Esta es una historia de autodeterminación. De hasta dónde una persona que-además-es-mujer entra con ocho años a un gimnasio a acompañar a una amiga a ejercitarse, ve un póster con un cuerpo musculado y ya nunca más piensa en otra cosa. Quiere ese cuerpo que luego muchos rechazarán y sobre el que incluso su madre dirá sentir “asco”. Pero ella lo quiere y entonces va, lo hace y 27 años después gana su primera copa como campeona de fisicoculturismo. Esta es la historia de Karina Argüello. “¿Si soy fisicoculturista? No, no. Yo soy una guerrera”.
Karina Argüello tiene 35 años. Nació en San Justo, pero vivió casi toda su vida en Virrey del Pino, una localidad del partido de La Matanza donde forjó su historia. Kary, como se llama en sus redes, un día descubrió el pulso de su propósito (uno de tantos en su vida) y puso en práctica toda su capacidad de voluntad para concretarlo en un contexto complejo, difícil, de mujer con hijos, de mujer que trabaja lejos de su casa, que viaja tres horas de ida y tres de vuelta en distintos colectivos. Que cambia de humores porque come poco, apenas un puñado de gramos d, o porque puede ver muy poco a sus hijos o porque está cansada. O por todo eso.
Pero tiene claro lo que quiere. Su sueño es tener su propio gimnasio y habla de alcanzar un prestigio: “Creo que si logro ser una atleta reconocida y transmitir mi experiencia y mis conocimientos, me daría un prestigio. Pero sé que todo depende de mi trabajo y de mi esfuerzo. Esto lo hago por mí, pero también por mi familia, para que el día de mañana podamos tener algo nuestro”.
“Soy campeona, aún no caigo”
Cuando Karina recibió a TN en su casa de Virrey del Pino donde una estrecha y empinada escalera hace de antesala a un pequeño departamento familiar en el que dos gatos se trenzan en juegos constantes y una sola ventana deja ver los cables de un barrio de vecinos humildes, el día estaba comenzado. Dos chicos, sus hijos, ya estaban listos para ir al colegio acompañados por Brian, la pareja de Kary desde hace un tiempo y su marido desde febrero pasado, cuando se casaron. Faltaban poco, apenas dos días para que Kary compitiera por primera vez en el extranjero como representante de la Federación Internacional de Fisicoculturismo (IFBB) y estaba nerviosa. “No sé si me siento tan cómoda compitendo”, decía. Horas después y ante un mensaje que decía ‘¿cómo te fue?’ respondió: “Cumplí mi sueño de ser campeona”.
¿Qué es el fisicoculturismo?
“En la IFBB se busca que la imagen del atleta en sus diferentes categorías sea agradable al público. Básicamente se trata de encontrar el punto de equilibrio entre el desarrollo de los músculos, la simetría y la estética. Estamos acostumbrados ya a que mucha gente nos rechaza o rechaza la imagen de una mujer con músculos porque lo ven como una deformación, como muy estético o incluso muy egocéntico, pero no es así. Al menos no para mí. Lo que yo hago, es una terapia para mí. Es ver hasta donde llego, es una competencia constante pero conmigo misma y no con los demás”.
“Mi mamá me decía: vas a parecer un hombre”
“Nosotos queremos que la gente nos acepte acepte primero el deporte como tal y otra que sea agradable a la vista. Entre tantos prejuicios hay uno que es muy común y tiene que ver con las drogas, Yo te voy a ser honesta: hay muchas chicas y chicos que usan químicos, chicas que se androgenizan y parecen hombres y sí, obviamente que eso a la mayoría de la gente le molesta. Mirá, te cuento: cuando yo era chica y sobre todo cuando le dije a mi mamá que quería formar parte del fisicoculturismo ella me decía ‘no, vas a parecer un hombre, aparte con músculo, que asco, qué sé yo’. A mí siempre me gustó y aunque me duelen algunas cosas, nunca dudé en seguir”.
Un cuerpo con figura en X
“En el fisicoculturismo hay diferentes categorías. La mía es Body Fitness, que es lograr que tu cuerpo se parezca a una X con hombros pronunciados, cintura chiquita y las piernas proporcionales a los hombros. Antes las mujeres que elegían el fisicoculturismo se volcaban a hacer lo mismo que los hombres pero esa categoría ya casi no se usa porque se fue rechazando este tipo de mujer. Yo estoy convencida de que se puede ser fisicoculturista y femenina. Eso es lo que se busca”.
El rechazo
“Me ha pasado siempre que se rechaza mi cuerpo, incluso hasta hoy pese a que la sociedad parece estar más abierta a muchas cosas. Pero yo cuando doy clases siempre me pongo remeras porque cuando estoy con musculosa se notan mucho los músculos y cuando las chicas vienen a entrenar conmigo me dicen: ‘Mirá, yo no quiero hacer la parte de arriba porque no quiero quedar como vos, ¿eh?’ Y yo reacciono intentando que entiendan que van a quedar como ellas quieran quedar. Yo elegí ser fisicoculturista, pero si alguien que se entrena conmigo tiene otro objetivo, entonces trabajaremos para eso. Algunos hombres incluso me dicen: ‘Pero vos tenés más brazos que yo!’ Y a mí la verdad es que no me importa porque sé lo que quiero y lo que me gusta”.
