Corrían apenas 20 segundos de la final de la Champions League cuando el Liverpool se encontró con una chance inmejorable de ponerse en ventaja: Sadio Mané soltó un centro que impactó claramente en el brazo de Moussa Sissoko. El árbitro Damir Skomina no dudó y cobró penal.
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Nadie protestó porque la infracción del jugador del Tottenham fue evidente. Mohamed Salah, el 10 del Liverpool, cambió el penal por gol con un remate contundente al centro del arco. Nada pudo hacer el arquero Hugo Lloris, quien se quedó en el medio pero no tuvo capacidad de reacción para evitar el tanto.
