La paridad de género es un desafío en todos los ámbitos, también en el de los negocios. Romper el techo de cristal no es fácil, aunque, de a poco, hay mujeres que lo logran. Silvina Moschini es una de ellas. De su Tandil natal viajó a los Estados Unidos a estudiar y allí se convirtió en la primera mujer latinoamericana en llevar una empresa a la condición de unicornio.
“El poder está dentro nuestro, solo tenemos que sacarlo”, asegura. En diálogo con TN, hace un recorrido de su carrera, de sus miedos y de las personas que desestimaron su valor. Habla de su emprendimiento para llevar libertad económica a otras y del mandato cultural les niega lugares de liderazgo: “El éxito de las mujeres incomoda”
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Las dificultades para emprender y la influencia de quienes no compañan el éxito de las mujeres
Como para la mayoría de las mujeres, para Moschini emprender no fue fácil. Tuvo que romper el mandato familiar ligado a la equitación y a los caballos para iniciar su propio camino.
“Tuve que vencer el miedo y, poco a poco, logré convertirme en una emprendedora que llevó un negocio a una valuación de US$1000 millones en 2020, y que ahora está en 3200 millones de dólares”, contó a TN.
Las dificultades que debió enfrentar estuvieron ligadas principalmente a personas que no creyeron en ella por su condición de mujer; a un ecosistema de negocios que no está preparado para acompañar emprendimientos liderados por mujeres, y a la falta de oportunidades. Pero, lejos de darse por vencida, eso fue lo que la motivó para desafiar al sistema.
“Logré convertirme en emprendedora con muchas lágrimas. Hubo mucha gente que me rechazó y que no creyó en mí, pero también muchos sí confiaron y me acompañaron en el camino. Los que creyeron y los que no creyeron fueron igualmente influyentes en mi vida como emprendedora, pero más los que no creyeron, porque la energía que se saca de la gente que no cree en uno es la motivación para triunfar. Es decirles: ‘no me creas, simplemente mirame triunfar’”, resumió Moschini.
En el mismo sentido, aseguró que “la fuerza de la gente que cree y que no cree son igualmente poderosas para que puedas sacar lo mejor”. “Las mujeres no necesitamos ser empoderadas, porque el poder está dentro nuestro, solo tenemos que sacarlo”.
“Si querés ser una princesa, tenés que ser una que construye castillos”, la frase que cobró sentido muchos años después
Moschini nació y creció en Tandil, provincia de Buenos Aires, en el seno de una familia ligada al mundo de los caballos. Cuando tenía seis o siete años, su papá le preguntó qué quería ser cuando fuera grande y, sumida en una sociedad patriarcal, le respondió con otra pregunta: qué quería él que fuera. La respuesta de su papá -que en ese momento pasó inadvertida- cobró sentido muchos años después y fue un punto de inflexión en su vida.
“Papá me dijo, podés ser lo que quieras ser, y si querés ser una princesa está muy bien, pero tenés que ser una princesa que construye castillos. Me quedó esa frase, ese concepto grabado, pero no le di sentido hasta que fui más grande y entendí que la verdadera independencia siempre empieza por la cartera, por la billetera, es la capacidad del poder ganarnos como mujeres nuestro propio sustento”, recordó.
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Esa frase que cobró sentido ya de adulta, según dijo, fue “el norte” que tuvo para convertirse en emprendedora y para que, una vez cumplido ese objetivo, pensar en convertirse en una “emprendedora de impacto y utilizar ese poder que dan las plataformas de los negocios para ayudar a otras mujeres a hacer lo mismo”. “Me convertí en emprendedora para llevar independencia y libertad económica a otras mujeres”, agregó.
Silvina Moschini dejó un trabajo seguro, viajó a Estados Unidos y desafió el mundo de los negocios
Silvina Moschini es cofundadora de TransparentBusiness, un ecosistema de compañías que aprovechan la nube para conectar negocios y talento a demanda; y de SheWorks!, una empresa que aprovecha la tecnología para cerrar la brecha de género, según la propia descripción de las firmas que lidera.
Los que creyeron y los que no creyeron fueron igualmente influyentes en mi vida emprendedora, pero más los que no creyeron, porque de ellos se saca la motivación para triunfar. Es decirles: ‘no me creas, simplemente mirame triunfar’.
Además, es productora ejecutiva de Unicorn Hunters, una serie de negocios para conectar a compañías de alto potencial de crecimiento, que buscan capital para lograr una valoración de US$1000 millones, con personas alrededor del mundo que buscan oportunidades de inversión.
