La casa de moda Carolina Herrera celebró sus orígenes en la Semana de la Moda de Nueva York con una colección que ensalzó el glamour y la irreverencia de la década de los ‘80, plato fuerte de una jornada en la que también deslumbró Moschino.
La firma creada en 1981 por la venezolana Carolina Herrera, cuyas riendas creativas lleva ahora el joven diseñador Wes Gordon, ofreció el mejor ejemplo del retorno a la normalidad al celebrar su desfile en un espacio interior frente a otros eventos presenciales que han optado por azoteas o parques. El lugar elegido fue Salon 94, una galería de arte que ocupaba tres alturas de una mansión señorial situada en el barrio del Upper East Side y por cuyas salas repiquetearon los tacones de un público con mascarilla y reducido a poco más de cien personas, cuando habitualmente la firma invita a hasta 700.
Gordon, que se inspiró en una de las primeras colecciones de Herrera, puso el vestido como pieza estrella en una paleta de colores desde los clásicos blanco y negro hasta tonos saturados en rojo, naranja, azul o rosa, echando mano de siluetas con mangas abullonadas o faldas de volantes.
Una de las estrellas fue un vestido corto strapless que combinaba sobre fondo blanco dos de los estampados característicos de Herrera, las flores y los puntos (polka dots), y que jugaba con los volúmenes dibujando capas en el cuerpo pero dejando ondear una delicada cola de seda al paso de la modelo.
Su característica camisa blanca apareció con hombros exagerados y conjuntada con pantalón negro sastre, una propuesta sobria que contrastó con las opciones de fiesta, entre las que destacó un vestido largo y ceñido en rojo del que salían cascadas de tul tanto en los laterales como en el bajo.
Herrera, que está de aniversario al cumplir cuatro décadas en el mundo de la moda y que permanece como embajadora de su marca, estuvo presente en esta primera pasarela presencial tras un año de pandemia y observó cómo Gordon recibía los aplausos, entre ellos el de la editora de Vogue, Anna Wintour.
Otra de las presentaciones destacadas de esta segunda jornada de la New York Fashion Week fue Moschino, que se estrenó tomando el jardín de Bryant Park con su logo podado en unos setos rodeados de flores y transformando una tarde lluviosa en un espectáculo primaveral.
La propuesta de esta marca italiana estuvo llena de coquetos conjuntos de minifalda y chaqueta con aires setenteros en colores pastel o cítricos, con las modelos peinadas con recogidos cardados, mientras que como accesorios llamaron la atención los bolsos hechos con juguetes de niños.
Su director creativo, el estadounidense Jeremy Scott, desplegó su fantasía con estampados “patchwork” de dibujos infantiles en vestidos ajustados como el que lució la supermodelo Gigi Hadid, que cerró el desfile con un biberón en la mano en un guiño a su reciente maternidad.
Ese evento reunió a varias celebridades en primera fila, algo que la Gran Manzana echaba de menos tras dos ediciones prácticamente virtuales, y entre otros rostros se dejaron ver la actriz Megan Fox o el pinchadiscos Diplo, aunque la mayor expectativa en cuanto a rostros para el papel cuché se esperaba por la noche.
Tras el desfile nocturno del diseñador Laquan Smith, que reservó entero el Empire State para su espectáculo -un hito para el rascacielos de 90 años de historia- la Semana de la Moda neoyorquina continuó con veteranos como Michael Kors y Jason Wu.
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