Una niña llamada Anna, conocida en Inglaterra por ser la reina del freestyle, dejó en ridículo a un adolescente que la desafió en un 1 versus 1 en una pequeña cancha montada cerca de la costa en la localidad de Margate, situada en el distrito de Thanet, en el condado de Kent.
El joven piso la pelota de aquí para allá, remató y su disparo dio en el palo de uno de los miniarcos situados en los extremos. Allí Anna inició su turno en busca de la anotación, hizo su pisada, bicicleta y con una rabona que además pasó entre las piernas del chico marcó su gol.
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Ofendido y herido en su orgullo, el adolescente se fue sin siquiera darle la mano a la nena, o mostrar algún símbolo de fair play.
La reacción de la decena de chicos que acompañaban al joven coronó la jugada de Anna porque entre gritos y expresiones de incredulidad se tomaban la cara, saltaban, se reían, no podían creer los movimientos de la niña.
Anna forma parte de un club de freestyle llamado Panna cuyo objetivo primordial no es el de marcar tantos sino el de hacer la mayor cantidad de maniobras posibles con la pelota para superar a un rival. En esta historia el lujo es el caño, que da el mayor puntaje a quien supera con ese movimiento al rival.
Tal como registra el portal La Información, el Panna no tiene reglas fijas. Se pueden disputar partidos en la calle, en un espacio reducido previamente acotado e incluso en los campeonatos más organizados los contendientes se enfrentan dentro de una jaula.
Pueden jugar varios participantes, pero lo más normal es que sea un uno contra uno. Los futbolistas deciden quien saca antes de empezar y luego intentan encarar al rival para hacerle un caño. La fórmula habitual es la de Panna KO, y quien primero haga un caño gana.
La velocidad, la creatividad y el ingenio de estos hacen que sea totalmente impredecible adivinar por donde van a intentar pasar la pelota.
Las batallas de Panna son, tras los toques y los enfrentamientos de habilidad freestyle, unas de las formas callejeras de fútbol con más seguidores. Es verdaderamente famoso en países tan diversos como Francia, Bélgica, Holanda y Brasil, donde hasta el propio Neymar cayó en la tentación de participar en una exhibición del juego.
