Top model de los ‘90, desde 1999, Sol Acuña -que la rompía en las pasarelas y era tapa de revistas- pasó a estatus de empresaria y triunfa con una marca top de ropa.
No lo hace sola, tiene dos socios: su amiga Josefina Helguera, quien es licenciada en marketing y se unió a Sol Acuña hace 25 años después de haber trabajado para varias marcas vinculadas a la moda, y el empresario Francisco de Narváez, quien fue una pieza clave en el nacimiento de la empresa.
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“Hicimos el business plan (plan de negocios) de Rapsodia con él. Francisco había ayudado a Jose con su tesis. Fuimos a verlo, le presentamos nuestra idea, y nos dijo que nos iba a ayudar. ‘Siempre hay plata para los buenos negocios, así que tiene que salir perfecto’, fueron sus palabras, textuales”, recordó Sol en una entrevista en La Nación.
La nueva vida de Sol Acuña: la modelo con onda hippie, sus tragedias y su reinvención
Nacida en 1970, la década del 90 fue mucho más que de pizza y champán para Sol Acuña: en el primer lustro, fue el éxito y la fama de los desfiles, las grandes producciones de fotos y los viajes. “Cuando arrancamos, yo era una hippie total: tenía una casa de ropa usada, viajaba cuando quería y proveía cuando quería”, detalló sobre cómo era su vida antes de empezar a reconvertirse. Al juntarse con Josefina y con De Narváez hizo un curso acelerado sobre cómo proceder siendo empresaria.
Empezó a seguir pautas y a potenciar su alto perfil individual en beneficio de su creación. “Supe que llegaríamos lejos”, dijo, quien hoy es una obsesiva de su emprendimiento que con los años tomó enormes dimensiones. Igualmente, aunque sabe que su autoexigencia a veces le juega en contra, trata de poner pausa a tiempo para no colapsar.
“Estamos grandes y sabemos cómo encontrarle la vuelta a las cosas”, explicó esta mujer de 54 años, quien reconoce que “los 50″ le pegaron muy bien aunque cuando tuvo la mitad de esa edad atravesó una de las dos grandes tragedias de su vida.
Cuando la fama era su vida y su nombre resonaba por un desfile o una campaña publicitaria o algún suceso en el muy activo jet set de los 90, el 1° de julio de 1995 ella y su familia quedaron en shock: Juan Pablo Acuña, su hermano nueve años menor, moría después de tres días de agonía, luego de ser atropellado por un auto que circulaba a toda velocidad por la avenida Figueroa Alcorta. El adolescente tenía 14 años.
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Su dolor se vio agigantado por el asedio que sintió de parte de los medios. No era una muerte más de tránsito sino la del hermano de una de las modelos más famosas del momento. Eso la llevó a ir corriéndose lentamente de la escena.
A los pocos años fundó Rapsodia y encontró un nuevo camino para emprender y normalizar su vida, la cual se unió con la de Hernán Coudeu y juntos tuvieron una hija, Azucena. Sin embargo, nuevamente en un gran momento personal, la tragedia volvió a sacudirla: en 2009, su segunda hija, Ludvine, nació sin vida.
“Fue el cachetazo más grande que recibí en mi vida -recordó en una entrevista-. Fue algo así como un silencio, una pausa en mi existencia que al principio parecía eterna”. Trató de no caer y salir adelante buscando aceptar lo que le había ocurrido. Y la vida volvió a sonreírle cinco años más tarde, cuando volvió a ser madre, en este caso de un varón, Lucio.
“Dios me dio una segunda oportunidad y tengo un hijo divino, y pude formar una familia divina, y eso para mí hoy es todo y lo celebro”, reflexionó la exmodelo y empresaria, que vive desde hace unos años en Uruguay, mudanza que describió como casual: “Me siento respetada. Miro para atrás y me da mucha satisfacción ver todo lo que logré”.
