Matias Ola, de 34 años, es tucumano y está ante uno de sus grandes sueños: desafiar las bajas temperaturas y cruzar a nado el Canal de la Mancha por primera vez. Partirá desde Dover, en Inglaterra, hasta Calais, en Francia: un total aproximado de 50 kilómetros, que le demandaran unas gélidas diez horas de esfuerzo físico y máxima concentración mental.
Matías ya se zambulló en los 2°C del Estrecho de Bering, entre Rusia y Alaska, y también en el Glaciar Ventisquero Negro, en Bariloche, entre otras aguas, con temperaturas aún más bajas. Está obsesionado con superarse. Y en una charla con Toda Pasión aclara: "Yo no compito, hago travesías de aventura... que no es lo mismo". Incluso, creó su propia ONG ("Swim Argentina") con la que pretende ayudar a otros atletas a que se animen a cumplir sus metas, con el nado en aguas abiertas como modo de vida con fines solidarios.
"El cruce del Canal de la Mancha con 16°C es para los que nadamos aguas abiertas como hacer cumbre en el Everest para un escalador. Es lo mismo", sintetiza. Si completa el recorrido será el primer argentino en obtener la Triple Corona en aguas abiertas, que incluye también el Canal de Catalinas, en California, y la vuelta a la isla de Manhattan, dos pruebas que ya superó con éxito.
La fecha asignada para la proeza es del 5 al 12 de septiembre, en el momento en el que las condiciones meteorológicas lo permitan. "Ya estoy listo a la espera de que la organización me autorice. Incluso, pueden poner la salida a la 1 de la madrugada si es lo más conveniente por los factores del tiempo. Tenés que tener un golpe de suerte con el clima... mirá que se nada sin traje de neoprene", avisa desde Francia.
-¿Cómo se prepara una competencia de este estilo?
-Son travesías muy mentales y físicas.Yo me entreno de lunes a sábados tres horas por día en pileta, cuando puedo me voy a lugares con mar a complementar y el mes previo hago un trabajo más intensivo. También, requieren de un método de adaptación a las bajas temperaturas.
-Cómo es eso...
- La resistencia al frío también se entrena, yo lo hice en la Patagonia, en los lagos de Bariloche, en el Canal de Beagle. Se entrena la adaptación al frío en tiempos y en diferentes temperaturas. Se hacen ejercicios de respiración, yo fui pasando por diferentes niveles de frío para acostumbrar el cuerpo.
-¿Y la cabeza?
-También tiene un papel muy importante. Se tienen que vencer miedos y acostumbrarse a la sensación de frío. Yo fui entrenando en temperaturas cada vez más bajas y nunca tuve ningún problema. Son carreras muy largas y hay que estar preparado.
-¿Qué peligros tiene este tipo de aventuras?
-El mayor peligro la que estamos expuestos es al de sufrir hipotermia o picadura de medusas.
-Es una actividad muy solitaria, estar 10 horas aislado sin hablar, ver o percibir otra cosa más que agua y el sonido de las brazadas.
-Es un deporte solitario, sí, pero también hay mucho contacto visual con mi entrenador. Estoy siempre atento entre brazada y brazada a lo que me va indicando, si voy con buen ritmo, si estoy yendo muy rápido, me avisa cómo viene la corriente. Es muy importante la relación con el coach y el equipo de logística.
- También para una correcta hidratación y alimentación durante la carrera...
Tengo un programa de "stops" que tienen que ser rápidos para no perder calor corporal. Es mi coach, Pablo Testa, quien me va tirando qué tengo que tomar y qué tengo que comer según avanza la aventura.
-¿Según avanza la aventura?
-Uno no sabe nunca qué te depara el agua. Una vez, en Japón nadé 13 horas y no pude llegar. Tenía la orilla ahí nomás, pero no podía avanzar por la corriente en contra infernal. Estuve tres horas en el mismo lugar y la organización suspendió la travesía. Son cosas que pueden pasar.
-¿Qué te dice tu familia?
- (Se ríe)... Están acostumbrados. Son los últimos en enterarse en dónde estoy. Siempre me apoyan y me siguen, fueron muy importantes para mí cuando tomé la decisíon de dejar Tucumán para ir a Buenos Aires a centros de alto rendimiento.
-Ola es tu apellido, recién ahora asocio...
-Cuando iba a la escuela todos se burlaban de mi apellido. En la secundaria también, de manera graciosa, claro. Hasta los profesores tendían a no aguantar la tentación de saludarme dos veces: "Hola, Ola". Cuando llegue a la Universidad me pasaba lo mismo en medio de esos grandes anfiteatros. Luego comencé a nadar para curarme del asma y resulto mi gran pasión. Desde ese entonces Cuando se escucha mi apellido y se lo identifica con mi deporte todos empezaron a cambiar el chiste de saludarme dos veces a admirarse por ser nadador y tener apellido "Ola".
Y te digo más: hasta hice una publicidad de Paladini con los apellidos que se parecen a su profesión.