacio a la fantasía en algunos conjuntos con pompones enormes formados por volados de tul en blanco y negro o amarillo canario.
También mostró opciones más casuales que han estado presentes en las últimas colecciones: no faltó la emblemática combinación de camisa blanca y pantalón ajustado, y los estampados de flores o de raya marinera ancha.
Wes Gordon, el hombre detrás de Carolina Herrera
Gordon, recibido con aplausos al final de la presentación, contó con Herrera en primera fila acaparando todas las miradas entre famosas e “influencers” y sobre la pasarela desplegó a modelos con diversidad de razas y tallas, algo cada vez más habitual en el sector.
Según indicó el diseñador en una nota, la colección bebe de la “dicotomía de disciplina y majestuosidad” de la emperatriz Sisi y recupera su “opulencia extrema” en cuanto a artesanía, que considera que no está reñida con “la comodidad y modernidad”.
Esa intención se reflejó, especialmente, en piezas innovadoras y urbanas, como un vestido, una chaqueta corta tipo plumas y una capa, todo en lúrex dorado.
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