La moda del Superbowl llegó con furor al país en los últimas temporadas, pero hace 16 años un argentino fue protagonista del acontecimiento deportivo más importante del deporte estadounidense: Martín Gramática, un hincha de Boca y fanático de Diego Maradona nacido en San Isidro, se dio el gusto de disputar y ganar la final de la Liga norteamericana de Fútbol Americano con Tampa Bay Bucaneers, logro que ningún otro sudamericano pudo igualar.
Gramática, que hoy tiene 43 años y que se retiró en 2009, llegó casi de casualidad al deporte en el que luego brilló, porque su sueño era jugar en la Bombonera y emular a Maradona. Pero el futuro le tenía reservado otro destino cuando su familia se radicó en Estados Unidos. En ese momento tenía nueve años y “no sabía ni que existía el fútbol americano”, reconoció después, cuando ya era una figura de la NFL y era conocido con el apodo de Automática por su infalibilidad frente a los postes.
Por su capacidad para patear gracias a sus inicios en “nuestro” fútbol y con la camiseta número 10 en honor a Maradona, Gramática se brilló en la Universidad de Kansas City, donde se convirtió en uno de los mejores pateadores del país, recibió el prestigioso premio Lou Groza y anotó el gol de campo más largo de la historia universitaria. Cada punto extra o gol de campo que convertía lo celebraba como si se tratara de un gol de fútbol, con una carrera loca y saltos maradoneanos. Gracias a ello y a su efectividad, se convirtió en uno de los preferidos de los hinchas y en una celebridad en la ciudad. En el draft de 1999, Tampa Bay Bucaneers lo eligió en la tercera ronda y, cuatro años más tarde, le llegó la oportunidad de disputar su único Super Bowl, además de ser elegido para el Pro Bowl, el equivalente al Juego de las Estrellas de la NFL.
En San Diego y ante Oakland Raiders, Tampa Bay no tuvo inconvenientes para llevarse la victoria por 48-21 pese a que no era favorito, con 12 puntos del pateador argentino, que anotó dos goles de campo y convirtió el punto extra en los seis touchdowns que logró su equipo. Además de sus clásicos festejos, Gramática dejó su impronta maradoneana tras el juego: "Esto es para todos los hijos de p... que no confiaban en nosotros", gritó en vivo en la transmisión de ESPN, donde su hermano Guillermo, también jugador, oficiaba de comentarista.
Años después, ya retirado por sus recurrentes lesiones en el aductor y después de haber pasado con mucho menor suceso por Indianápolis Colts (2004-2006), Dallas Cowboys (2006-2007) y New Orleans Saints (2007-2009), Gramática confesó cierta decepción por aquella jornada de gloria. “El día del Super Bowl te das cuenta de que el partido es lo que menos importa. Les importa más el show, quién canta antes y en el entretiempo”, explicó en una entrevista con el diario La Nación. Esa vez, el guitarrista mexicano Carlos Santana y Beyonce fueron los encargados de abrir el espectáculo, mientras que en el entretiempo actuaron Shania Twain y la banda No Doubt, con Sting como invitado.
Dieciséis años después de aquella proeza, Gramática, que hoy tiene tres hijos y es dueño de una empresa de casas prefabricadas en Tampa junto a sus dos hermanos, sigue siendo el único argentino que pudo vivir desde adentro la gran fiesta del deporte estadounidense.