Lo que estaba siendo una histórica semifinal de Roland Garros entre Rafael Nadal y Alexander Zverev terminó siendo un lamento por la terrible lesión del alemán en el segundo set de un partido que llevaba más de tres horas de un juego inolvidable.
Zverev, N°3 del mundo, tuvo que salir de la cancha en silla de ruedas tras torcerse el tobillo derecho mientras el público, unos 15.000 espectadores, esperaban atónitos para conocer si el alemán podría volver a jugar, lo que tras algunos minutos de tensa espera se desestimó cuando el propio jugador salió del vestuario en muletas y sin poder apoyar el pie, mientras nadal lo acompañaba.
El jugador llegó en esas condiciones hasta el juez del partido, lo saludó, luego se abrazó con Rafael Nadal y saludó al público, de a una muleta en alto a la vez, para terminar retirándose de un estadio que lo ovacionó.