"Si pudiera hablar, pediría la eutanasia", dijo sobre su marido, Guillermo Bredeston, la actriz Nora Cárpena en una entrevista. Sus declaraciones desataron una polémica. Bredeston sufrió cuatro ACV desde el 2008 y está postrado. El actor se encuentra conectado a máquinas que lo mantienen con vida. "En este momento no sufre, no siente dolor, pero qué pasaría si empezara a ahogarse", se preguntó Cárpena.
El periodista y conductor Jorge Rial comunicó que -para evitar que sus hijas se vean obligadas a decidir-, firmó un documento ante sus abogados y escribano: "Si ya no hay posibilidades, no me sigan asistiendo. Si ven que es irreversible, que no me ayuden más mecánicamente".
El conductor aclaró que no se trata de eutanasia. Existe por lo general una confusión entre eutanasia, suicidio asistido y muerte digna.
Sólo muerte digna
La eutanasia es, según la Organización Mundial de la Salud, la acción del médico que provoca deliberadamente la muerte del paciente. Es decir, el profesional, para evitar sufrimientos a los pacientes desahuciados, acelera la muerte con su consentimiento o sin él. La eutanasia está prohibida en la Argentina, y se considera un homicidio.
El suicidio asistido es la ayuda o asistencia a una persona que desea terminar con su existencia, pero sin intervención directa de nadie que no sea el paciente. En el caso de una inyección letal, no puede ser otro que el enfermo quien se la administre. Esta práctica también es ilegal en el país.
La muerte digna u ortotanasia fue legalizada en la Argentina en mayo del 2012, después de un pedido de los padres de Camila Herbón, una nena de tres años conectada a un respirador en el Centro Gallego. Camila fue desconectada y murió el 8 de junio de ese año. La ley 26742 permite a pacientes y familiares limitar los esfuerzos terapéuticos en los casos de "una enfermedad irreversible, incurable o se encuentre en estadio terminal". Es claramente a lo que se refiere Jorge Rial cuando determina que si ven que es irreversible, no lo sigan asistiendo.
Los pacientes pueden negarse a recibir cirugías y medidas de soporte vital cuando "sean extraordinarias o desproporcionadas en relación a las perspectivas de mejoría". ¿Es este el caso de Guillermo Bredeston? Puede discutirse. Según su mujer, reconoce voces, mira partidos de fútbol y escucha la radio. Pero las posibilidades de reversión de su estado son muy bajas.
De acuerdo a la ley, la decisión podría haber sido comunicada por Bredeston cuando todavía estaba condiciones. Entonces, debería haber ido a un juzgado o escribano público, con la presencia de dos testigos. En este caso, su esposa puede decidir. Pero Cárpena dijo: "No estamos preparados para el final".
Si un enfermo no está casado, su pareja conviviente por tres años o más, sus hijos mayores, sus padres, hermanos, nietos abuelos, pariente consanguíneo o por afinidad, representante legal tutor o curador, en ese orden pueden tomar la determinación de poner punto final a las prácticas médicas.
Kevorkian, ¿ángel o demonio?
Uno de los defensores del derecho a la muerte (en ese caso eutanasia o suicidio asistido) fue el médico estadounidense Jack Kevorkian, conocido como Doctor Muerte. Kevorkian ayudó a morir con distintos métodos (creo dos máquinas: el thanatron y el mercitron, que usaban sustancias químicas y monóxido de carbono) a más de 400 personas.
Aún después de que se le retirara la licencia médica, intentaron llevarlo a juicio insistentemente. Recibió una condena de 10 a 25 años por la muerte de un paciente con esclerosis múltiple. La filmó y publicó el material en el programa 60 minutes de la cadena CBS, como desafío. Cumplió solamente ocho años de prisión. Murió en el 2011. Los familiares de sus enfermos lo consideran un héroe. Sus detractores lo critican por haber ayudado a morir, supuestamente, a personas que no tenían un diagnóstico terminal, a veces a pocas horas de conocerlas, sin un diagnóstico preciso. Incluso, se afirma, facilitó la muerte de quienes sufrían meramente una depresión.
El científico Steve Hawkings, que padece ELA, sumó su opinión cuando se estrenó el film sobre su vida: "Las personas que padecen una enfermedad terminal y sufren mucho dolor deberían tener el derecho de acabar con sus vidas, y aquellos que los ayuden no deberían ser perseguidos por la Justicia".
Dónde es legal decidir la propia muerte
El suicidio asistido es legal en Suiza, incluso para pacientes extranjeros. Una institución, Dignitas, lo lleva a cabo. La condición es que los que desean morir estén en goce de sus plenas facultades mentales. Este requerimiento es verificado por un psiquiatra.
Muchas de las personas que acuden a la organización, que ha ayudado a morir desde 2008 a mil personas, finalmente no utilizan sus servicios, pero quieren asegurarse de que tendrán derecho a decidir morir si se dan las circunstancias. La eutanasia, es decir, la finalización de la vida por decisión del médico, no está legalizada y Dignitas -que aunque se declara sin fines de lucro cobra alrededor de 4000 dólares por sus servicios- no la practica.
Dignitas permite y alienta que pastores de todas las religiones asistan a los fieles en sus últimos momentos, pero la Iglesia Católica ha prohibido que sus sacerdotes les den la extremaunción.
Las muertes por este medio crecieron en Suiza un tercio entre 2014 y 2015. Un alto porcentaje de los interesados son extranjeros.
En Alemania, el suicidio asistido es legal siempre y cuando la droga letal sea tomada sin ninguna ayuda: nadie debe guiar la mano del paciente.
Bélgica y Holanda legalizaron la práctica en 2002. Canadá, que tiene una legislación laxa desde el 2016, registró 744 muertes en el en el primer año de vigencia. Según Ellien Wiebe, una médica que aplica el procedimiento, el suicidio asistido amenaza convertirse en el 5% de las causas de muerte en el país.
En el 2003, Las Invasiones Bárbaras, el film francocanadiende ganador del Oscar a mejor película extranjera, contaba la historia de un profesor universitario con cáncer terminal que reunía a sus amantes, exesposas y amigos en una casa frente a un lago para despedirse y llevar adelante el suicidio pacíficamente.
Hay otras entidades que fomentan y ejecutan la práctica: Exit, Compassion and Choices, y The Hemlock Society, todas en los Estados Unidos, donde la muerte asistida es legal en algunos estados.