En una semana que se caracterizó por la alta incertidumbre y volatilidad cambiaria, se conoció un dato que agrega presión al Gobierno para cerrar un acuerdo con el FMI e inaugurar un nuevo esquema para el dólar oficial.
Según informó el INDEC, las importaciones crecieron 8,9% en febrero en términos desestacionalizados. A la vez, el superávit de la balanza comercial llegó a US$227 millones y cayó US$1182 millones en comparación con el mismo mes de 2024. De esta manera, el saldo positivo acumulado en el primer bimestre alcanzó los US$389 millones, frente a los casi US$2200 millones del mismo período del año anterior.
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“Este fuerte crecimiento de las importaciones responde a una dinámica esperable y positiva, con el repunte de la actividad económica a un ritmo acelerado empujando las necesidades de importación, aunque tampoco debería ignorarse el impacto de la apreciación del tipo de cambio, empujando al abaratamiento de la importación”, indicó el reporte semanal de Invertir en Bolsa (IEB).

Sin embargo, esa misma firma matizó el dato con dos perspectivas: los dólares del campo y la creciente exportación de energía. “La llegada de la cosecha gruesa empujará la balanza comercial en los próximos meses”, afirmó. Y agregó: “De cara al segundo semestre quedará por verse el impacto de la reversión en la balanza comercial energética sobre el total del saldo comercial”.
¿Reactivación o dólar barato?
El incremento de las importaciones vuelve a poner en el centro del debate a la política oficial de anclar el tipo de cambio, en un mes en el que el BCRA ya tiene saldo vendedor por US$580 millones. Según explican fuentes oficiales, buena parte de las ventas del organismo tiene que ver con el pago de importaciones, que el Gobierno fue facilitando desde que llegó al poder.
“El superávit logrado durante 2024 se estaría esfumando y a este resultado de bienes hay que sumar el saldo claramente deficitario en servicios, fundamentalmente por turismo, pero también en otros rubros. Como insistimos frecuentemente, esta es la variable a la que más atención hay que darle, dada la dificultad histórica de nuestro país de conseguir divisas (y estamos en un contexto de reservas netas de dólares negativas)”, alertaron los analistas de LCG.
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De la misma manera, en GMA Capital apuntaron que corren peligro los superávits gemelos (fiscal y comercial): “Con un tipo de cambio real multilateral que sigue apreciándose, el déficit comercial parece estar a la vuelta de la esquina. Si a esto se le suma el rojo en la cuenta de servicios, entonces se requeriría de una cuenta financiera muy superavitaria para que vuelvan las compras del BCRA en el mercado de cambios. Por el momento, este escenario se dificulta debido a la actual dinámica de tasas”.

Con ese panorama, para el mercado es clave saber el monto de dólares que aportará el FMI y su cronograma de desembolsos. “La volatilidad podría disiparse si se siguieran conociendo más detalles sobre el nuevo acuerdo y sobre la próxima ‘fase’ del esquema económico. Aunque es posible que la estrategia del Gobierno pase justamente por no develar nada antes de tiempo. En esta coyuntura, el nerviosismo puede persistir, principalmente si la racha vendedora del BCRA se mantiene”, señalaron en GMA Capital.
Esta semana, y pese a la volatilidad, no hubo mayores definiciones al respecto. A través de una agencia de noticias, circuló la cifra de US$20.000 millones, que se podría confirmar en los próximos días. Ese monto significaría un ingreso neto (descontando los pagos de deuda) de US$6000 millones.
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Para LCG, la cuestión cambiaria sigue trabando la llegada de los dólares del FMI y el aumento de las importaciones juega en contra del entendimiento. “No hay dudas de que el staff de ese organismo ya aprendió la lección argentina de que no tiene sentido usar los pocos dólares que se puedan dar en defender una paridad que ser percibe artificial. Por eso el número reciente de las importaciones resulta importante, dado que podría inquietar a los economistas del Fondo sobre la dinámica futura”, cerró la consultora.