La vida de Guido Pella dio un giro de 180° en los últimos meses. Sin jugar desde octubre de 2021, sus prioridades cambiaron cuando se enteró, en enero de este año, que se convertirá en padre de Arianna junto a Stephanie Demner, su pareja. Con la modelo e influencer, el bahiense de 32 años iba a casarse en septiembre de 2020, aunque la pandemia lo impidió. Coronavirus, casamiento trunco, noticia de embarazo, problemas en una de sus rodillas. Demasiadas cosas juntas en tan poco tiempo hicieron que el tenista decidiera parar la pelota y pensar. Y así lo cuenta en una entrevista con TN.
A más de seis meses de tu último partido, cómo estás viviendo este tiempo alejado del tenis mientras realizás un tratamiento en una de tus rodillas
-La verdad que bien. Es el primer momento en el que estoy tanto tiempo sin jugar, más allá de lo que pasó en pandemia. La rodilla hacía mucho tiempo que estaba complicada, especialmente desde finales de 2021. El dolor era muy recurrente, no me dejaba jugar bien. Mi juego se trata de contraatacar, defender y se me estaba haciendo difícil. Son tratamientos lentos. Cuando intento jugar un poco y exigirme, duele. Por ahí no tanto para la vida normal pero sí para el tenis. Tuve que parar para, al menos, intentar de alargar mi carrera.
¿Y cómo se atraviesa desde lo mental? ¿Cuánto influyó el hecho de que vayas a ser papá?
-Mucho cambió. Mi idea era tratar de parar el año pasado y arrancar bien en 2022 con los torneos de Australia, pero las primeras semanas no me adapté bien al tratamiento, se me hinchaba la rodilla, seguía con mucho dolor. Al mes siguiente me enteré que iba a ser papá y cambiaron los planes. Tenía que tratar de estar con mi pareja la mayor cantidad de tiempo, dedicarle otro lugar. Estoy en un momento en el que tengo que parar un poco, mi cerebro me pidió eso y estoy tratando de escucharlo por primera vez en mi vida.
¿Por qué no lo habías escuchado antes?
-Lo que digo siempre: la vorágine del tenis. Si le preguntas a todos los tenistas, nadie sabe qué pasa alrededor de su carrera. El tenis es un deporte que te exige ser egoísta, porque estás vos solo adentro de la cancha, te exige pensar en tus problemas y no en los otros porque si no, no tenés esa fortaleza mental para ganar. Cuando me enteré que iba a ser papá, sumado a la lesión, pude frenar por primera vez y se me empezaron a caer ideas que antes no tenía.
¿Qué no estás dispuesto a resignar en tu vuelta?
-La realidad es que aprendí que si volvés, tenés que resignar todo. A medias no lo podés hacer en este nivel que se está jugando. Estamos en el mejor momento de la historia del tenis, con los tres mejores en actividad todavía, con muchos jóvenes que están top 10, top 5 y eso hace que a uno se le dificulte cada vez más. Uno se va haciendo cada vez más grande, hay más chicos que tienen más hambre y es difícil porque tengo casi 32 años. Sé que si vuelvo va a ser sin ver a mi familia, sin ver a mi hija, viajar por semanas y semanas y eso es lo que estoy tratando de procesar internamente… Saber si estoy dispuesto a hacerlo.
¿Y estás dispuesto?
-Hay que estarlo. La idea es tratar de volverlo a intentar una vez más. Sé que de tenis estoy bien, pero la parte mental todavía hay que ajustar un par de cosas.
En esta vorágine de la que hablás, ¿se llega a disfrutar algo?
-Particularmente no. Y no creo que alguien te diga lo contrario. Cuando uno tiene una mala semana hay que enfocarse en la siguiente y cuando tenés una buena, jugás al otro día. Entonces es todo tan rápido que es difícil sentarse y decir: “Mirá, estoy logrando buenos resultados”. Recién a fin de año pasado tuve la chance de plantearme “esto quiero, esto me está pasando”.
Uno imagina que para un tenista lo máximo es la Copa Davis… ¿es tan así o entra en la bolsa de la vorágine?
-Termina entrando en la misma bolsa. Es cierto que en Copa Davis vas jugando series y tenés la chance de destacar a quién le vas ganando, pero a la otra semana estás compitiendo de vuelta en el circuito. Pasaron 6, 5 años… (-no recuerda con exactitud-) y recién hoy uno lo disfruta más, pero en ese momento, y lo he hablado con otros compañeros, no tuvimos la chance de disfrutarlo.
¿No te permite relajarte el tenis en ese sentido?
-Nah (suspira, como resignado). Las veces que yo intenté decir: “Bueno, ahora disfruto”, fueron los peores momentos de mi carrera. Cuando uno se relaja es difícil volver a encontrar ese nivel de concentración que se requiere. Una semana que bajás la intensidad va escalando en lo que sigue y perdés la confianza, el ranking.
¿Se juga más por trabajo que por pasión?
-Sí… sí (reconfirma). No me acuerdo el último momento que lo disfruté como deporte. A ver, a mí el tenis me gusta, me encanta jugarlo pero cuando lo tomás como un trabajo que es, con todas las presiones y las cosas que nadie te cuenta, se hace difícil seguir en el día a día. Imagínate que vos todos los días tenés que rendir un examen. Si te va mal, desaprobás y seguís pateando. La presión con la que convivimos los tenistas es muy alta y uno pierde de vista lo lindo que es el deporte. Todos los días levantarte con la responsabilidad de no perder puntos, ranking… La exigencia del tenis hace que tu cabeza un día necesite un respiro.
Incluso ya te has alejado del tenis…
-Sí, en 2014. No me estaba dando la felicidad que estaba buscando y entendí que era un trabajo y tenía que hacerlo de la misma manera que lo hace cualquier persona en su ámbito. Lo fui padeciendo en diferentes momentos en los que los resultados no se daban.
