Karen Elson es una de las modelos más especiales de la mítica época en la que tuvo que acuñarse un término para bautizar a las maniquíes que se convirtieron en estrellas. Hija de un carpintero y de una cajera de supermercado, esta británica fue descubierta mientras paseaba por Manchester por un empleado de Hugo Boss y, desde ese momento, su vida cambió radicalmente. De Manchester a París y de París a Milán, Nueva York, Japón… Elson se convirtió en supermodelo cuando serlo significaba acaparar portadas, campañas –no solo de moda– y estar rodeadas de un entramado mediático increíblemente rentable. Fue la reina roja de la moda, un apelativo que respondía a su cabellera pelirroja.
Algunas de sus compañeras han explicado lo bueno y lo malo de aquella época única que convirtió a un grupo de mujeres lo más parecido a estrellas de rock. Claudia Schiffer, por ejemplo, explicó: “Recuerdo que necesitaba cuatro guardaespaldas para llegar al backstage de Chanel desde mi coche. Y eso no solo me sucedía a mí, sino a todas”. Ahora los tiempos han cambiado. Karen Elson, que actualmente tiene 42 años, vive en Tennessee y es madre de dos hijos, sabe por experiencia propia lo necesario que hubiera sido en su carrera tener a una persona que la guiara en el camino y por eso se dedica a servir de mentora para modelos más jóvenes, un papel que considera “muy necesario”, según ha declarado en una entrevista reciente en The Times.
Nacida en Oldham, al noroeste de Inglaterra. Comenzó a desfilar a los 15 años y fue en Milán donde su rostro comenzó a ser reconocible, especialmente después de protagonizar una portada de Vogue Italia para la que fue retratada por el conocido fotógrafo Steven Meisel con una imagen transgresora, porque a su tez pálida y su pelo color de fuego se unieron una cejas totalmente depiladas. Poco después, Karl Lagerfeld también la eligió para ser imagen de Chanel y dijo de ella: “Es la encarnación de la belleza del nuevo milenio”.
Ahora, desde su casa de Nashville, ha hablado alto y claro sobre las peligrosas situaciones a las que se enfrentan las jóvenes modelos y lo poco que se hace para evitarlo a pesar de que los problemas sobre la imagen corporal y el acoso llevan algunos años encima de la mesa. “Hay muchas enfermedades mentales, adicciones, depresiones y agotamiento en la industria de la moda y los casos de trastornos alimentarios son otro de los problemas a los que se enfrentan las modelos”, ha declarado a The Times.
Ella misma luchó contra los trastornos alimentarios y la ansiedad desde que era una adolescente. Como, a su juicio le ocurre hoy a otras muchas jóvenes, Elson se tuvo que enfrentar continuamente a comentarios sobre su peso e incluso a afirmaciones sobre que era fea. El mismo Karl Lagerfeld la describió como “mutante de otro planeta” cuando la contrató para Chanel, y Elson dice hoy que lo dijo en serio aunque lo vendiera como un término cariñoso. En el colegio otra niña le dijo que no valía ni para modelo de calcetines y la misma prensa de moda que la alababa, la describía como “freak”, un palabra que significa desde loca a monstruo o anormal.
Pero a los 18 años apareció Steven Meisel en su vida y la archiconocida maquilladora Pat MacGrath, que fue quien decidió afeitarle las cejas para la portada de Vogue, y las firmas de moda y las revistas se rindieron a su cabellera pelirroja. “Pero fue confuso y humillante”, explica, “porque lo que decían era ‘esta chica tiene un aspecto gracioso, es fea pero nos gusta”. También odia la normalidad con la que se habla en su profesión de hacer una desintoxicación, que no es otra cosa que dejar de comer cuando llega un momento importante de cara al público como puede ser la gala del MET o la ceremonia de los Oscar.
Karen Elson explica que antes de cada Semana de la Moda se sometía a dietas rigurosas, pero por mucho peso que perdiera nunca estaba lo suficiente delgada para alguien. A su juicio, las modelos adolescentes son literalmente “despedazadas” en las sesiones publicitarias y “destrozadas hasta los niveles más bajos”. “La moda fetichiza los cuerpos andróginos y prepúberes”, afirma la modelo, “y se esperaba eso de mí”, fuera sano o no. “Hasta que dije ‘no, ya no puedo hacer esto’. Me ha llevado años estar en paz con mi cuerpo”, concluye. Y añade: “Cuando yo empecé tenía el cuerpo de una adolescente. En el momento en el que de una forma natural comenzó a rellenarse, empezaron los comentarios negativos. Se burlan de ti por transformarte en mujer y creo que solo una persona muy fuerte no se sentiría afectada por ello”.
Para ella su punto de inflexión llegó cuando fue madre de su primera hija, Scarlett, a los 26 años. “Vi con claridad mi relación con la comida”. Al año siguiente dio a luz a su segundo hijo, Henry, ambos con Jack White del grupo musical The White Stripes. La pareja se casó en 2005 y aunque se divorciaron en 2013, mantienen una relación cordial y crían conjuntamente a sus dos hijos. Vive en Nashville y dice que estar alejada de Nueva York o Londres le ayuda porque a diario está fuera de los escenarios habituales de la moda. Le preocupa el ejemplo que da a sus hijos y considera que estar a dieta continuamente no era precisamente una imagen positiva para ellos. La fama de sus padres también es otra de las cosas que han tenido que sortear en su educación y en ese sentido no duda en lanzar un piropo a su exmarido: “Hay que darle a Jack [White] el valor que se merece. Es un padre realmente bueno y la antítesis de lo que la gente piensa que es un padre estrella del rock”.
Quien desfiló para Dior, Roberto Cavalli, Lanvin, Prada o posó para Burberry, Givenchy, Balenciaga, Louis Vuitton o el calendario Pirelli también ha probado suerte como empresaria y abrió en 2008 una tienda de ropa vintage en Nashville que se llama Venus and Mars: The Showroom. En 2010 incluso se atrevió con la música y lanzó su primer álbum, The Ghost Who Walks, un disco con el que estuvo de gira por muchos países del mundo. Pese a su inquietudes y a que su hija aún puede rebuscar en su armario y encontrar muchas prendas vintage de Chanel, Karen Elson, la reina roja de la moda, resume su vida actual así: “Un Range Rover y a ser posible un poco embarrado. Ese es ahora mi mundo feliz”.
Con estas declaraciones no quiere decir que el mundo de la moda es malo, ni quiere generalizar. Elson afirma: “La industria de la moda me ha dado una vida increíble, pero es una espada de doble filo”. Por eso trabaja para que se aborden todos estos demonios y se consiga que los involucrados puedan discutir sus experiencias, encontrar ayuda y apoyo. No dice tener las respuestas, pero sí al menos que se debe exponer que el problema existe y que se pueden encontrar medios para abordarlo. Su granito de arena, para gestionar esto y también la falta de transparencia financiera, es un programa de mentores que ha creado en las redes sociales donde comparten sus experiencias y animan a otros a hacerlo.
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