La célebre fotógrafa Annie Leibovitz invita a no ser “tímidos” ante la irrupción de la inteligencia artificial y a “aprender a emplear” estas nuevas herramientas al servicio del arte. “Esto no me preocupa en absoluto”, dice Leibovitz en una entrevista a la agencia de noticias AFP.
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Annie Leibovitz fue nombrada asociada extranjera a la Academia Francesa de Bellas Artes por el fotógrafo brasileño Sebastião Salgado.
“Tenemos una nueva paleta de herramientas a nuestra disposición para llegar a nuevas formas de presentaciones. No hay que ser tímidos. Con cada progreso tecnológico, hay titubeos, inquietudes. Simplemente hay que dar el paso y aprender a emplearlos. La fotografía en sí misma no es real. Es arte”, argumenta.
“Soy una retratista, me gusta lo conceptual, el Photoshop, todas las herramientas disponibles”.
Pero “en el periodismo, hay un código. No puedes jugar con lo que ves. Aunque existe un punto de vista, cuando deciden de dónde tomarán la foto, en qué marco”, afirma la fotógrafa de 74 años, que ha retratado a celebridades como la reina Isabel II, Barack Obama, Leonel Messi, Serena William o Kim Kardashian.
Sus instantáneas de momentos históricos, como el despegue del helicóptero de Richard Nixon de la Casa Blanca en 1972, han dado la vuelta al mundo. También lleva su firma la imagen de un John Lennon desnudo abrazado a Yoko Ono.
La historia de Annie Leibovitz
Su carrera comenzó en 1970 con la revista Rolling Stone. Desde inicios de los 1980, Leibovitz amplió su repertorio con trabajos para Vanity Fair, Vogue y proyectos independientes.
Su última obra “Wonderland”, publicada en 2021, repasa cinco décadas de fotografías de moda.
Durante su nombramiento en el Palacio del Instituto de Francia, la directora editorial de la revista Vogue, Anna Wintour, le entregó su espada de académica.
“Es un gran honor, pero es un honor todavía más grande para la fotografía”, dice Leibovitz, para quien “la Academia llegó tarde a la fotografía”. “Es un arte nuevo para ella, acogió en su seno un fotógrafo por primera vez en 2004″, cuenta.
“Me gusta estar detrás de la cámara, no delante. Pero hay un momento en que te das cuenta que hay que superar una etapa y estar allí para la próxima generación de artistas y fotógrafos. Después de más de 50 años de carrera en la fotografía, creo que encaja”, afirma.
La orilla del Sena donde se encuentra el Instituto de Francia le trae recuerdos a la veterana fotógrafa.
“Cuando estudiaba fotografía, (el fotógrafo francés Henri) Cartier-Bresson era uno de mis héroes. Así que estar aquí, a pocos pasos del Puente Nuevo que tanto le gustaba fotografiar, significa algo para mí”, confía.
Mientras la artista estadounidense vivía en París con la escritora Susan Sontag, su compañera desde finales de los 1980 hasta su muerte en 2004, “pasábamos (frente al Instituto de Francia) todo el tiempo. Yo no sabía qué era este edificio. Probablemente, Susan sí”, explicó.
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