La caída de la natalidad es un fenómeno que se inició en 2015 y ya está totalmente instalado en la Argentina.
Según los datos del último Censo, el promedio de hijas e hijos nacidos vivos por mujer en edad fértil pasó de 1,7 a 1,4 entre 2001 y 2022. La perspectiva histórica es elocuente: el censo de 1869 calculó un promedio de 6,8 hijos por mujer.
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Un estudio del Observatorio del Desarrollo Humano y la Vulnerabilidad de la Universidad Austral resaltó que Chile y la Argentina registran las menores tasas de natalidad de la región, con menos de 10 nacimientos por cada 1000 habitantes, muy por debajo del promedio regional relevado por la Cepal, que es de 14,5.
Jorge Paz, investigador del Conicet y en el Instituto de Estudios Laborales y del Desarrollo Económico (IELDE), explicó a TN que el envejecimiento de la población es un fenómeno que se venía dando históricamente, impulsado por la mejora en la expectativa de vida, que reducía la mortalidad.
Ahora, el mismo proceso se da por la causa contraria: “A medida que nacen menos niños, se va achicando la base de la pirámide poblacional y se va ensanchando la parte media primero y la cúspide hacia el final. Entonces, se da un envejecimiento de la población”.
Como cualquier cambio demográfico, la reducción de la natalidad no solamente tiene ramificaciones a nivel social sino que tendrá un impacto directo en la economía.
A grandes rasgos, las próximas generaciones tendrán menos personas en edad de trabajar y muchos más adultos mayores para mantener, con la demanda de servicios de salud y mayor accesibilidad en las ciudades, entre otras cuestiones.
En el extremo opuesto, se requerirá una menor oferta de servicios para las infancias. Según los expertos, esto dará la oportunidad de mejorar la calidad de la educación, de modo de formar profesionales más productivos en el futuro.
Caída de la tasa de natalidad: ¿un problema o una oportunidad?
¿Es un problema la baja de la natalidad? Para Rafael Rofman, investigador principal de Protección Social y director ejecutivo de CIPPEC, la respuesta es que no. “La baja es algo que ocurre porque es el resultado de una sociedad más moderna, con más equidad y oportunidades. No es un problema, pero sí trae desafíos, oportunidades y riesgos. Si las instituciones y políticas están diseñadas para otro régimen demográfico, habrá problemas”, señaló.
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Según él, el gran desafío macro cuando la población envejece es que el PBI per cápita (es decir, la riqueza que el país genera por habitante) no disminuya, sino que siga en alza. “Durante décadas, el sistema se basó en había más gente produciendo y con estos cambios habrá menos gente, pero tendrá que producir más. Ahora bien, esa productividad tiene que crecer más o menos rápido porque el proceso ya está en marcha”, completó.
Jubilaciones: la urgencia de corregir o adaptar un sistema que nació en el siglo pasado
Entre los sistemas que fueron diseñados bajo la premisa de una población creciente, el de jubilaciones y pensiones aparece en primer lugar. Detrás del esquema de reparto, está la idea de que cada vez habría más trabajadores en actividad para solventar el retiro de un sector cada vez más numeroso (y longevo) de la sociedad. Sin embargo, eso no se verificará en los próximos años.
“Ese proceso de envejecimiento se traduce en algún momento en presiones sobre el sistema fiscal porque hay una mayor cantidad de gente y eso significa más demanda de percepciones en términos de jubilaciones y pensiones. Además, hay una demanda creciente del sistema de salud y del sistema de cuidados”, explicó Paz.
En la misma sintonía se manifestó Rofman: “No se puede tener un sistema previsional pensado en el siglo XX y que funcione bien en el siglo XXI, con este nivel de envejecimiento poblacional. Tenés que adaptarlo, corregirlo”.
“Nuestras condiciones de salud y longevidad están aumentando y la demanda de trabajo físico está disminuyendo, entonces, se puede trabajar más tiempo porque la idea del sistema previsional es proteger a los que no pueden seguir trabajando. Por ejemplo, en la Argentina hay muchos regímenes especiales de jubilación a partir de los 50 o 55 años. Eso hay que corregirlo gradualmente, pensando a largo plazo”, afirmó.