Mientras se desarrolla la gira de polvo de ladrillo europea, algunos tenistas argentinos entrenan en el Racket Club de Palermo. Pella se detiene un momento a saludar a Juan Manuel Cerúndolo (123º) y Thiago Tirante (206º) y a sus entrenadores, quienes pelotean en la cancha 1 del predio. El tenis argentino vive un recambio importante y al bahiense le genera mucha ilusión.
¿Cómo ves a la nueva generación del tenis?
-Lo dije hace mucho y la gente se me reía en ese momento: Argentina tiene una camada de chicos espectacular. Lo vengo diciendo hace 5 años y ahora los que tenían 13, 14 años están empezando a jugar bien. Seba Báez ya es top 40, Tomás Etcheverry entró al Top 100, Juanma (por Cerúndolo –lo señala mientras entrena-) ya ganó su primer título. Como son más chicos que yo no los conozco en el día a día, pero sé que tienen una amistad grande y eso es importante. Hay que ver si lo pueden sostener en el tiempo, porque sé lo que hace la competencia y esas rispideces pero les deseo lo mejor. No hay nada que me guste más que el tenis argentino siga estando en el primer plano.
¿Y de los internacionales?
-Imagínate lo que cambió el tenis que algunos jóvenes como Zverev, Tsitsipas ya no son tal cuando tienen 23, 24 años… Cuando yo arranqué a jugar, me metí top 100 a los 22 años y no había pibes de 18, 19 años. Desde que aparecieron Federer, Nadal y Djokovic pasó a ser muy difícil meterse entre los 100. Aparecieron muchos jugadores jóvenes como Alcaraz… (se detiene) bueno, no lo contemos a Carlitos porque es un fuera de serie. Y lo mejor es que van a estar durante 10 años más.
Jugaste con los tres (Nadal, Roger y Djokovic)… ¿con cuál disfrutaste más y con cuál la pasaste peor?
-Disfrutar con todos. Es como cualquier deporte. Como enfrentarse a Messi y a Ronaldo. Los padecí a los cuatro (NdR: suma a Andy Murray) pero lo peor es que me tocó Nadal en Roland Garros, Federer en Wimbledon… Fueron partidos en sus superficies favoritas.
¿Qué te pareció la decisión de Wimbledon de prohibir a jugadores y jugadoras rusos y bielorrusos?
-Entiendo los dos lados. Es un horror lo que pasa y no debería pasar más pero conozco a tenistas rusos y ucranianos y no creo que alguno quiere guerra. Tomar esa decisión de esa magnitud, afectando a jugadores de tenis no creo que solucione el problema. Fue apresurada, sin consenso y creo que se debería haber hecho otra cosa.
La última vez que jugaste en Moscú tuviste un episodio feo con apostadores… ¿Qué sentís cuando después de un partido tenés la casilla llena de mensajes insultándote?
-Si fuera eso solamente… a mí me da pena esa gente. El tema es cuando te empiezan a amenazar. Son trolls, ninguno tiene foto o seguidores, todos atrás de una pantalla. Lo bloqueás y ya está pero cuesta aceptarlo. Y dentro de la cancha más aún, cuando los ves que están apostando mientras está prohibido. Te genera un rechazo mayor. Uno hace la denuncia una, dos veces pero ya decis: “No tiene caso”.
Disney, la diversión de Guido Pella
Vas seguido a Disney, ¿es tu lugar en el mundo?
-Hay gente que después de un torneo va a la playa. Yo me voy a Disney. Es mi modo de desconectarme. Cada uno hace lo que siente y lo hace feliz para desconectarse del momento. Pero son uno o dos días y después a entrenar de vuelta.
Y en tu carrera, ¿alguna vez te sentiste “como Disney”?
-Sí… Tuve la suerte de tener momentos excelentes, como en la Copa Davis, en 2019 que gané mi primer título (NdR: en el ATP 250 de San Pablo, venciendo a Christian Garín por 7-5 y 6-3) cuartos en Wimbledon, gira europea muy buena… Esos torneos son los que a uno lo hacen disfrutar más de la media y hacen que el esfuerzo valga la pena.
Cerrar un partido o pedir matrimonio: qué es más difícil
¿Es más difícil cerrar un partido o pedirle casamiento a tu novia?
-Uhh, ja. Todo lo que sea fuera del tenis es más difícil. En la cancha hago cosas que a veces no sé de donde salen. Y es de entrenar todos los días y hacer lo mismo, pero me sacás de la cancha y todo se me complica, je.
Sos “famoso” y tu pareja también lo es, ¿extrañas algo del anonimato?
-Siempre me consideré una persona súper tranquila. Sé que estoy con una persona que es hasta mucho más conocida que yo. Es más, vamos a la calle o a un evento y a ella la saludan (simula quedarse a un costado mirando cómo le piden fotos a su pareja) y a mí no. Y estoy feliz con eso. No me gusta que la gente me reconozca pero no de mala onda, sino que si estoy con amigos me encanta poder estar tranquilo. Sé que por mi trabajo y el de mi pareja estamos más expuestos que a algunas personas pero me gusta mi vida así, sin que la gente sepa lo que hago o lo que me gusta.
¿Con qué soñás para tu vuelta?
-Me gustaría que mi rodilla empiece a jugar para mí (sonríe) y poder jugar un par de años más, tranquilo, sin sentir dolor. Después si el tenis me da y agarro ritmo, sé que voy a empezar a jugar de nuevo contra los mejores.
¿Te gustaría que te vea tu hija en una cancha?
-No sé si va a llegar porque quedan varios años, ja. Pero sí, aunque sea que me vea gateando…