Un día en la vida de Karina Argüello
“Todos los días me levanto a las 4:30 de la mañana, desayuno mis vitaminas, magnesio, creatina y aminoácidos, preparo mis cosas, salgo de mi casa a las 5 de la mañana y a las 5:20 estoy tomando el colectivo hasta el kilómetro 29, luego un semi rápido que va directo a microcentro, donde trabajo. Llego sobre las 8 y como mi primera comida del día. Trabajo hasta las 15, vuelvo a casa y me voy al gimnasio. Vuelvo a casa, estoy un rato con mis hijos y me preparo la comida del otro día. Así casi siempre”.
Una dieta apta para pocos: qué come una fisicoculturista
“Yo como cada tres horas y siempre lo mismo: pollo con una palta. En general como 100 gramos de pollo cada vez que como y palta. Pero en los días previos a una competenca tengo que achicarme y marcarme más, entonces reduzco las porciones hasta terminar con solo 50 gramos de pollo. Por ahí unos gramos de arroz o una ensalada verde. Y agua, mucha agua baja en sodio es lo fundamental, unos tres litros por día. Solo cuando termina una competencia tengo algún permitido; en mi caso lo que me pierde es el chocolate, así que ahí es cuando me doy algún gusto”.
Prohibido casi todo
“Este deporte es muy sacrificado, no voy a mentir. Las diestas son extremas y eso te cambia el humor porque tenés hambre. Yo digo que la comida es la felicidad y quizá a nosotros nos falta esa felicidad, pero bueno, es nuestra elección. Nosotros no podemos prácticamente comer harinas, carbohidratos, comemos siempre lo mismo y muy poco, no tomamos alcohol y entonces muchas veces evitamos salir o lo evitamos porque tenemos que descansar. El descanso es vital para los músculos y el desarrollo del cuerpo. Eso nos trae problemas en general porque a las parejas, a los amigos, a la familia les cuesta entender la vida que uno lleva”.
Ser pareja de una fisicoculturista
“Es complicado. Las relaciones personales en general son complicadas para nosotros por lo que te conté antes, pero en el caso de una pareja, en mi caso por ejemplo me ha pasado que al hombre le es difícil verte con músculo. Como que se siente un poco inferior a vos o también les resulta incómodo el ambiente, pero yo siempre les digo que soy una persona normal. Por supuesto que tengo un estilo de vida que no es fácil de llevar. Muy estricto, muy ordenado, con muchos cambios de humor, pero si una persona te quiere, te tiene que comprender en cualquier ámbito. Obviamente que a veces tenemos problemas por todo esto, pero él me apoya y trata de ayudarme”.
Tener un sueño y ser mamá
“Es complicado en mi caso. Yo no estoy casi en todo el día y los chicos me reclaman mucho. Ahora estoy tratando de reorganizar mi vida y dedicarme solo a ser personal trainer en el gimnasio de Oscar Villarreal, que es mi entrenador y el presidente de la IFBB. Yo quiero estar más tiempo con mis hijos y poder cumplir con todo: tengo que ser mamá, esposa, atleta, trabajadora y sí... es difícil porque este deporte que hago requiere de mucho tiempo. Creo igual que tengo lo más importante y es una familia que me apoya y un marido que se ocupa de mis hijos aunque no sean los suyos, pero sabe que trabajo por el sueño de tener mi propio gimnasio y que sea también el de toda la familia”.
La mirada de los hijos
“Aprendí a hablar mucho con mis hijos y a explicarles por qué hago lo que hago y lo entienden. Al más grande, que tiene 15, le pregunté qué le parecía mi deporte y me dijo que le gusta. Que quizás muchas personas le dicen ‘ay, tu mamá tiene muchos músculos’, y que por ahí eso le molesta, pero él me ve como Wonder Woman y eso me llena de orgullo”.
Qué ves cuando te ves
“A mí me encanta verme, me gusta muchísimo ver cómo voy avanzando a medida que pasa el tiempo, porque esto requiere de tiempo. Hay que tener paciencia, las personas piensan que de un día para el otro vas a lograr una magnitud de musculatura así y no. Se trata de paciencia y mucha disciplina. Uno siempre quiere más, pero pero la verdad es que me me gusta y estoy conforme. Y además desde mi profesión de personal trainer me gusta poder ayudar a las personas a que lleguen a verse como desean”
Un día de competencia
“Tenés unas emociones terribles. Querés subirte ya a la tarima, sentís muchos nervios porque querés hacer las cosas bien. Para llegar al escenario capaz que te preparaste durante años y la pasada en la que te juzgan dura 15 segundos como mucho, que es el tiempo que te lleva hacer las poses correspondientes a cada categoría, pero es muy lindo”.
¿Fisicoculturista? No. Guerrera
Es que yo no digo que soy fisicoculturista. Yo pasé por muchas cosas. El rechazo de mi mamá, no así de mi papá, que siempre me apoyó. Muchas dificultades, miradas, privaciones. Por eso yo me veo hoy y pienso que soy una guerrera. Desde muy chica quise esto y a mí los músculos no me dan fuerza, sino valor, seguridad... Creo que mismo también el hecho de poder superarme a mí misma, mi propio límite. Tuve una vida bastante complicada de por sí, me he sentido muy sola y y siento que esto me permite pararme ante el mundo de otra manera, que es la manera en la que siempre me hubiese gustado que me vean. Hoy creo que lo logré”.