Para lograr alcanzar esos hitos en su vida emprendedora, Moschini transitó un largo y “atípico” camino, como le gusta describirlo. Se fue a los Estados Unidos a estudiar cuando tenía apenas 24 años, pese a que muchos la cuestionaban por dejar un trabajo seguro para empezar de nuevo en otro país.
En ese país logró combinar los estudios con una exitosa carrera profesional en compañías de renombre. Como parte del equipo de liderazgo de Patagon, llevó a a la compañía a la venta en US$785 millones (lo que serían hoy US$785 billones) y, pese sus proyecciones crecientes decidió salir del mundo corporativo. “Me fui dando un enorme salto de fe en algo que nadie entendía: las .com”, contó.
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Una idea disruptiva en un mercado que no está dispuesto a dar oportunidades a la mujer
Salir del mundo corporativo fue para ella un “punto de inflexión muy importante”, porque se trató de “hacer algo para cambiar el mundo, que pudiera llevar disrupción y cambiar la forma en que se hacían las cosas”. Fue ahí donde decidió convertirse en emprendedora, pero venía el un nuevo desafió: conseguir quien aporte el capital para el proyecto, porque los fondos de inversión destinan apenas el 2% del capital en compañías lideradas por mujeres.
Una solo compañía de cigarrillos eléctricos levantó US$10.000 millones en el mismo año en que todas las mujeres de los Estados Unidos apenas recaudaron US$2900 millones, es decir más de tres veces menos.
“A las mujeres nos miden en prueba y no en potencial, pero para poder tener la prueba tenés que tener la oportunidad. Por eso, capitalizando lo que había aprendido, pensé qué podía hacer distinto de lo que había en el mercado” y, como dice le puso “pollera a las reglas”.
Como no le prestaban la plata para llevar a su empresa a gran escala, debió crear un emprendimiento desde su propia carencia y necesidad. “Pensé en el poder de las masas, haciendo que gente de cualquier parte del mundo -presentándoles la oferta de inversión y con marketing digital para masificar el mensaje- permitiera llevar mi compañía una valuación de US$1000 millones, dando poder a la gente de invertir en mi compañía para que ellos me dieran el poder de ejecutar”, explicó.
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Cómo romper con la cultura de que las mujeres están para ser vistas y no para ser oídas
En la necesidad surgió su primera idea, pero cuando llegó el momento de la ejecución surgieron las preguntas. “Me sentaba en la esquina de mi cama preguntándome qué estaba haciendo y cómo iba a hacer para resolver todas estas enorme preguntas, porque sentía ese famoso síndrome del impostor, que nos pasa a las mujeres, que es no saber si tenía lo que debía tener para poder hacer algo de verdad grande”.
Incomoda el éxito, incomoda el poder, incomoda el dinero femenino. Por eso estoy trabajando para que el camino de las mujeres hacia la creación de riqueza sea de costumbre. Pasar de gastar a invertir, a crear riqueza.
Trabajó mucho sobre sus miedos, sus fantasmas, sus precondiciones y sobre todas esas cosas que se autoexige la mujer. Debió romper con la cultura “que nos impone durante mucha parte de nuestras vidas, que las mujeres estamos para que nos vean y no para que nos oigan”.
“Les pasa a jefas de Estado mujer, les pasa a ejecutivas, nos pasa a todas. Porque estamos acostumbradas, culturalmente, a que el éxito de la mujer no sea algo que se tiene naturalmente. Por eso a veces el éxito de las mujeres incomoda, es antipático y ahora estamos en una era donde hablamos de diversidad, de inclusión, de empoderamiento de las mujeres y, sin embargo, la verdad es que al final del día tenemos que todavía seguir trabajando para normalizar el ver a mujeres exitosas y que no digan por algo será”, evaluó.
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Y agregó: “Incomoda el éxito, incomoda el poder, incomoda el dinero femenino. Nos incomoda a nosotras mismas, incomoda al resto. Por eso estoy trabajando para que el camino de las mujeres hacia la creación de riqueza sea de costumbre. Pasar de gastar a invertir, a crear riqueza”.
“Aprovechemos, como dicen los chinos, las oportunidades que las crisis nos traen. Que las mujeres se atrevan a pensar en grande y que piensen que solamente las empresas grandes tienen gran impacto, que hagan compañías pensando en que van a construir negocios de US$1000 millones. Pensar en grande es el lema”, dejó finalmente como mensaje a las mujeres que quieren emprender y que dudan en hacerlo.