Escuelas con menos chicos y la necesidad de que haya una mejor preparación para la fuerza laboral
El otro aspecto de la economía que tendrá que cambiar radicalmente a partir de la nueva pirámide demográfica es el trabajo. Como indicaba Rofman, habrá menos personas que tendrán que ser más productivas para poder mantener el PBI per cápita.
En ese contexto, la fuerza laboral tendrá que estar más preparada y ser más productiva. Y allí entra la necesidad de mejorar la calidad de la educación para poder dar las respuestas que la economía y la sociedad van a necesitar en los próximos años. Para ellos, la reducción en la cantidad de alumnos puede ser una oportunidad.
La caída en la cantidad de nacimientos ya empezó a notarse en las aulas. Por primera vez en la historia, se registró que en las escuelas primarias ingresan menos chicos que los años previos. Según los últimos datos del Sistema Integrado de Consulta de Datos e Indicadores Educativos (SICDIE), en 2024 entraron 682.424 chicos a primer grado, es decir, 28.565 menos que el año anterior y 84.923 menos que en 2015.
En el sector estatal, la matrícula de primer grado bajó 4,2% al comparar 2024 con 2023. Rofman analizó que al haber menos estudiantes, los recursos del sector público pueden redistribuirse en mejoras como modernizar las escuelas, enviar a los docentes a hacer un posgrado o buscar que la escuela sea de jornada completa porque ya hay un presupuesto asignado.
Sin embargo, en el sector privado -donde la matrícula cayó 3,6% entre 2023 y 2024- el panorama es más complejo, ya que menos alumnos implican menores ingresos por cuotas y dificultades para sostener los costos fijos.
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En ese sentido, el director ejecutivo de la Asociación de Institutos de Enseñanza Privada de Argentina (AIEPA), Martín Zurita, explicó que hay una normativa que exige un número mínimo de alumnos para que los establecimientos privados puedan acceder a los aportes estatales. “Hoy en día tenemos menos alumnos, pero igual cantidad de cursos y cargos. Esta regulación, que se diseñó en tiempos de mayor natalidad y mayor demanda de vacantes educativas, no es sostenible en el contexto actual y mucho menos en el que se avecina en los próximos años”, advirtió y remarcó la necesidad de revisar esa regulación.
Al respecto, Rofman mencionó algunas alternativas: fusionar escuelas, achicarlas u ofrecer más calidad para poder cobrar ese servicio más caro. “Lo que hay que hacer es adaptarse en la próxima década para que esto no sorprenda”, afirmó.
¿Cómo reconvertir las escuelas?: la urgencia de repensar el modelo educativo
Esta situación no solo plantea problemas de matrícula, sino también la necesidad de repensar el modelo educativo. Entre la poca inversión, el poco acceso a desarrollos tecnológicos y un ineficiente sistema de formación docente, los especialistas consideran que este escenario abre una posibilidad importante: con menos chicos, se puede invertir mucho más en cada uno para que su educación sea de calidad.
“Tenemos que empezar por preguntarnos qué está pasando hoy dentro de las aulas”, refirió Paz y recordó el último resultado de las pruebas Aprender donde uno de cada tres chicos no puede interpretar un texto básico, mientras que uno de cada diez es analfabeto, incluso con apoyo de imágenes. Para el investigador del Conicet, la clave está en mejorar la formación docente y preparar a los maestros para que puedan darle a la próxima generación herramientas que superen las que tuvieron sus padres. En un contexto atravesado por la inteligencia artificial y la sobreexposición a pantallas, el desafío no es menor.

En esa misma línea, el sociólogo Carlos De Angelis expuso que cada vez más vamos hacia una sociedad con mayores dificultades de comprensión: “No se trata de gente que no sepa leer o escribir, sino de analfabetos funcionales, personas que pueden leer un párrafo pero no comprender un texto largo o analizarlo en profundidad”.
Por eso, planteó que el cambio educativo no solo deberá pensarse para los chicos, sino también para los adultos van a necesitar mantenerse activos: “Va a haber menos niños y más adultos que necesiten aprender. Eso obligará a la escuela a reconvertirse, a ofrecer cursos cortos, diplomaturas y actualizaciones permanentes incluso sobre tecnología”.
Para Agustina Bendersky, coordinadora del área de Géneros en Fundar, es un buen momento para rediseñar estrategias pedagógicas: “Hay que readaptar las aulas y aprovechar de una mayor disponibilidad de docentes por alumno/a y no una excusa para reducir el presupuesto en esta agenda”.
