El 30 de julio de 2012, Michael Phelps hizo historia en los Juegos Olímpicos de Londres. Con un tiempo de 6 minutos, 59 segundos y 70 centésimas, Estados Unidos se quedó con el primer puesto en los relevos 4x200 libres y el “Tiburon de Baltimore”, que fue el último de los relevistas, se convirtió en el deportista más ganador de los JJ.OO.
Con ese oro, el estadounidense sumó su decimonovena medalla y superó el récord que hasta entonces pertenecía a la gimnastas soviética Larita Latynina, quien había acumulado 18 preseas entre Melbourne 1956 y Tokio 1964: nueve doradas, cuatro plateadas y cuatro de bronce.
“Gracias por permitirme tener este momento. Ahora me siento un poco mejor que tras los 200 mariposa. Sin los chicos no podría haber logrado esto, así que pensé: ‘Les voy a dar una buena última posta’”, festejó Phelps, que cerró su participación en Londres con cuatro medallas de oro y dos de plata.
Lejos de conformarse con lo logrado, cuatro años más tarde, en los Juegos Olímpicos de Río 2016, hizo aún más inmenso su legado. Con 31 años, se colgó nada más y nada menos que otras seis medallas: cinco de oro y solo una de plata. Así, puso punto final a una carrera espléndida a sus 31 años y dejó varios récords que prometen perdurar en el tiempo.
En el apartado de los atletas más ganadores de medallas, encabeza el podio con 28 preseas (23 de oro) y le saca una diferencia de 10 a Latynina. Entre los deportistas que aún continúan en actividad, el que más se acerca es la jinete alemana Usabell Wertg, de 53 años, que ostenta 12 preseas.
Asimismo, Phelps también es el deportista que más oros ganó en misma edición, con ocho primeros puestos en Beijing 2008, cuando superó las siete medallas doradas que Mark Spirz, otro nadador estadounidense, había conseguido en Múnich 1972.
El trastorno que llevó Michael Phelps a la natación
Michael Phelps nació el 30 de junio de 1985 en Towson, al norte de la ciudad de Baltimore, Maryland, Estados Unidos. A los seis años, le diagnosticaron Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH). Por eso, para canalizar la energía, se inscribió en clases de natación en el North Baltimore Aquatic Club. Allí, el entrenador Bow Bowman, que luego lo acompañaría durante toda su carrera, se percató de su potencial y desde entonces se dedicó a exprimir su máximo potencial.
Con 15 años, disputó su primer juego Olímpico, en Sidney 2000. No consiguió ninguna medalla, pero fue finalista en los 200 metros mariposa y terminó quinto. En marzo de 2001 se convirtió en el nadador más joven en poseer un récord del mundo, al batir la plusmarca de los 200 metros mariposa en los torneos clasificatorios para el Mundial de Fukuoka, Japón.
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La vertiginosa evolución que atravesó durante su adolescencia y el sinfín de marcas que estableció hicieron que las expectativas para su participación en Los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 fueran inmensas. Y no defraudó: consiguió seis oros y dos bronces.
En el Mundial de Melbourne 2007, conquistó siete oros, cinco de ellos con nuevo récord mundial. Un año después llegó Beijing 2008, donde se convirtió en el primer atleta en ganar ocho medallas de oro en un mismo Juego Olímpico, con apenas 23 años. Luego se sucedieron Londres 2012 y Rio 2016, donde se retiró con 31 años y un con una trayectoria colmada de medallas y récord que aún permanecen imbatibles.
Michael Phelps: depresión e ideas suicidas
Los episodios de depresión se volvieron frecuentes y empezó a tener problemas con el alcohol. En septiembre de 2014 fue detenido por manejar ebrio y esto fue el quiebre. Ahí se dio cuenta que necesitaba hacer algo para intentar salir adelante y superar un calvario que estaba viviendo.
“Al principio no quería ver a un terapeuta, pero comencé a darme cuenta de que me encontraba mejor y estaba más saludable. Aprendí muchas cosas sobre mí mismo que no sabía”, explicó Phelps en una entrevista con la CNN.
Además reconoció que luego de los Juegos de Londres 2012, cuando anunció por primera vez su retiro, llegó a pensar en lo peor. “Había una parte de mí que no quería estar viva”, recordó. Con terapia y junto a su gente cercana logró salir adelante y hasta llegó a participar en los Juegos de Río de Janeiro 2016, donde ganó cinco medallas oros y una plata y se retiró por la puerta grande.
La emergencia sanitaria del coronavirus potenció su depresión: “La pandemia es un reto al que nunca pensé que me enfrentaría. Toda la incertidumbre, estar encerrado en casa, y todas las preguntas: ¿Cuándo acabará?, ¿estoy haciendo lo correcto? Estoy acostumbrado a viajar, competir, tratar con la gente… Ahora mis emociones me envuelven. Siempre estoy pendiendo de un hilo”.
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Con ayuda de psicólogos y la contención de su familia, Phelps afronta su depresión. En ese sentido, es clave el apoyo de su esposa, Nicole, y de sus tres hijos: Boomer, de seis años, Beckett, de cuatro, y Maverick, de dos.