Fabiana Milagros Ocaranza forjó su éxito en la chocolatería, tras una vida marcada por la búsqueda y la transformación constante. Aunque nació en el barrio porteño de Caballito, se define como marplatense por elección. “La Feliz” la vio crecer personal y profesionalmente. Allí creó “Milagros del Cielo”, una empresa de sello argentino que se impuso en el ranking mundial de alfajores.
El alfajor Milagros del Cielo fue reconocido como el mejor del mundo en el “Mundial del Alfajor” de 2022. Es de mousse de chocolate al licor y tiene un baño de chocolate semiamargo. La característica que marca la diferencia es que, aunque es bien argentino y marplatense, no tiene dulce de leche.
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El reconocimiento mundial le dio un impulso extra a una marca que nació hace 25 años y propone una amplia opción de recetas dulces en la costa argentina.
De la pesca al chocolate
El recorrido profesional de Ocaranza está marcado por una constante de prueba y error, guiado por un profundo sentido de la intuición. “Siempre busco sentirme bien en lo que hago y divertirme y pienso a la vida en ciclos”, describió.

La ganadora del premio al mejor alfajor del mundo se recibió de técnica química en 1982 y su primer empleo fue en la industria pesquera, analizando agua en un laboratorio.
El trabajo la aburría, pero no se animaba a dar el siguiente paso. Fue entonces cuando se cruzó con un profesor de la escuela industrial que le dijo: “Vos para esto no servís. Sos una persona que tiene que estar conectada con lo humano, con las relaciones humanas, con la expresión”. Al día siguiente, renunció y emprendió nuevos caminos. Cuatro décadas después no deja de agradecerle a ese profesor por haberle dado claridad en el momento en que más la necesitaba.
Con la experiencia en la industria pesquera bajo el brazo, Ocaranza exploró otros caminos. Intentó vender departamentos en la inmobiliaria familiar. “Tampoco era lo mío”, dijo. Luego, cursó diez materias de Abogacía y trabajó en el Palacio de Justicia y en los Tribunales de Morón, pero otra vez se vio encerrada en algo en donde no terminaba de desarrollarse profesionalmente “Siempre tuve esa intuición interior que me hace ruido cuando algo está desordenado”.
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Luego, se dedicó a la comercialización de suéteres. Hacía tejidos a fazón, que luego vendía en Termas de Río Hondo, Santiago del Estero, donde tuvo un local durante dos años y vivió seis meses en un camping. Aunque se trata de una industria típica de Mar del Plata, tampoco terminó de convencerla.

“Soy una persona muy inquieta, siempre en busca de hacer cosas que me llenen el alma. No hago las cosas por hacerlas, sino porque me llenan como persona, lo cual considero lo más importante. Solo me llevaré la experiencia de vida”, explicó.
El punto de inflexión llegó hace 25 años, cuando Ocaranza conoció en Santiago del Estero a quien todavía hoy es su oficial pastelero, aunque está jubilado. A su regreso a Mar del Plata, se encontraron y abrió un local donde comenzaron a hacer pruebas con chocolates.
Desde entonces, nunca más dejó la chocolatería, y el sector jamás le “resonó” negativamente. “El chocolate es cuestión de mezclar y seguir lo que el corazón te indica”. La empresa creció de dos a 20 empleados, cuenta con cuatro locales a la calle y vende por Internet a todo el país.
El mejor alfajor del mundo
Para Ocaranza hubo otro momento clave al frente de la chocolatería. En 2022, impulsada por dos amigas y clientas, se presentó al Mundial del Alfajor, con la intención de participar y a divertirse. La sorpresa fue ganar el premio mayor.

“Para Milagros del Cielo fue un momento bisagra, totalmente inesperado y una bomba. Generó un boom y un crecimiento exponencial. A nivel humano fue tremendo el desafío de manejar ese crecimiento”, explicó. Recientemente, el alfajor de crema de mousse de licor obtuvo un puntaje perfecto de cinco sobre cinco en TasteAtlas.
Desde ese logro, Ocaranza decidió no volver a participar en los mundiales, y se enfocó en otras actividades que también la divierten, como participar en congresos.
“El alfajor es un medio de comunicación para mí, y me comunico a través de él. Eso me hace feliz y me llena el alma, no el aspecto puramente comercial de vender. Creo que lo que hago representa a la Argentina, junto a otros alfajoreros. La industria del alfajor en Mar del Plata es pujante y muchos seguimos el camino iniciado por otros”, remarcó.
Su empresa, Milagros del Cielo, ofrece 21 sabores distintos de alfajores, y uno de ellos, “Augurius” (que significa destino), fue el primero en recibir un nombre propio. En la nueva edición de Caminos y Sabores, presentó su alfajor de pistacho, para el que realizaron más de 30 pruebas.

Un hito en su trayectoria fue la conexión de sus productos con la Fragata Libertad. Tras un contacto de “Marca País Argentina”, expresó su deseo de que sus alfajores estuvieran allí. Dos meses después, recibió una llamada directa de la Fragata para conocerla.
Actualmente, sus alfajores viajan en la Fragata Libertad y llegan a embajadas en varios destinos del mundo, como “embajadora itinerante” de la Argentina.
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Fabiana Ocaranza aconseja a quienes emprenden que “nunca bajen los brazos y que siempre sientan lo que hacen” y recomienda “no tener miedo en algún momento de decir: ‘No, mi camino no va por acá’, porque la vida se trata de prueba y error”.
“Estar abierto a cambiar es importante. Es muy importante atreverse, porque aunque las decisiones sean difíciles y salir de la zona de confort dé miedo, peor es sentirse vacío y no hacer lo que te gusta”, dijo y concluyó: “El camino es corto, y si no disfrutas lo que haces, ¿para qué hacerlo?”.