Es que la proyección obliga a imaginar un sistema educativo mucho más flexible, con aulas reducidas, docentes mejor preparados y una enseñanza más personalizada. Incluso, De Angelis propuso una práctica común en Estados Unidos, donde muchas familias deciden no enviar a sus hijos al colegio y contratan a un tutor o profesor particular que les enseña los contenidos one to one y acompaña su trayectoria.
De todas formas, la escuela del futuro -coinciden- deberá apostar a experiencias intensas y cercanas, que logren reconectar con estudiantes cuya atención se fragmenta con facilidad. “Se necesita más intención y más creatividad en las clases, con propuestas lúdicas que compitan con la lógica de las redes sociales”, describió De Angelis.
Una población envejecida: en 2040, más del 20% de la población argentina tendrá más de 60 años
Para 2040, más del 20,64% de la población argentina tendrá más de 60 años, según las proyecciones oficiales. Y la tendencia se profundizará hacia 2050. Con lo cual, la cuestión no tiene que ver solo con la cantidad de habitantes, sino con la extensión de la vida: vivimos más, y eso impacta en múltiples áreas, desde la salud y la educación hasta el sistema previsional y las tareas de cuidado.
Sobre ese último punto, Bendersky cuestionó la falta de políticas y la necesidad de repensar los espacios de cuidado. “¿Se están pensando políticas para atender esa mayor demanda de cuidados que vamos a tener de personas mayores? ¿Sobre quiénes van a recaer estos cuidados si no existe la infraestructura adecuada para atender estos cambios Seguramente sobre las mujeres, que hoy ya dedican más del doble de tiempo que los varones. Los cuidados no desaparecen con menos nacimientos: cambian de forma y de destinatarios", apuntó.
Si bien esta tendencia es global, la diferencia que deja a la Argentina en desventaja para afrontar la transformación demográfica es que el envejecimiento avanza sin haber logrado primero el desarrollo económico. "Estamos envejeciendo como Europa con una economía que está muy por detrás“, marcó la especialista de Fundar.
El país, según los expertos, aun no está preparado para la consolidación del envejecimiento poblacional proyectada para la década de 2040 y creen que la infraestructura es insuficiente. “Si no se atiende esta dimensión a tiempo, tendremos serios problemas en los sistemas de salud y profundizaremos las desigualdades que hoy existen en la organización social de los cuidados que recaen en mayor medida en las familias, y dentro de éstas, en las mujeres”, concluyó Bendersky.
Claves para prepararse para el cambio
Los expertos coinciden en que el problema del cambio demográfico no es el envejecimiento poblacional en sí mismo, sino la falta de preparación. Con el foco siempre puesto en el corto plazo, los gobiernos muchas veces dejan de lado las decisiones de largo aliento que mejorarán las oportunidades de todos los individuos en el futuro.
Entre las medidas que se pueden tomar para prepararse para el cambio demográfico, los especialistas consultados coincidieron en algunos puntos:
- Facilitar que las personas que quieren tener hijos, puedan hacerlo. Para ello es necesario aplicar licencias de maternidad y paternidad igualitarias y extendidas. Además, mejorar la calidad del sistema de cuidados en la primera infancia a bajo costo.
- Aumentar la calidad del sistema educativo y de formación docente.
- Fomentar la construcción y el acceso a viviendas más grandes, que puedan albergar a familias más numerosas.
- Ampliar y rediseñar el esquema de cuidados de adultos mayores, ya que ese grupo crecerá y, en muchos casos, no tendrá hijos que se ocupen de ellos. Hoy, en la Argentina, hay pocas opciones: un geriátrico o el cuidado familiar. Faltan alternativas intermedias, para personas que no pueden vivir solas, pero tienen cierta autonomía.
- Fortalecer el sistema de salud, ya que los adultos mayores hacen un uso más intensivo de esos servicios.
- Rediseñar el régimen de jubilaciones, con la mirada en la sustentabilidad a largo plazo.
- Poner el foco en la accesibilidad en el transporte público, edificios y mobiliario urbano para que la creciente población de edad más avanzada pueda seguir moviéndose en las ciudades y pueblos.
Créditos
Diseño de portada: Sebastián Neduchal.
Análisis y visualización de datos: Damián Mugnolo.
Edición: Melina Manfredi / Paula López