Claudia Schiffer es una de las supermodelos más emblemáticas de la historia de la moda. Integrante vitalicia del revolucionario clan de los 90, compartió estrellato con Naomi Campbell, Cindy Crawford, Linda Evangelista y Christy Turlington, junto a quienes desfiló por última vez en septiembre de 2017 convocada por Donatella Versace. Hoy, la icónica rubia celebra su cumpleaños número 50.
Fue en 1989 cuando consagró su fama en el marco internacional, tras protagonizar una campaña de jeans para la marca Guess. Con su tan distintivo estilo sexy-naíf e impactante parecido físico con Brigitte Bardot, cautivó la atención de los grandes diseñadores y se embarcó en un largo y sinuoso camino profesional. Un par de años más tarde, ya se coronaba como la musa predilecta de Karl Lagerfeld, para quien cerraba todos y cada uno de los desfiles de Chanel.
“Puede poner diez mil expresiones distintas, y con todas enamora a la cámara”, admitió el difunto diseñador en una ocasión. “Antes no había modelos rubias en los shows de Chanel. Supongo que conmigo quiso sorprender, y lo consiguió. La reacción de la prensa fue abrumadora, ¡y yo era tan joven!”, explicaba la modelo.
Una vez consolidado el grupo de top models noventero, su popularidad a nivel mundial derrocó todo tipo de barreras. “Era de locos, como si fuéramos estrellas del rock. No podías entrar en el auto a no ser que te hicieran un camino. Cortaban las carpas en las que nos preparábamos para hacernos fotos. Había seguridad en cada desfile”, describe Claudia.
Los contratos y propuestas millonarias llovían incesantemente, pero Schiffer siempre se esforzó en mantener un bajo perfil. Ella misma se considera una persona muy tímida e introvertida, y llegó a reconocer que se sentía muy incómoda siendo el foco de atención. No quería ser famosa ni mucho menos encumbrarse como una superestrella, solo buscaba desplegar su talento y dar lo mejor: sin distracciones ni trivialidades que entorpecieran su camino.
Algunos incluso llegaron a asociar su actitud reservada con una arrogancia encubierta, resintiéndola por su poca participación en eventos socialités. “Hacía mi trabajo y era como: ‘¡Me voy! ¡Salgo corriendo por esa puerta!’. Había fiestas constantes tras las cenas, pero siempre pensaba que debía triunfar, hacer lo mejor. Es un trabajo, y al final de día es mejor no mezclarlo con lo demás”, confesó ella.
La alemana no se instaló en Nueva York ni en Los Ángeles, sino que priorizó la sencillez y la tranquilidad de una casa de campo en un pequeño pueblo de Inglaterra. Junto a su marido, el director de cine Matthew Vaughn, llevan una vida activa y saludable lejos de los flashes y el glamour hollywoodense.
La designada chica de tapa por excelencia reapareció en las redes con motivos de celebración de su cumpleaños y compartió una serie de fotografías retrospectivas de sus años dorados. A su vez, agradeció al creativo Olivier Rousting por su espectacular obsequio fashionista: un vestido tejido en azul francia de etiqueta Balmain, ideal para la ocasión.
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