Los futbolistas suelen ser muy cabuleros, sobre todo cuando están frente a un partido muy importante. En Europa, antes de jugar las competencias continentales, ambos equipos salen juntos del vestuario y pasan al lado de la copa. Algo tienen bien en claro: pueden mirarla, pero no tocarla.
En el mundo del fútbol hablan de una "maldición" para aquel que tenga contacto con el trofeo en la previa del partido. Un caso que recuerdan todos es el del Milan la final de la Champions League 2004-2005: Gennaro Gattuso tocó la copa al salir al campo de juego y su equipo cayó por penales ante el Liverpool, luego de ir ganando 3 a 0.
Un año antes, el Mónaco perdió la final ante el Porto. Ese día el que metió la pata (o la mano) fue Ludovic Giuly. Otro caso conocido es el que se dio ya en la temporada 2011-12. Allí el que "rompió las reglas" fue el defensor ucraniano Anatoliy Timoshchuk y el Bayern Munich cayó por penales el Chelsea. Los hinchas se lo reprocharon mucho tiempo.
Esta tarde al salir a la cancha, Dimitri Payet desafió esta "maldición" en la final de la Europa League entre el Olympique de Marsella y el Atlético de Madrid y el resultado fue claramente negativo: a los 30 minutos del primer tiempo salió lesionado y su equipo perdió por 3-0.
Festejó el equipo de Simeone
De la mano de un Antoine Griezmann intratable, el Atlético de Madrid goleó por 3-0 al Olympique de Marsella en Lyon y conquistó la tercera Europa League de su historia.
