El Gobierno enfrenta una semana clave con el FMI. Por un lado, espera que el directorio del Fondo apruebe la primera revisión del acuerdo y, así, poder destrabar los US$2000 millones. Además, deberá afrontar un vencimiento el próximo viernes.
El pasado jueves, después de varias semanas de espera y con una fuerte preocupación por la situación de las reservas, el organismo le dio el visto bueno a la instancia técnica del nuevo programa con la Argentina firmado en abril.
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“El personal técnico del FMI y las autoridades argentinas alcanzaron un acuerdo a nivel de personal técnico sobre la primera revisión del programa de reforma económica de la Argentina, respaldado por el Servicio Ampliado del FMI (SAF) de 48 meses. Sujeto a la aprobación del Directorio Ejecutivo del FMI, la Argentina tendría acceso a aproximadamente US$2000 millones (1529 millones de DEG)”, informó el organismo.
Ahora, el Ejecutivo espera la aprobación final por parte del directorio que, según comunicó el Fondo, se reunirá esta semana. Después de pasar esa instancia, se enviará ese giro que le permitirá a la Argentina contar con mayor oxígeno en los meses previos a las elecciones.
A su vez, el viernes 1° de agosto Argentina deberá pagarle unos US$835 millones al FMI, correspondientes a intereses y comisiones por la deuda contraída con el organismo en 2018.

Se trata de una obligación importante en el complejo calendario financiero que tiene por delante el país, en un contexto de escasas reservas internacionales. Esta situación fue advertida por las autoridades del Fondo en un reporte luego de que se haya incumplido la meta de acumulación en junio.
“Las compras en bloques del Tesoro totalizarían US$900 millones en dos meses (US$700 millones en julio y US$200 millones en junio). Entendemos que estas compras deben contarse como un ‘gesto’ del Tesoro para con el FMI en medio de la primera revisión del programa, en la cual el compromiso de acumulación de reservas no fue cumplido. Con todo, en lo que va del mes, y pagos de Bonares y Globales mediante, las reservas brutas acumularon una caída de US$1400 millones contra junio", señalaron desde LCG.
Por su parte, Outlier analizó los desafíos que tiene el Gobierno por delante: “Pese a los esfuerzos, no se logró cumplir con la meta de acumulación de reservas netas en junio, y la brecha con la de septiembre supera los US$5000 millones. Muy probablemente la meta se haya reajustado, de la mano del waiver otorgado por el no cumplimiento de la meta del 13 de junio, en el staff report puesto a consideración del Board del FMI. Caso contrario, de buscar cumplirla, el Tesoro debería acelerar fuerte con las compras y las colocaciones de deuda por dólares durante los próximos dos meses".
En ese sentido, la consultora planteó que esto se dará en un período donde la oferta de divisas va a mermar considerablemente por factores estacionales y porque se termina la liquidación de la cosecha del campo. “Seguramente haya mayor demanda de dolarización de cartera y habrá que ver qué mejora de las tasas externas se logra consolidar. No ajustar esa meta para septiembre para que sea bastante menos exigente es aceptar de antemano que no se va a cumplir tampoco“, afirmaron desde Outlier.
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Y agregaron: “Esto sugiere que la presión cambiaria se mantendrá, con intervención del Banco Central en futuros y tasas reales en pesos persistentemente altas, al menos hasta las elecciones”.
En LCG consideraron que el Gobierno puede cubrir esos US$5000 millones con más deuda, lo alcanzado por el avance de las privatización de empresas públicas -lo que creen que será complicado en el corto plazo- o mayores compras del Tesoro o del BCRA. “Con una oferta de dólares más acotada por el flujo de menores liquidaciones, mayores tensiones en el mercado de cambios están a la vuelta de la esquina”, concluyeron.