En lo que respecta a las figuras de Hollywood, el minimalismo y la tradición no se incluyen dentro de las prioridades a la hora de organizar celebraciones. Basta con mencionar la icónica fiesta anual de Heidi Klum durante el fin de semana de Halloween, donde estrellas de todo el mundo se reúnen con los más excéntricos disfraces y beauty looks.
Hoy, siguiendo los pasos de Joe Jonas y Sophie Turner, Lily Allen y David Harbour decidieron sellar su amor con una divertida boda en la capilla Graceland de Las Vegas, teniendo como invitado protagonista al mediático imitador de Elvis Presley, Brendan Paul.
La cantante británica y el actor de Stranger Things comenzaron su relación a comienzos del año pasado y decidieron pasar por el altar de una manera íntima, familiar y sumamente diferente a las lujosas ceremonias auspiciadas por sus colegas. Las dos pequeñas hijas de Lily, Marnie Rose y Ethel, fueron las únicas participantes del evento.
El look de la novia
Para este día tan especial, la artista eligió un minivestido blanco de manga corta de etiqueta Dior, con cuello barco y diseño abotonado de inspiración vintage inequívoca. Un delgado cinturón blanco con broche central ceñía la pieza a su cintura y dotaba al estilismo de un monto extra de sofisticación.
Si bien es uno de los vestidos de novia más relajados de los últimos tiempos, no quiso excluir el accesorio más distintivo de la ocasión: el velo de tul. Sujetado a su recogido, contaba con una parte más corta y otra más larga, pero de ninguna manera atentaba con la comodidad del total look.
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¿El toque final? Un ramo de rosas de varios colores y unos maxitacos negros con plataforma de gran altura. Una combinación ideal para dar el sí con actitud y autenticidad.
Lo que más llamó la atención de los fanáticos de la cantante, sin embargo, fue el marcado contraste entre sus dos looks de boda. En junio de 2011, a sus 26 años, se unió en matrimonio con Sam Cooper en una romántica ceremonia en Gloucestershire, en la iglesia de St. James the Great en la villa de Cranham.
Diseñado por la modista francesa Delphine Manivet, el vestido tenía mangas de encaje y un voluminoso volado en la parte baja de la falda. Un velo de estilo retro con un tocado lateral y un buqué de flores a tono completaron el glamoroso estilismo.
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