La primera cita entre el Príncipe Harry y Meghan Markle fue en el campamento Meno A Kwena, en Botsuana. Pero a no confundirse: aunque resuene a una carpa armada con ramas para pasar unas vacaciones “gasoleras” y nada “reales”, se trata de un lujoso hotel de solo diez habitaciones que organiza cenas románticas a la luz de la luna y safaris fotográficos en la sabana africana.
Nacido en Londres el 15 de septiembre de 1984, el Príncipe Harry contó que vio por primera vez a Meghan Markle en una historia de Instagram con un filtro de perrito, y le pidió a un amigo en común que los presentara. Ella también revisó su Instagram y vio sus fotos en África y otros lugares naturales. La pareja se cruzó poco después en Londres, cuando ella fue a ver los partidos de tenis de Wimbledon.
Leé también: El suéter rojo de ovejas de Lady Di se vendió en más de un millón de dólares (y eso que está agujereado)
Para volver a ver a la actriz estadounidense, Harry la invitó a pasar su propio cumpleaños en el campamento Meno A Kwena de Botsuana, en 2016. Fue una “primera cita” tan original como romántica, donde los dos compartieron sus primeros días y sus primeras noches juntos, y se enamoraron. Allí se prometieron que, desde entonces, no pasarían dos semanas sin verse. Y cumplieron.
Ubicado dentro del Parque Nacional Makgadikgadi, en el camp-resort –cuyo nombre significa Dientes de cocodrilo en español- hay diez habitaciones junto al río Boteti, que cuestan entre 550 y mil dólares por noche. No hay internet y los huéspedes son invitados a “cazar” con sus cámaras fotográficas a los cinco grandes animales de África: el león, el leopardo, el rinoceronte, el búfalo y el elefante.
Otras actividades son cruceros en el río Boteti, safaris culturales a las poblaciones cercanas, paseos con picnics en el parque nacional y cenas y pijamadas a la luz de la luna.
El príncipe Harry, Meghan Markle y el diamante de Botsuana
Los dos enamorados regresaron al año siguiente al camp-resort, con un motivo muy especial: Harry le ofreció a Meghan un anillo de compromiso con un diamante de las minas de Botsuana. Y allí sellaron su amor para siempre, organizando los planes para su boda, que se concretó el 18 de mayo de 2018 en la capilla del Castillo de Windsor.
En 2019 quisieron visitar otra vez el país africano, en compañía de su primer hijo, Archie Harrison Mountbatten-Windsor. El bebé de seis meses batió un récord real, al convertirse en el royal más pequeño en formar parte de un tour real. Sus padres todavía no habían pegado el portazo.
Para Harry, Botsuana siempre fue un lugar especial. Allí viajó a los 12 años, poco después de que murió su madre, Lady Diana. Y en enero de 2021, cuando se convirtió en el director de la fundación Rhino Conservation, dedicado a la protección de esa especie, aseguró: “Tuve la suerte de visitar este país en las últimas dos décadas y lo siento mi segundo hogar”.
Una sorpresa de cumpleaños
Hace justo tres años, Meghan Markle sorprendió a su marido con un regalo de cumpleaños muy especial: armó una carpa en el jardín de Frogmore House para recrear la de Botsuana. Fue una de las últimas celebraciones mientras preparaban su salida de Gran Bretaña.
Esa noche, hubo cena bajo las estrellas y durmieron en bolsas de dormir adentro de la carpa. Y Meghan consiguió lo que buscaba: recordar aquellas noches mágicas en las que creyeron en el amor a primera vista y pusieron el ladrillo fundacional para construir su familia.
Siempre enfrentando rumores de separación, el Príncipe Harry y Meghan Markle siguen viviendo su historia de amor, con sus hijos Archie y Lilibet Diana. Felices en una casa de California, lejos de la realeza británica.
