Lamentamos informarles que este año no habrá pezones al descubierto en la alfombra roja del Festival de Cannes. Oficialmente, “por razones de decencia”, no habrá ningún tipo de desnudo. Nada de “vestidos desnudos”, pues, y al parecer tampoco nada de lo contrario: “atuendos voluminosos”, incluidos vestidos con cola que se roben la atención.
Todo esto es nuevo, ya que el opulento evento de 12 días que comenzó el martes anunció estas normas apenas un día antes. Y, teniendo en cuenta lo bien que se lo han pasado a lo largo de los años las celebridades que han acudido a la alfombra roja con poco o demasiado atuendo, con el fin de lucir lo mejor posible y, quizás, protagonizar un momento viral, todo esto parece especialmente molesto.
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Sí, es un inconveniente para las estrellas, quienes planifican sus atuendos con meses de antelación. También es malo para nosotros, los fans, que vivimos para estas cosas que obviamente nunca nos pondremos.
"No necesitamos entes gubernamentales que gobiernen nuestros cuerpos”.
El juego de poder de Cannes es insensible en el mejor de los casos y misógino en el peor. Además, se produce en un momento en que la autonomía de las mujeres sobre sus cuerpos está amenazada en todo el mundo. La estilista Karla Welch, entre cuyas clientas se encuentran Hailey Bieber, Tracee Ellis Ross y Karlie Kloss, dijo: “No le corresponde a nadie decir a las mujeres cómo deben expresarse”. Y añadió: “No corresponde a un órgano de gobierno decirnos cómo ser en el mundo. No necesitamos entes gubernamentales que gobiernen nuestros cuerpos”.
“En nuestra cultura de la alfombra roja, si una mujer solo lleva un vestido bonito, dirán cosas como: ‘Es tan aburrida. Es tan simplona’”, dijo Mickey Boardman, director de proyectos especiales de la revista Paper. “Las mujeres son crucificadas hagan lo que hagan. Les dices que tienen que ser una cosa, y ahora las castigas. Es ridículo”.
En cuanto a la orden de reducir el volumen, elimina la posibilidad de que una mujer (o cualquier persona de cualquier expresión de género que se digne a ponerse un vestido, en todo caso) se atreva a ocupar un poco de espacio, como hizo el año pasado la actriz dominicana Massiel Taveras con una exuberante cola que caía en cascada por las famosas escaleras de Cannes. Acabó teniendo un altercado verbal con un guardia de seguridad tras abanicar su vestido. Ese mismo año, el mismo guardia de seguridad pisó la parte del final del vestido de Kelly Rowland.

Quería saber si de ahí venían estas normas, de la mala prensa que con razón tuvo Cannes. Pero la oficina de prensa no respondió directamente. Lo que sí me envió por correo electrónico fue lo siguiente: “El Festival de Cine de Cannes ha dejado claro en sus estatutos ciertas normas vigentes desde hace tiempo”, y añadió: “No se trata de regular la vestimenta en sí, sino de prohibir el desnudo integral en la alfombra roja, de conformidad con el marco institucional del certamen y la legislación francesa. En los casos en que las prendas sean excesivamente voluminosas, el festival se reserva el derecho de negar el acceso a las personas cuyo atuendo pueda obstaculizar la circulación de otros invitados o complicar la disposición de los asientos en las salas de proyección”.
El Festival de Cannes nunca ha sido tan puritano
Me cuesta creer que los Oscar —por no hablar de la Gala del Met— puedan admitir atuendos exageradamente grandes, pero Cannes no. He pedido a la oficina de prensa que defina “desnudez integral”, que confirme si los trajes transparentes están permitidos y que explique quién, exactamente, ha exigido este manifiesto sartorial. Aún no ha respondido.
Resulta especialmente frustrante que el festival pretenda controlar la forma en que las mujeres presentan sus cuerpos en la alfombra roja, cuando no existen normas sobre la desnudez en las películas que se proyectan. Por lo visto, está bien que una actriz se desnude cuando un director se lo exige, pero cuando decide mostrar su cuerpo por su cuenta, viola el decoro.
El Festival de Cannes nunca ha sido tan puritano. Salvo la polémica en torno a la expectativa de que las mujeres llevaran tacones altos, que llevó a figuras como Julia Roberts y Kristen Stewart a caminar descalzas por la alfombra roja en 2016 y 2018, su moda ha sido maravillosamente rebelde y arriesgada.

