Una medición realizada por el Barómetro de la Deuda Social de la Infancia, mediante la Encuesta de la Deuda Social Argentina (EDSA) de la Universidad Católica Argentina (UCA) estableció que entre el periodo 2020 y 2022, la pobreza e indigencia en niños, niñas y adolescentes del conurbano bonaerense se agudizó. Asimismo, los sectores medios tuvieron un descenso importante de su poder adquisitivo, por lo que comenzaron a adquirir asistencias sociales.
En base a los niveles de ingresos de su hogar más de 8,2 millones de chicos son pobres en la Argentina -y dentro de ese grupo, un 10,1% son indigentes-. Esto quiere decir que quienes se encuentran bajo el umbral de la pobreza no alcanzan a cubrir los ingresos necesarios para satisfacer la canasta básica alimentaria, sumado a la compra de bienes y servicios considerados esenciales para sobrevivir, como el acceso a vestimenta, transporte, educación y la salud.
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Durante estos dos años, la situación de la inseguridad alimentaria se incrementó un 44% en todo el país, aunque el mayor deterioro se registró en los últimos cinco, de acuerdo al último informe de la UCA.
Luego de la pandemia, la pobreza infantil sigue en alza
En la Argentina, la pobreza en la población de niños, niñas y adolescentes ascendió en el segundo semestre de 2022 al 61,5% y dentro de esta población se estima que 13,1% son indigentes. La situación de inseguridad alimentaria por problemas económicos, es decir, la imposibilidad de acceder al alimento, afectó al 31% de los niños, niñas y adolescentes en los últimos seis meses de 2022, siempre de acuerdo a la UCA.
En este sentido, se registró el peor momento en plena pandemia del 2020, cuando la pobreza infantil llegó al 37,2% y si bien en los últimos dos años postpandemia se logró una mejora en el acceso a la alimentación, afectó a un tercio de esta población en el segundo semestre de 2022.
En este contexto, las asistencias sociales directas e indirectas tomaron mayor relevancia y aumentaron en montos, alcance y cantidad de programas. Los productos entregados en los comedores escolares y comunitarios, así como la copa de leche, se incrementaron progresivamente y a partir del 2020 se sumó la Tarjeta Alimentar y alcanzó al 46,5% de la población de niños, mientras que para 2022 alcanzó al 59%. Por su parte, se estima que en 2022 la Asignación Universal por Hijo (AUH) y otras transferencias alcanzaron al 49,9%.
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Ianina Tuñón, investigadora responsable del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia, Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, destacó que estas prestaciones fueron clave en contextos como la crisis sanitaria y social del Covid-19, en un contexto marcado por la inestabilidad laboral y los altos niveles de inflación.
Si bien entre 2021 y 2022, se registró una sostenida recuperación en los índices de pobreza infantil tras el impacto de la pandemia, también se reportaron peores cifras en las infancias de áreas metropolitanas del interior del país. Según la UCA, actualmente, la pobreza afecta en mayor medida a los niños, niñas y adolescentes del conurbano bonaerense donde alcanza el 69% de la población infantil, mientras que en las áreas metropolitanas del interior del país llega al 64,9%
En concreto, solo en el conurbano, la cobertura alimentaria a través de la Tarjeta Alimentar alcanzó al 59,3% de la población de menores en 2022. Ante esta situación, desde la EDSA remarcaron que es clave el desarrollo de políticas públicas orientadas a la generación de empleo genuino en los sectores sociales más desprotegidos y focalizar las condiciones de los programas de ayuda alimentaria.
También crece la asistencia social a la clase media
Tuñón también hizo referencia al crecimiento de la asistencia social dirigida a los estratos medios y sostuvo que “en el 2022 casi la mitad de los chicos tienen ayuda de ingresos”. “Por los niveles de inflación más sectores cayeron en la pobreza y más sectores ahora precisan de ayudas sociales”, insistió. “En clases media alta (niveles socioeconómicos profesionales y no profesionales, no de ingresos) comenzaron a recibir ayuda de manera indirecta como la que les llegaba a través de la educación pública”, destacó Tuñón. De esta manera, resaltó que “los niños de las clases medias son los nuevos pobres de las infancias”.
Qué pasa con la salud y la educación en las infancias pobres
Además de las cuestiones meramente económicas, la pobreza infantil trae aparejada una serie de efectos en materia sanitaria y educativa. De acuerdo a lo establecido por el barómetro de la UCA, actualmente más del 50% de los chicos depende del sistema de salud público para poder atender sus necesidades sanitarias. Además, durante la pandemia el 65% de las niñas, niños y adolescentes de entre 3 y 17 años no consultaron por su salud bucal.
En tanto, el regreso a los consultorios odontológicos fue paulatino y recién en el segundo semestre de 2022 se llegó a niveles similares a los prepandemia.
Por otra parte, durante los últimos seis meses del 2022, los estratos medios comenzaron a utilizar con mayor frecuencia el sistema de salud público, debido la dificultad de acceder a obras sociales, mutuales o prepagas.
Por el lado de la educación, durante el segundo semestre del año pasado los procesos de escolarización presenciales en la educación inicial, primaria y secundaria se ampliaron y regularizaron en todo el territorio del país, aunque hay puntos donde aún continúan atrasados.
Se estima que en 2022 el 83,5% de la población de niñas, niños y adolescentes asistió a una escuela estatal. Esta cifra representa un incremento de 11 puntos porcentuales en la asistencia a los establecimientos públicos en la educación primaria, mientras que en la secundaria se registró una suba de cinco puntos porcentuales.
Actualmente más del 90% de los chicos de 6 a 12 años no asiste a jornada completa, cerca del 65% no tiene computación y más del 46% no cuenta con idioma extranjero dentro de su educación. Esos últimos puntos adquirieron especial relevancia, ya que durante el confinamiento fue necesario implementar nuevas técnicas para continuar con las clases a la distancia, pero no se acortó la brecha para que los chicos puedan adquirir más conocimientos tecnológicos.
Por último, a la hora de hacer un análisis a nivel multidimensional, en la UCA sostuvieron que no existe decisión política suficiente para implementar medidas que aceleren mejoras en los puntos mencionados y, entre otras cuestiones, destacaron que la falta de acceso a los alimentos aún preocupa después de pandemia.