En la Argentina, no hay visita a la farmacia que no termine con una cuenta de cuatro cifras, salvo algunas excepciones. El costo de los medicamentos va en ascenso -por encima de la inflación, según datos oficiales-. Por eso es que el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, advirtió que podría intervenir en el sector. Los números que llevaron a esta declaración son más que elocuentes: un 42,4% de suba en nueve meses y algunos productos (de los más vendidos) que se encarecieron hasta un 86%.
El dato oficial de Indec, que no solo mide medicamentos sino también artefactos y equipos para la salud, es que aumentaron un 42,4% en nueve meses, más de cinco puntos por encima de la inflación, que en el mismo período fue del 37%. El dato no es muy lejano al informe del Centro de Profesionales Farmacéuticos Argentinos (Ceprofar), que midió un aumento del 45%.
En ese sentido, Ceprofar señaló que hubo aumentos por encima del promedio entre los 10 medicamentos más utilizados. Entre ellos, una marca de levotiroxina (que se utiliza en el tratamiento para la tiroides), con una suba del 86%; el ibuprofeno, con un 53% y un ansiolítico, el Alprazolam, con un 48%.
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Brecha de precios de medicamentos entre laboratorios
A esto se suman algunos detalles que complican la ecuación a la hora de llegar al mostrador. Por un lado, la inelasticidad de la demanda: si hay una enfermedad crónica, es imposible dejar de comprar un medicamento por más que aumente por encima de la inflación. Por otro lado, la dispersión de precios entre marcas.
Así lo explica Ceprofar: “Hay una gran diferencia de precios entre medicamentos que contienen el mismo principio activo, pero de distintos laboratorios. El precio se triplica y hasta cuadruplica en medicamentos que son muy usados”.
Por ley, las recetas de los medicamentos deben tener el nombre de la droga que los compone para que cada persona pueda elegir libremente qué marca comprar, pero Ceprofar asegura que esa ley no se cumple y que “las marcas más conocidas son las más usadas, las que más se recetan, y las que más aumentan”.
Entre las razones de los aumentos hay un combo complicado de inflación, productos importados, crisis de oferta por la pandemia y un acuerdo que complica todo. Claro que, apenas lo supieron, los laboratorios pusieron el grito en el cielo: Caeme, Cilfa y Cooperala, las tres principales entidades que los agrupan y representan a más de 350 empresas, emitieron un comunicado en el que detallaron que “resulta innecesario alterar las reglas de la libre competencia, a través de mecanismos de congelamiento de precios”.
“Desde hace muchos años la industria farmacéutica presente en Argentina viene haciendo grandes esfuerzos para sostener la accesibilidad de los medicamentos a los principales financiadores, obras sociales y prepagas, en muchos casos con coberturas que llegan hasta el 100% del valor para los pacientes, tal como ocurre en los tratamientos oncológicos y especiales y en el programa VIVIR MEJOR implementado por el PAMI, con un sustancial aporte de los laboratorios”, señalaron.
Los principales compradores de medicamentos en la Argentina
El acuerdo con PAMI es, justamente, una de las razones por las que los medicamentos aumentan. Hay un convenio vigente desde el gobierno anterior para que los laboratorios ofrezcan medicamentos a un precio de venta al público más bajo que el del mercado. Según fuentes del mercado, en este momento hay una diferencia de un 35% entre lo que se vende por PAMI (que representa, a su vez, un 40% de las ventas totales) y el resto.
Principio básico de economía: nada es gratis. Y si los laboratorios por algún lado pierden, por otro lado intentarán ganar, y será en los medicamentos que no forman parte de ese acuerdo. De alguna manera, entonces, el acuerdo de PAMI lo “pagan” quienes no son afiliados de la obra social de los jubilados y pensionados.
En ocasiones pasadas, cuando la Unión Argentina de Salud (UAS), que nuclea a las prepagas, entre otros integrantes del sistema privado de salud, denunció un incremento desmesurado de los costos de los medicamentos (que, a su vez, encarecen los costos para los financiadores, que se tienen que hacer cargo de cubrir parte o el total de estos productos), los laboratorios defendieron su postura con el acuerdo con PAMI.
Aseguraban que, si se descuenta el valor de los medicamentos que le venden a la obra social de los jubilados y que representan una gran parte de las ventas totales, la inflación de los medicamentos debería ser mucho menor. Por ejemplo, según la medición de Indec, en 2020 los medicamentos crecieron un 31%, pero los laboratorios afirmaban que si se descontaban los “precios PAMI”, el avance habría sido del 24%.