Jane Birkin se deslizó por la famosa escalera con un vestido abierto por encima de la cadera en 1974. Madonna usó lencería de Jean Paul Gaultier en 1991. Sin embargo, ahora, en 2025, un vestido que deja ligeramente al descubierto una areola es de algún modo lascivo.

“La moda y el espectáculo están profundamente entrelazados”, dijo el comentarista de moda Nicky Campbell. “Cannes es una alfombra roja de gran visibilidad mundial y se ha convertido en uno de los principales escenarios para hacer una declaración de moda, y el nuevo código de vestimenta es un obstáculo para ello”.
Algunos han sugerido que la norma de no desnudarse es una respuesta al vestido de malla totalmente transparente de Bianca Censori en los Grammy. Hanan Besovic, comentarista de moda en internet, culpó al auge de la derecha: “Todo se está volviendo más conservador”. Cannes, dijo, no comprende ni a sus invitados ni a su público. “¿Me estás diciendo que la gente de la industria cinematográfica no sabe tomar sus propias decisiones sobre lo que es apropiado?”.

Y para ser justos, en los últimos años ha habido una especie de carrera de desnudos para volverse viral en los grandes eventos. Ha habido ejemplos “en los que simplemente se ha ido demasiado lejos y no habla de la esencia de lo que es la moda”, dijo Sally LaPointe, una diseñadora que incorpora con frecuencia tejidos transparentes en sus colecciones. Sostiene que este estilo ha llegado para quedarse. “Las mujeres están empoderadas. Y no quieren que se les diga lo que pueden o no pueden hacer”, dijo.
Cher hizo historia con un vestido traslúcido de cuentas de Bob Mackie en la Gala del Met de 1974, al igual que Beyoncé en 2012 con su vestido de sirena de malla negra con cuentas y plumas violetas de Givenchy. Con un body sutil, ese atuendo estaba considerablemente cubierto en comparación con los ejemplares transparentes de hoy en día, pero no dejó de ser un gran momento para el movimiento “liberen el pezón”.

Looks como el vestido diáfano y estratégicamente revelador de Saint Laurent que Bella Hadid llevó a Cannes el año pasado se han convertido en algo habitual. Saint Laurent es propiedad de Kering, socio del festival de Cannes. Al menos algunos de los atuendos de la pasarela de primavera de 2025 de la marca podrían considerarse “desnudos”. Estas nuevas normas pueden poner en un aprieto a las estrellas que la marca aceptó vestir con un diseño revelador.
¿Quién tiene el control?
Y, como mínimo, el momento en el que se ha producido el cambio en el código de vestimenta ha sido totalmente poco práctico. Halle Berry dijo que tuvo que cambiar de vestido en el último momento, por miedo a infringir la norma del volumen. Pero podría decirse que Hadid rompió las nuevas normas el martes con su revelador vestido de Saint Laurent.
Se podría alegar que el memorándum de Cannes presagia una fatiga del vestido revelador, aunque no estoy segura de que quienquiera que esté a cargo de los memorándums del código de vestimenta de los festivales esté calificado para dictaminar sobre los cambios culturales y estéticos de la moda occidental.
Esto plantea la cuestión de quién tiene el control aquí. Incluso hace que una se cuestione la autenticidad de la respuesta del festival en 2018 al movimiento #MeToo y al escándalo de Harvey Weinstein, que fue especialmente embarazoso para Cannes, dada su arraigada relación con la institución. Ese año, Cannes promovió a las mujeres directoras, quienes han estado notablemente infrarrepresentadas durante gran parte de las ocho décadas del festival.
Por favor, órganos gubernamentales, dejen de intentar dictar el aspecto, la forma de vestir y el comportamiento de las mujeres adultas y de cualquier persona adulta. La moda, como el cine, gira en torno a la libertad de expresión. No arruinen la diversión de todos.
Por Katharine K. Zarrella, escritora, editora y crítica de moda en Document Journal. Imparte clases en la Escuela de Diseño Parsons de Nueva York y en la Central Saint Martins de Londres.