Conor McGregor volvió a lo grande: con un nocaut a los que nos tiene acostumbrados. En su vuelta a los octágonos de la UFC, derribó a Donald Cerrone con una patada en la cabeza y varios puñetazos que le dieron un temprano final a su anunciando su regreso a las artes marciales mixtas, tras la caída ante Khabib en octubre de 2018.
El irlandés, excampeón de dos divisiones, salió de la inactividad relativa y problemas fuera de la jaula con una actuación que recordó a las mejores peleas de su carrera meteórica.
Tras hacer sangrar la nariz de Cerrone con su primer puñetazo, McGregor (22-4) derribó a su rival (36-14) en 20 segundos con una patada a la cabeza perfectamente ejecutada con la pierna izquierda. Después sentenció la pelea en el suelo sin titubeos, para entusiasmo de las 19.040 personas que llenaron el T-Mobile Arena.
"Me siento muy bien. Estoy en forma. Tenemos trabajo que hacer para volver a donde estaba', declaró ni bien terminado el combate dando a entender que llegó para quedarse y recuperar la gloria perdida.
McGregor no había alzado la mano en gesto de victoria desde noviembre de 2016, cuando derrotó al peso ligero Eddie Álvarez para convertirse en el primer combatiente en la historia de la UFC que mantenía dos cinturones de campeón a la vez. Tras alcanzar fama y fortuna, McGregor solo combatió, en 2017, ante Floyd Mayweather, en una pelea de boxeo con carácter de exhibición.
Cuando en 2018 quiso volver a pelear en serio, Khabib Nurmagomedov le dio una paliza que lo alejó de la UFC por más de un años. Hasta incluso llegó a comunicar que se retiraba de la actividad.
Tras un año fuera de competición en el que tuvo varios problemas con la ley, McGregor volvió a entrenar y prometió recuperar su forma de élite. Su contundente victoria sobre Cerrone indicó que está en camino.